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Autor: PABLO FELIPE PÉREZ GOYRY   Venta aquí: https://t.co/ByjkJ88vJB


©Pablo Felipe Pérez Goyry

25 de julio de 2005

Civismo moral y conciencia social...


Por Pablo Felipe Pérez Goyry.
26 de julio de 2005.


Es una certeza de las ideas socio-morales están vinculadas a la política, religión, justicia y otras actividades. Estas son parte cardinal del entramado y costumbres tradicionalista de la sociedad. Además, esenciales para el desarrollo de la conciencia social como apéndice, vertical y horizontal, de la estructura generacional de una nación.

Sin embargo, las apreciaciones políticas chocan inexorablemente con las socio-morales, que en más de las veces no son razonables desde el punto de vista humanístico. Cuestiones fundamentales como el racismo, la ética, y la democracia, facilitan la formación de opinión y motivaciones sociales, políticas y económicas, que tiene como culminación práctica el fortalecimiento del interés colectivo o particular de una nación. Que tienen como talón de Aquiles ─moderado o extremista─ la interpretación y aplicación del civismo-moral. Todo esto rediseña sistemáticamente el análisis y aplicación de la ética.

Con todo, hoy día, esta moralidad no es confiable, venga de los gobernantes o de los gobernados. Son muchos los ejemplos recientes en: Ruanda, Pakistán, Bangla Desh, Afganistán, Colombia, Turquía, Irán, Iraq, Cuba, Guatemala. Que decir de los fanáticos musulmanes y sus acciones terroristas del 11-S (Torres Gemelas de Nueva York), 11-M (sistema del ferrocarril de Madrid, España), y más reciente en el Metro de Londres y en un centro turístico de Egipto.

El comportamiento egoísta pone en práctica alianzas política y militares, que utilizan conceptos morales de “la buena guerra” o la “diplomacia persuasiva o preventiva”. Los resultados son bien conocidos en la Alemania nazi, La URSS de Stalin, Bosnia, y Cuba. Son millones las personas que han padecido y padecen políticas de Estado-nación deplorables para la existencia planetaria.

Un comportamiento de falsa moralidad la vemos en la política, interna y externa, de los Estados Unidos de América. Los gobernantes de esta poderosa nación han practicado durante decenios el concepto de la “buena guerra” y la “diplomacia persuasiva o preventiva”, no solo en su propio territorio, también fuera de sus fronteras. País que ha nutrido su poder con la imposición de sus líneas morales, con alianzas temporales o permanentes. Las experiencias, en Viet Nam, Corea, Japón, Somalia, Afganistán, son bien conocidas y sus desenlaces. Es un error pensar que “en política, lo importante no es tener razón, sino que se la den”, aunque sea por la fuerza.

Si bien es repudiable lo dicho, también lo que hoy ocurre en el archipiélago cubano. Un país que se encuentra sumergido en una dictadura de corte stalinista y que encabeza Fidel Castro Ruz. En Cuba, el gobierno defiende una supuesta “democracia participativa” que exacerba la patriotería para reprimir el civismo ciudadano y eternizar la entronización de la corrupción centralizada del Estado-nación. Los Derechos Humanos se mancillan y aplasta el civismo pacífico de los ciudadanos que se opone al régimen. Cientos de ciudadanos están en las cárceles castristas por defender sus derechos civiles de manera pacífica, y sistemáticamente son reprimidos. Pero, “el hombre que no teme a las verdades, nada debe temer a las mentiras” de un dictador. Tengo la percepción de está cerca el fin de la dictadura castrista, y el regreso de la auténtica libertad para la familia cubana.

En un mundo globalizado, donde los países poderosos determinan los destinos de otros países y dominan la gestión de organismos internacionales como las Naciones Unidas, no toman en cuenta la importancia de integrar el civismo a la política de Estado, como indispensable virtud para exista coherencia socio-política-económica y buena convivencia entre todos los ciudadanos del planeta. Esto es válido para aquellos gobernantes que ignoran esta verdad.

El civismo esta envestido de la necesaria moralidad y esta debe estar representado por el Estado-nación, que tiene la responsabilidad de ajustar las leyes y armonizar las normas e instituciones que están relacionadas con las tradiciones e historia de un país; sin relegar el respeto a otros Estados-nación.

Todos tenemos iguales derechos ante la ley, pero en la práctica, no ante los facultados de aplicarla. Por ese motivo, un excelente paso es fortalecer las Naciones Unidas, revisando las funciones de sus diferentes organismos, como es la reestructuración impostergable de su Consejo de Seguridad, dominado por los países más desarrollados, que tienen, de manera vitalicia, el derecho a vetar cualquier decisión que no responda a sus intereses particulares.

Empero, “la vida cobra sentido cuando se hace de ella una aspiración a no renunciar a nada” que pueda ser útil al bien de la totalidad, y el civismo-moral al final del sendero encontrará su privilegiado lugar, para exista conciencia social, en los seres humanos. Debemos aprender, de hay que abrir caminos para cambiar nosotros mismos, sí aspiramos erradicar los males que abarrotan el mundo. La tarea es titánica y los obstáculos innumerables, es hora de abrir camino.


Pablo Felipe  Pérez Goyry

Freelance: Writer - Journalistic Analyst - Photographer Design Editor - CEO - Chemical Industrial & Analyst

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