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Autor: PABLO FELIPE PÉREZ GOYRY   Venta aquí: https://t.co/ByjkJ88vJB


©Pablo Felipe Pérez Goyry

24 de junio de 2005

Reflexiones para evitar continúen colapsando las democracias.


Por Pablo Felipe Pérez Goyry.
25 de junio de 2005.

No son pocos los ejemplos de gobiernos ─ilegítimos y legítimos─ donde la astucia, ambición y arribismo, han relegado los intereses de la mayoría, para satisfacer la usura de la oligarquía criolla. Hoy sabemos con claridad cual es la herencia tradicional y consecuencias de estos sistemas socio-políticos.

Generalmente, se responsabiliza de las crisis socio-políticas a la incapacidad e ineficacia del Estado. Sin embargo, tengo la percepción de que los conflictos son el reflejo de la historia de un país. También, las sociedades evolucionan constantemente y las preocupaciones de ayer no son las de hoy.

No es un secreto de que el Estado de derechos en muchos países se encuentra pervertido. Un conocimiento de la particular complejidad económica, social, cultural, político-jurídica, ecológica y militar de una nación, es esencial para exista gobernabilidad. Ignorar esto, será una aventura errónea para quienes censuran: con tesis simplista, negligente superficialidad, y ausencia de un análisis plausible. Esto restringe la escrupulosa justicia que contribuya a una auténtica democracia.

El verdadero gobierno, debe tener autoridad sensibilizada para llevar a cabo programas sociales, económicos y políticos, encaminados a solucionar las múltiples necesidades de la población. Es la manera más acertada para que sus acciones tengan ética e interrelación entre quien gobierna y los gobernados. De esta manera le será posible alcanzar una eficaz estabilidad y orden político.

Un caso digno de analizar es el colombiano. Donde la autoridad gubernamental ha estado, por décadas, sometida a los designios de la anarquía, desorganización, narcotráfico, corrupción administrativa, y ausencia de presencia estatal para encarar los múltiples conflictos que abruman al pueblo. Más de una fuerza perturba la Institucionalidad y la Constitución ─guerrilla, paramilitarismo, y narcotráfico─, que imponen reglas de convivencias mediante el pánico y el terror. Los pronósticos, a mediano y largo plazo, no son halagadores, dada la gravedad de la situación que pudiera precipitar el surgimiento de un gobierno autoritario e inclusive de facto en poco tiempo.

Otro ejemplo es la situación del pueblo cubano. La República de Cuba, a pesar de que el movimiento castrista ─tomó el poder con ayuda de un pensamiento revolucionario el 1 de enero de 1959─ tenía en sus inicios una particularidad popular, pero sin con una doctrina imprecisa, pasa a ser un movimiento comunista de carácter stalinista. Es decir, una dictadura que ejerce el gobierno por medios represivos de diverso tipo. El gobierno cubano no tiene una organización de carácter democrático y su institucionalidad es absolutista, centralizada y regida políticamente por el Partido Comunista de Cuba. Nada más cercano a lo que aplico Hitler en la Alemania nazi, al reprimir las libertades políticas de toda persona o grupo que se opusiera a su manipulación gubernamental.

Los cubanos que residen en el archipiélago, están sometidos a los caprichos vetustos del dictador Fidel Castro, quien dirige personalmente los destinos sociales, políticos, económicos y militares del país. En Cuba, existe un régimen autoritario personalista, que vende la idea de una democracia ficticia, pues, la oposición no tiene acceso al poder y mucho menos de existir. Tampoco derecho a manifestar su opinión sobre asuntos sociales, económicos o políticos que perjudican el país.

Desde todo punto de vista y gracias al apasionamiento de Fidel Castro, hoy por hoy, el régimen esta en indudable banca rota. El colapso del sistema imperante es cada día más cierto. La pregunta obligada es: ¿Cuándo desaparezca Fidel Castro, que pasará en Cuba?

No obstante, cualquier análisis de la situación en que se encuentra la gobernabilidad y los sistemas políticos en Latinoamérica, implica sea de condición temporal. Pues la dinámica política es cambiante, a causa de es una situación transitoria, sumergida en un sistemático proceso influenciado por el entorno donde se desarrolla. Dinámica socio-política enmarcada en procesos concretos ─tiempo, espacio y circunstancias─ de difícil predicción en un mundo globalizado donde las diversas corrientes de pensamiento confluyen de manera embrolladora.

Los problemas que enfrenta la sociedad moderna ─en pleno siglo XXI─ no deja de sorprender por su perseverante fragilidad en las relaciones humanas. La mayor parte de los países son subdesarrollados, y su estructura socioeconómica es de carácter hereditario; donde los dirigentes carecen de sensibilidad que les permita realizar un trabajo encaminado a solucionar los profundos problemas políticos, porque los partidos no tienen ideologías definidas. Países que poseen deficiencias sustanciales no solo económicas sino también culturales, religiosos, sociales, etcétera. Esto posibilita sean las estructuras políticas y estatales muy frágiles y dependientes de los sectores más poderosos y conservadores. Con todo, no deja de ser una aspiración de los pueblos y naciones el tener gobiernos que respeten el orden, y solucionen con seriedad y sin embauques sus necesidades.

Por lo expuesto, florece en la practica el pensamiento aristotélico de: “Existe oligarquía cuando son soberanos del régimen quienes tienen propiedades; democracia, por el contrario, cuando los son quienes no poseen grandes propiedades, sino que son pobres”. En Latinoamérica esta es una verdad y es difícil alcanzar las aspiraciones ─quizá utópicas─ de que la democracia, la libertad y el autogobierno puedan ser parte de la cotidianidad de los pueblos. Son necesarias elecciones autenticas y partidos contendientes que respondan a los intereses del pueblo, para pueda establecerse una sincera relación entre Estado-sociedad, con libertad de expresión no-solo del gobierno sino también del pueblo.
El planeta, todo, está sumergido en un caos de proporciones incalculables, en su trascendencia al futuro cercano. Dice Gustave Flaubert: “La manera más profunda de sentir una cosa es sufrir por ella”. Por eso, redacto estas líneas y obro por la indispensable necesidad de leer, investigar y escribir como esplendorosa cruzada para sensibilizar al lector, con un mundo de abominable desigualdad y buscar soluciones a los problemas socio-económicos-políticos. Empero, es impostergable la presencia de líderes con prestigio popular, ilustrados y conocedores de las implicaciones de quien gobierna. Es hora de eliminar las improvisaciones, para evitar continúen colapsando las democracias.


Pablo Felipe  Pérez Goyry

Freelance: Writer - Journalistic Analyst - Photographer Design Editor - CEO - Chemical Industrial & Analyst

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