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Autor: PABLO FELIPE PÉREZ GOYRY   Venta aquí: https://t.co/ByjkJ88vJB


©Pablo Felipe Pérez Goyry

31 de agosto de 2011

Héctor Gómez Gallego - Por: Sergio Esteban Vélez Peláez

Héctor Gómez Gallego

Por: Sergio Esteban Vélez Peláez
info@sergioestebanvelez.com

Personas como Héctor Gómez Gallego se encuentran pocas a través de la vida. Y cuando uno, después de algún tiempo de gozar de su amistad, se va dando cuenta de que ese amigo tiene valores poco comunes, no sólo por su índole humana, sino también por sus

Reflexión: ‘Moralidad cívica y personal’

Bertrand Russell
Reflexión: ‘Moralidad cívica y personal’

“A través de la historia, las creencias éticas han tenido dos orígenes diferentes, uno político, el otro relativo a las convicciones morales y religiosas de la persona. En el Antiguo Testamento, las dos aparecen separadas: una es Ley, y la otra, los Profetas. En la Edad Media hubo la

29 de agosto de 2011

¡BASTA YA! - Por Odette Alonso

 
¡BASTA YA!
Por Odette Alonso
Parque del Ajedrez
El día de ayer amanecimos, sorpresivamente, con una nueva configuración en la privacidad de Facebook. Usted tal vez diga: “¡Bah, pero qué importancia tiene eso!”… Pues fíjese que sí la tiene y le explico por qué: como evidentemente el público meta de las redes sociales son los jóvenes y

Reflexión: ‘Derecho a la formación y expresión artísticas’

Gustavo Dudamel dirige la Orquesta Sinfónica Juventud
Venezolana Simón Bolívar en un concierto en España.
 Reflexión: ‘Derecho a la formación y expresión artísticas’

“En la Iberoamérica contemporánea el ideal de una cultura de paz invoca el heroísmo de nuestros artistas creadores y maestros para presentarnos ante la humanidad y ante nuestro tiempo como lo que somos y como lo que

26 de agosto de 2011

Reflexión: ‘Espíritu de paz y orden internacional’.

Reflexión: ‘Espíritu de paz y orden internacional’.

“La paz no es solamente la ausencia de confrontaciones o de conflictos violentos, sino que también es un determinado estado de ánimo, es un determinado estado del espíritu, apoyado en elementos tales como la tranquilidad, el sosiego, la confianza y la seguridad. Todas estas condiciones que determinan ese espíritu de paz no son posibles sino se da previamente lo que podemos llamar la ausencia de la necesidad. Por esta razón, no basta simplemente con lograr una concientización de los ciudadanos, es preciso redefinir el papel de las instituciones políticas, sociales y económicas, e ir a un orden internacional distinto, más justo y equitativo en el que los deberes morales empiecen a convertirse también en deberes jurídicos y sean exigibles a todos".
Roberto Velásquez (España)

Imagen: Internet

25 de agosto de 2011

Los Merdacos Insaciables - Por. Federico Mayor Zaragoza

Los Merdacos Insaciables

Por. Federico Mayor Zaragoza
Fundación Cultura de Paz

¿Se adueñarán también de las fuentes económicas “alternativas”, como la “tasa Tobin”, previstas para la lucha contra el hambre y la pobreza?
No deberíamos consentirlo.
Hasta aquí podíamos llegar. Ha sido preciso aceptar, a regañadientes, que en los actuales escenarios del

24 de agosto de 2011

Reflexión: ‘Del respeto a todas las culturas’


Reflexión: ‘Del respeto a todas las culturas’

“La definición más certera de una categoría de derechos humanos, cualquiera que sea, permite ceñir mejor el conjunto del sistema, por lo que el reto de cualquier declaración es precisar los

El filósofo de la oposición constructiva - Por: Sergio Esteban Vélez Peláez

El filósofo de la oposición constructiva

Por: Sergio Esteban Vélez Peláez
info@sergioestebanvelez.com

Desde ya, en el mundo francófono (donde resido), los intelectuales están celebrando los ochenta años que dentro de poco cumplirá Paul Virilio, el mundialmente connotado filósofo, escritor, urbanista y teórico cultural y de las nuevas tecnologías.
Movido por lo mucho que se está hablando sobre Virilio con motivo de este aniversario, he aprovechado esta semana de descanso estival para leer una obra clave a la hora de abordar su pensamiento: “Cibermundo ¿Una política suicida?”. Este rico texto, que bien puede resumir el complejo conceptual de Virilio, es un trabajo a través del cual este célebre pensador se atreve a denunciar los peligros de la revolución cibernética y hace un llamado al ahondamiento en un tema de tan singular importancia en nuestros días.
Sergio Esteban Vélez Peláez
En la obra, que es guiada por las preguntas del entrevistador Philippe Petit, Virilio nos da a conocer sus impresiones y temores acerca de la era de la informática, la revolución de los transportes, la ciudad, el mundo, los avances tecnológicos, la guerra, el progreso...
Virilio aborda temas como la velocidad como fenómeno físico y social, la velocidad y el poder, la era industrial y la era electrónica, los procesos de la tecnología y los vislumbres próximos de la misma, el arte y su hermenéutica, la publicidad, el avance de los medios, la democratización de la virtualidad, la guerra como campo de percepción, los inventos y los accidentes que, a la vez, estos traen (no hay adquisición sin pérdida).  Habla de la tiranía de la tecnociencia y de sus peligros.  De que estamos ante algo mayor a la bomba atómica: la bomba informática, la bomba de la información totalitaria, surgida de un complejo militar-industrial.  Habla de la falacia que sería la democratización del conocimiento y la tecnología, que seguirían siendo elitistas. Más allá de esto, teme que la cibernética se convierta en una amenaza para la democracia.  
Hace énfasis (lo ha hecho a lo largo de su carrera) en el tema de la velocidad.  La aborda desde distintos ángulos; desde el de los transportes, el de las transmisiones, en los cuales ella es decisiva para los procesos de comunicación y de desarrollo.  La velocidad y sus consecuencias sociopolíticas.    La velocidad que va hacia la omnisciencia, la ubicuidad, la instantaneidad.  La velocidad y la riqueza. Velocidad y clases sociales.  La velocidad y la guerra.  La velocidad y el poder, el control “La velocidad es el poder mismo”.  Todo esto, en un recorrido bastante aislado y somero, a través de acontecimientos importantes en la historia.  Para él, la velocidad cambia la visión del mundo.
Su discurso está sumamente influenciado por los principios de la estética y no puede evitar referirse a los grandes cambios artísticos, en parangón con los tecnológicos.  Habla de la pintura y la fotografía, del cine y su exégesis; de los puntillistas, impresionistas, cubistas...  Se pregunta por el futuro que tendrán las artes y cuestiona si están próximas a su fin, lo mismo que el libro impreso.
Cuando habla de que cada invención trae al mundo su correlativo accidente, indaga acerca de cuál será el accidente que nos traerá el dominio universal de la Internet, y presume que llegue hasta el punto de un accidente integral, total, que afecte a todo el mundo al mismo tiempo, algo sin precedentes en la historia.  Ahora, gracias a estos avances, estamos ya no en un tiempo local, sino muy próximos a un verdadero tiempo mundial, tiempo único, lo cual, aparte de traer consecuencias positivas, también trae algunas negativas:
la tecnología está reduciendo a la humanidad a la uniformidad. 
En fin, como Virilio ha sostenido, “una idea se combate sólo con otra idea”. Sólo la crítica puede hacer progresar la cultura técnica.  “Sin libertad de criticar, no hay elogio halagador” (Beaumarchais).  Son algunas frases que sintetizarían el afán de oposición constructiva de este pensador, en pos de que las cosas salgan mejor para el ser humano y no para un accidente general para la totalidad del mundo.  Y por esta concepción de protesta, su obra ha sido altamente cuestionada y debatida.  Ojalá ahora, en la celebración de sus ochenta años, el mundo hispano comience a aprovechar mejor la obra de este creador mayor.

22 de agosto de 2011

Reflexión: ‘Cambiar la condición interna del mundo’


Reflexión: ‘Cambiar la condición interna del mundo’

“Las guerras se inician en la mente de los hombres y la defensa por la paz también debe ser creada dentro de ella. El estado interior del mundo refleja el estado interior del mundo. Cuando hay violencia en la condición interna, habrá una explosión de violencia en la condición externa. Cambiar la condición interna del mundo requiere un viraje hacia un paradigma alternativo, pues el paradigma materialista no tiene espacio para la paz. El paradigma material ya no funciona más”.
B.K. Jayanti.
Imagen: Internet

18 de agosto de 2011

Reflexión: ‘Equidad y desarrollo económico’


Reflexión: ‘Equidad y desarrollo económico’

“El objetivo central del desarrollo, entendido como alcanzar mayores niveles de bienestar para toda la población, no se logrará sin avanzar significativamente en la consolidación de economías dinámicas y competitivas, pero a su vez capaces de distribuir en forma más equitativa sus beneficios. La equidad y el desarrollo económico, con su dimensión de desarrollo sostenible, son elementos de una misma estrategia integral. El desarrollo social no puede alcanzarse exclusivamente a través de la política social, por acertada que ésta sea; pero tampoco el crecimiento y la política económica pueden asegurar por sí solos los objetivos sociales sin tomar en cuenta cómo se construye la política social”.
José Antonio Ocampo.
Imagen: Internet

PROYECTO CONTEXTUS PAZ GLOBAL

17 de agosto de 2011

La Medellín de don Otto - Por: Sergio Esteban Vélez Peláez

La Medellín de don Otto

Por: Sergio Esteban Vélez Peláez
 info@sergioestebanvelez.com

La semana pasada, felicitábamos al doctor Otto Morales Benítez por su cumpleaños número 91.  Me parece, pues, propicia esta ocasión para recordar una conversación que sostuve con él hace unos meses, en la cual el ilustre ex ministro e ideólogo del Liberalismo recordaba los tiempos de su activa juventud en la capital paisa.
A pesar de ser caldense, don Otto ha tenido siempre una estrechísima relación con Antioquia y muy especialmente con Medellín.  De esta ciudad era oriunda su madre y fue donde él desarrolló sus estudios de Derecho, en la Universidad Pontificia Bolivariana, en los albores del decenio de 1940.
Sergio Esteban Vélez Peláez
En la recién fundada UPB, el joven Otto alternó su ocupación como estudiante con la de profesor de Literatura. 
En la facultad de Derecho, tuvo la suerte de encontrarse con Fernando Gómez Martínez. El influyente doctor Gómez se dio cuenta del brillo intelectual y de la “madera” de Otto y le encargó dirigir el suplemento literario de su periódico, El Colombiano.
En ese suplemento, don Otto hubo de trabajar con escritores de las distintas generaciones de creadores antioqueños y logró sacar adelante una verdadera “revolución”, al lanzar y proyectar un número significativo de autores que se convertirían en personajes de la vida nacional.
En Antioquia había una corriente intelectual sumamente importante que no se veía con mucha claridad en el panorama nacional, porque en Bogotá había (como sigue habiendo) un poco de “indiferencia” a la hora de publicar a los autores de provincia.  El doctor Otto, desde el suplemento literario, se tomó la tarea de “rescatar” esos perfiles y ponerlos a figurar.
Don Otto trabajó junto a periodistas innovadores, como José Mejía Mejía, Juan Roca Lemus (Rubayata, padre de Juan Manuel Roca), Alfonso Londoño Martínez y Jaime Sanín Echeverri.
Además de El Colombiano, de rancia estirpe conservadora, fungían como “centros de pensamiento” periódicos como “La Defensa” (ultraconservador) y los liberales “El Heraldo de Antioquia” (del cual don Otto fue editorialista) y “El Diario”, dirigido por don Emilio Jaramillo (tío político de Gaitán).
En ese momento de cambios sociales de la llamada “República Liberal”, la industria antioqueña era la más destacada del país.  Nuestra región era el motor de la patria.  De esa potencia empresarial de la Antioquia de entonces, don Otto resalta un signo que no se ha destacado suficientemente: la industria democratizó las acciones.  Personas de todas las clases sociales tuvieron la oportunidad de comprar acciones de las grandes compañías antioqueñas. 
Pero, por encima de la reputación industrial de Medellín, don Otto recuerda que también sobresalía el ángulo intelectual de la urbe: además de que había colegios y universidades de excelencia y de que la gente podía fácilmente suscribirse a las mejores revistas culturales del continente,  uno podía encontrarse con novelistas de la talla de Tomás Carrasquilla o el entonces joven Manuel Mejía Vallejo; con poetas de la categoría de León de Greiff o de Abel Farina, o de los entonces promisorios Édgar Poe Restrepo, Hernando Rivera Jaramillo, Jorge Montoya Toro  y Carlos Castro Saavedra.  Si uno preguntaba por grandes músicos, allí estaban Carlos Vieco y Tartarín Moreira.  Y si de artistas hablamos, sobresalían el gran muralista Pedro Nel Gómez y Rodrigo Arenas Betancur (quien realizara un busto de su amigo Otto).
Había también filósofos, como Cayetano Betancur y Abel Naranjo Villegas, y promotores de la divulgación de las nuevas tendencias intelectuales, como Gabriel Fernández Jaramillo y Alfonso Mora Naranjo.
Lástima que el espacio de hoy se nos esté acabando y que no nos alcance para referirnos a las delicias de eso que don Otto llama “el verbo ‘juniniar’”, ni a sus historias de retroalimentación intelectual con sus dos mayores “compinches” de esos tiempos en Medellín: Rodrigo Arenas Betancur y Belisario Betancur. Con ellos, conformó un trío formidable, sobre cuyas anécdotas y trascendencia bien valdría la pena escribir un libro. Hoy, 70 años más tarde, don Otto mantiene su exquisita amistad de diálogo y raciocinio con el expresidente-poeta. 
Gracias a su profunda compenetración con el pueblo antioqueño, don Otto ha escrito una docena de libros sobre nuestros autores. “Yo me he preocupado por devolverle a Antioquia lo que me entregó en sabiduría”, dice don Otto, el más prolífico ensayista colombiano.

16 de agosto de 2011

Wallerstein: 'Se vienen años de incertidumbre y caos mundial'. - Por: Sally Burch

Wallerstein: 'Se vienen años de incertidumbre y caos mundial' (Entrevista)

Por: Sally Burch
Sally Burch

El destacado académico de las ciencias sociales, Immanuel Wallerstein, es uno de los más connotados exponentes del pensamiento crítico contemporáneo y durante su reciente visita a Ecuador, ALAI conversó con él sobre la actual crisis de deuda que golpea duramente a Estados Unidos y sus consecuencias para los países emergentes y América Latina.
El investigador principal de la Universidad de Yale considera que el dólar ha entrado en un proceso grave e irreversible de pérdida de valor como moneda de reserva mundial, subrayando que era “el último poder serio que mantenía Estados Unidos”.
Wallerstein piensa que las diferentes medidas de emergencia que se están implementando en su país simplemente están retrasando la banca rota mundial. “Los daños son hechos concretos, la situación de los Estados Unidos es grave y no es recuperable”, recalca.
Estima que el desenlace ocurrirá dentro dos o tres años, con resultados caóticos para el sistema mundial porque “no habrá una moneda de reserva internacional” y tampoco existen condiciones para que otra moneda pueda ocupar ese rol. Entonces con el fin del dólar como reserva mundial “van a existir cinco, seis o siete monedas importantes, una situación caótica porque habrá fluctuaciones enormes continuas”.
“Ni los gobiernos ni las firmas transnacionales, ni los mega-bancos, ni los individuos sabrán qué hacer. Una incertidumbre enorme paralizará el mundo, especialmente a los inversionistas”, advierte el académico estadounidense.
Mientras esto ocurre en un nivel macro de la economía norteamericana, paralelamente también en un plano más local se vienen produciendo serios problemas económicos. “Comunidades urbanas pequeñas están entrando a la bancarrota y por ejemplo no pueden pagar las jubilaciones”, indica el científico social.
El investigador considera que en su país la clase media es la más afectada porque de un día a otro las familias pierden posición y los trabajadores que perdieron su empleo no pueden hallar otro puesto, especialmente las personas entre 40 y 60 años, llegando incluso a perder sus casas. Es una situación que actualmente no tiene solución y no se observa posibilidad de encontrar una válvula de escape.
Immanuel Wallerstein
Además, Wallerstein señala que “la situación en Estados Unidos va a empeorar porque se va a eliminar la posibilidad que el gobierno sostenga gastos necesarios en este momento, creándose una situación peor que la actual. La fantasía del Tea Party está llevando a Estados Unidos y por consecuencia a todo el mundo en dirección de un crash”.
Teniendo en cuenta estas consideraciones el pronóstico del teórico norteamericano, para los próximos años, es bastante pesimista. “Yo veo guerras civiles en múltiples países del norte, sobre todo en Estados Unidos donde la situación es mucho peor que en Europa occidental, aunque allá también hay posibilidades de guerra porque hay un límite hasta el cual la gente ordinaria acepta la degradación de sus posibilidades”.

China y países emergentes

Ante la crisis de Estados Unidos y Europa los países emergentes por el momento parecen vivir bien, sin embargo, desde el punto de vista de Wallerstein, esconden una falsa realidad porque todos estamos en una misma canasta.
Teniendo en cuenta que China es el principal tenedor de bonos norteamericanos, ese país afronta una disyuntiva muy delicada. Wallerstein considera que si por un lado “deja de comprar bonos de Estados Unidos va a perder la oportunidad de colocar productos chinos en ese mercado, un problema muy serio para la China. Al mismo tiempo, cuando el dólar pierda su posición relativa a las otras monedas sus bonos no van a valer mucho”.
Entonces, China se está arriesgando a perder enormemente tanto si se retira o si continúa en el mercado de bonos norteamericanos. Frente a esta situación considera que “lo más probable es que la China se vaya retirando poco a poco”. Justamente el problema está en determinar cuando es el momento perfecto para detener las inversiones, lo cual es imposible de señalar porque si lo supiéramos seríamos todos ricos, agrega el investigador.
Además de este serio problema que afronta China, explica que el país asiático atraviesa por una situación muy frágil desde el punto de vista de su economía interna, “porque los bancos chinos están en la misma situación que los bancos norteamericanos de hace dos o tres años”. Asimismo, la inflación limita posibilidades a China y a otros países emergentes como, por ejemplo, a Brasil.
En este contexto considera que los países emergentes, y en el caso de Suramérica la Unasur, deberán hallar los mecanismos de un “proteccionismo a corto plazo a fin de minimizar los daños que serán para todo el mundo. No habrá países que escaparán de los daños pero serán más grandes para algunos que para otros”.
Preguntado sobre la construcción de una nueva arquitectura financiera regional, con iniciativas como el Banco del Sur o de una moneda regional como el Sucre, el académico valoró positivamente esas posibilidades para los pueblos de América del Sur. “La creación eventual de una moneda verdadera común será un elemento de fuerza económica en esta situación”. En ese sentido citó como ejemplo que a pesar de las dificultades en Europa con el euro, la decisión de salvaguardar la moneda común “va a permitirles una posición política importante”.
Finalmente, como un mensaje para América Latina invitó a continuar con la reflexión sobre la necesidad de garantizar alimentos suficientes para su pueblo, agua para su pueblo, energía para su pueblo, como cuestiones mínimas y esenciales que deben hacer todos los gobiernos del Sur. [Fuente: Alain-amlatina]
Foto: Internet

CUBA: Brindis por Wendy e Ignacio - Por: Reinaldo Escobar


CUBA: Brindis por Wendy e Ignacio

Por: Reinaldo Escobar

Tuve el enorme privilegio de ser el padrino de la boda de Wendy Iriepa e Ignacio Estrada, la primera en Cuba entre un transexual y un gay. Transcribo aquí el brindis que hicimos:

Quiero brindar por el sol y por la luna. En español, el primero es masculino, la segunda femenina.

Pero en otras lenguas, por ejemplo, en alemán, se dice die Sonne y der Mond, o lo que es igual, completamente al revés que en nuestro idioma, desde el punto de vista de la clasificación de géneros. ¡Allá la gramática con sus estrecheces conceptuales! ¿Quién brilla más aquí en esta pareja? ¿Quién aquí eclipsa al otro? ¿Quién emite, quién refleja? Dos astros, dos personas acaban de enlazar sus destinos. Por oscuras que sean las nubes, siempre serán pasajeras. Brindemos por los novios, o por las novias, como se prefiera,  por la luz propia de cada cual y por todo lo que puedan reflejar.

15 de agosto de 2011

Reflexión: ‘Repensar a Locke y Rousseau’

Reflexión: ‘Repensar a Locke y Rousseau’

“Nos encontramos ante lo que Alain Touraine denominó consentido profético, hace ya veinte años, como sociedad programada, que dispone de los recursos de la biotecnología, que constituirán probablemente la mayor industria del siglo XXI, que intervendrá en la esfera íntima de cada uno de nosotros: en el código genético, en la reproducción humana, con, con el riesgo, de una apropiación de la vida y de los procesos biológicos. Un riesgo a todas luces mayor, que pesa sobre el espacio público y sobre la democracia. Locke, el gran teórico del contrato social, y en cierto sentido del nacimiento de la sociedad democrática, prohibió la apropiación del cuerpo humano y es por eso que condenó la esclavitud; Hobbes, por el contrario, la justifico dentro de su contrato social. Hoy en día estamos ante algo que casi escapa a nuestra inteligencia y esos contratos sociales, el de Locke, el de Rousseau, debe ser repensados”.
(...)
“El pilar de este nuevo contrato social que proponemos para el siglo XXI es la reconstrucción de una sociedad de participación; de un reparto justo y de la distribución de la riqueza. En particular, por supuesto, de la erradicación dela pobreza; la reducción de las desigualdades escandalosas, que desembocan en la desesperanza y en la exclusión ”.
Jerôme Bindé.
Imagen: Internet

Discusiones sobre el declive de Estados Unidos - Por Claudio Katz

Discusiones sobre el declive de Estados Unidos

Por Claudio Katz(*)

Resumen

Los diagnósticos de declinación estadounidense destacan la regresión monetaria e industrial y el endeudamiento externo del país. Pero analizan la economía norteamericana con los mismos parámetros de cualquier otro país, olvidando el papel primordial de la primera potencia en la reproducción del capital global. Esa centralidad se verifica en la primacía de las finanzas estadounidenses.

El dólar ha perdido su reinado mundial, pero ninguna otra divisas se perfila como reemplazante y en las situaciones de crisis es el refugio más apetecido. El endeudamiento norteamericano es sostenido por varias potencias exportadoras. Para comprender el rol de una economía imperial hay que superar la perspectiva nacional comparativa.

El retroceso de la industria norteamericana está compensado por la localización externa de las firmas. Esta combinación es omitida por la teoría de la declinación, que también soslaya el liderazgo tecnológico de Estados Unidos. La primera potencia lucra con el neoliberalismo y se ha recompuesto en cada disipación de las crisis capitalistas.

El retroceso militar de Estados Unidos no se verifica. La primera potencia sufrió derrotas, pero también logró varios éxitos. Hay que distinguir la envergadura de cada episodio y registrar el ejercicio cotidiano de la coerción imperial. Estados Unidos no es un guerrero solitario, sino que encabeza un dispositivo de protección colectiva. La omisión de este dato conduce a observar “sobre-extensiones territoriales”, donde existen manejos capitalistas.

El intento norteamericano de introducir modalidades de gestión globalizada confirma la inconveniencia de evaluar su liderazgo con parámetros comparativos. No se deben confundir coyunturas con tendencias. Evitar la subestimación del gendarme es la condición para derrotarlo.

Muchas teorías de resurgimiento de la rivalidad inter-imperial se inspiran en diagnósticos de declinación estadounidense. Consideran que ese declive modifica drásticamente la configuración del capitalismo contemporáneo y tiende a reabrir la competencia por el reparto del mundo. Hay diagnósticos fuertes y moderados de esa evolución y distintas caracterizaciones sobre el retroceso estadounidense.

Los argumentos de la declinación

El enfoque más corriente remarca la regresión económica. Destaca que el gigante del Norte perdió la superioridad de posguerra, ya no controla el 50% de la industria mundial y no ejerce un reinado monetario. Señala que la in-convertibilidad del dólar (1971) acentúo el deterioro de Estados Unidos frente a Europa o Japón y estima que esa caída se profundizó en las últimas dos décadas de ascenso chino. Resalta la presencia de un generalizado repliegue de la producción norteamericana, que incluye desmoronamientos de la productividad, obsolescencia de la estructura manufacturera y creciente desindustrialización. (1)

En el análisis de este estancamiento se hace hincapié en la pérdida de empleos industriales, la expansión de los servicios y el déficit comercial, que son atribuidos a la masiva importación de bienes anteriormente fabricados en el país. Este desequilibrio externo es explicado por una descontrolada inclinación norteamericana al sobre-consumo, que favorece a las empresas foráneas. (2)

El retroceso del dólar es presentado como otro barómetro del declive. La pérdida de señorazgo de esa divisa es vista como un proceso irreversible. Se supone que concluirá con el reemplazo del billete que reguló durante décadas las transacciones internacionales, por otras monedas (euro, yen, yuan) o por la formación de una canasta de signos sustitutos. (3) Esta sustitución es también asociada con la transformación de un viejo acreedor mundial en el principal deudor contemporáneo. Estados Unidos es descripto como un agobiado prestatario, que depende del flujo de capitales externos para solventar su deuda pública. Esta atadura –que obliga al país a sostener tasas de interés atractivas para los adquirientes foráneos de bonos del tesoro- es identificada con otras experiencias de declive histórico. Se recuerda que la sofocación deudora determinó en el pasado, el fin de la expansión material y el comienzo de la regresión financiera de todas las potencias declinantes. (4)

Este retroceso es señalado, a su vez, como el principal causante de la segmentación económico-social que soporta Estados Unidos. La fractura que corroe la movilidad ascendente de posguerra ya sepulta al modelo de empleo e ingresos ascendentes, que caracterizó al fordismo. (5)

El ritmo de caída del imperio norteamericano suscita controversias. Algunos autores sostienen que ese desplome supera ampliamente la percepción corriente. Consideran que estuvo enmascarado durante la última década por el derrumbe del contendiente soviético y por los artificios de la globalización financiera. Estiman que una economía depredadora y dependiente de la exacción de recursos de otros países tiende al desplome y repetirá la trayectoria seguida por España durante el siglo XVII. Esa potencia disimulaba su quiebra con el oro sustraído del Nuevo Mundo. (6)

Otras visiones son más cautelosas. Reconocen que Estados Unidos logró posponer su caída, mediante un paréntesis de “belle époque” gestado durante el neoliberalismo. El país pudo reorientar los flujos financieros hacia su propio mercado y contó con recursos suficientes para doblegar a la URSS y domesticar al Sur. (7)

Pero este desahogo no alcanzaría y solo demoraría la decadencia que ya padeció anteriormente el imperio británico. Ese antecedente incluyó los mismos giros hacia la intermediación comercial y el refugio en las finanzas. Estados Unidos carga, además, con una orfandad de dominios territoriales, que le impiden repetir la administración de la regresión que logró Inglaterra a principios del siglo XX. (8)

De estas caracterizaciones surgen contundentes previsiones sobre el fin del liderazgo norteamericano, que algunos autores sitúan en una fecha precisa (año 2025) y otros imaginan en horizontes más indefinidos. Pero todos convocan a “desacoplarse” por cualquier vía del desplome estadounidense. (9)

Singularidades financieras

Las teorías que diagnostican el declive norteamericano analizan la economía de esa potencia con los mismos parámetros de cualquier otro país. No registran las peculiaridades de una estructura muy singular. Estos rasgos se forjaron durante la posguerra y se consolidaron en las últimas décadas de mundialización neoliberal.

A diferencia de otros países, Estados Unidos juega un papel primordial en la reproducción del capital global. Resulta indispensable tomar en cuenta este dato, en cualquier evaluación. El simple contraste de índices de productividad, endeudamiento o gravitación monetaria del gigante del Norte con sus rivales olvida esta particularidad y se limita a extender la teoría realista de las relaciones internacionales al campo de la economía. Traza un contrapunto en el plano industrial, comercial o financiero entre países desarrollados, suponiendo que compiten en igualdad de condiciones por la dominación mundial.

Con esa mirada se supone que Estados Unidos pierde posiciones frente a sus rivales, desconociendo que esa batalla no se desenvuelve como una confrontación entre pares. Ningún adversario cumple el rol político-militar que juega el gendarme imperial, en la preservación del sistema que defienden todos los concurrentes.

Una mirada exclusivamente centrada en la competencia era válida a fines del siglo XIX, pero no sirve en la actualidad. Se ha consumado una internacionalización de la economía, un salto en la asociación mundial de los capitales y un incremento cualitativo en la gravitación de las empresas transnacionales que modifican el viejo escenario. En el contexto vigente, Estados Unidos ocupa un rol decisivo en la organización de la economía global.

Esa centralidad es muy evidente en el plano financiero y por esta razón los teóricos del declive son más cautelosos en los diagnósticos de este sector. Reconocen la continuada preeminencia de los bancos estadounidenses, que perdura como un factor determinante de la mundialización contemporánea.

Mediante la expansión de esas entidades se forjó inicialmente el mercado del euro-dólar que financió la internacionalización de las empresas norteamericanas y especialmente su asociación con las compañías europeas. Esa plaza se convirtió en el principal antecedente de los depósitos desregulados y las transacciones extraterritoriales, que posteriormente forjaron la mundialización financiera. Los bancos norteamericanos facilitaron un manejo autónomo de la liquidez mundial, que apuntaló el protagonismo de la City londinense.

Cuando las desregulación de esa actividad exigió mayor incidencia directa de la Reserva Federal, la centralización de las operaciones se trasladó a Nueva York. Este giro fue precedido por una gran depuración de los propios bancos estadounidenses, que sufrieron un recorte del 36% de sus entidades a fines de los 70 y una segunda limpieza de gran porte a principios de 90. Este ajuste se enmarcó en una ofensiva neoliberal que comenzó en Washington, con la decisión de encarecer la tasa de interés. (10)

Esta gravitación de las finanzas norteamericanas quedó confirmada durante las últimas dos décadas por el rol que ha jugado Wall Street (en el circuito bursátil internacional) y la Reserva Federal (en la circulación global del capital). Lo ocurrido en la crisis reciente ha sido muy ilustrativo de este poderío. Toda la política de socorro estatal a los bancos implementada a nivel internacional fue primero definida por los banqueros estadounidenses, luego asumida por el gobierno de ese país y finalmente adoptada por el resto de las potencias.

Esa preeminencia se verifica también en las negociaciones para reorganizar el sistema bancario. Estados Unidos le impuso a Alemania y a Francia la preservación del actual esquema de finanzas liberalizadas, con algún ajuste cosmético de los paraísos fiscales. Todo el reordenamiento de las normas bancarias internacionales ha quedado a subordinado, además, al ajuste previo de las entidades norteamericanas.

El control sobre las calificadoras, la supervisión de los fondos buitres, la regulación de los capitales mínimos y las restricciones al apalancamiento que se dispongan en Estados Unidos fijarán la pauta a seguir en todo el planeta. El modelo de la FED sería primero adoptado por el FMI y posteriormente exportado al resto de las naciones. Los tiempos de esta renovación dependen de las tensiones internas que afronta la administración de Obama.

La FED actuó durante la crisis del 2008-2010 como un Banco Central con influencia mundial y definió la política predominante de bajísimas tasas de interés. Japón volvió a exhibir sometimiento financiero al padrino estadounidense y el ente rector de las finanzas europeas fue incapaz de adoptar medidas significativas. Mantuvo una postura conservadora y restringió su radio de acción al Viejo Continente.

La gravitación de las finanzas norteamericanas obedece al rol estratégico que continúa cumpliendo ese sector en la internacionalización del movimiento de capitales. Esta circulación no quedó interrumpida por ninguna crisis de las últimas décadas. Al contrario, cada colapso bancario vigorizó la globalización de las finanzas, que impulsan todas las potencias, pero que asegura Estados Unidos. Este rol de garante no se verifica sólo observando la localización del capital. Hay que notar quiénes son los socios y custodios de los flujos financieros desperdigados por todo el planeta.

Divisas y endeudamiento

El lugar del dólar en este proceso es un tema más controvertido. Es evidente que esa divisa ya no tiene la supremacía indiscutida de los años 50. Pero su in-convertibilidad arrastra más de cuatro décadas y durante ese lapso no se registró el desplome incontenible de un signo carente de respaldo real. Predominaron sucesivos ciclos de ascenso y descenso de esa cotización, junto a la aparición de varias monedas de mayor alcance global. Ninguna de estas divisas se ha perfilado, hasta ahora, como reemplazante del billete norteamericano.

Lo ocurrido en la crisis reciente confirmó este panorama. El dólar se convirtió en el principal refugio monetario frente al desmoronamiento de los bancos. En la emergencia, los acaudalados del planeta optaron por proteger sus ahorros en esa divisa (en llamativo contraste con el euro). La moneda del Viejo Continente debió sostenerse con un anclaje, que el Banco Central Europeo sostuvo mediante tasas de interés superiores a las vigentes en Estados Unidos. Esa entidad actuó con muchas vacilaciones para apuntalar un signo creado durante la bonanza y sometido a su primer test de consistencia.

En la distensión financiera que ha sucedido al pico del colapso del 2008-09, el dólar ha vuelto a caer. Esta baja ciertamente refleja la búsqueda de un equilibrio monetario, que exprese las nuevas relaciones de fuerza vigentes entre la primera potencia y el resto del mundo. Estados Unidos intenta mantener cierta primacía, manejando una devaluación que le permita reducir el déficit comercial, sin afectar la afluencia internacional de capitales. Negocia con sus rivales estos dos objetivos contradictorios, mientras que sus competidores intentan aminorar la gravitación del dólar, evitando su completa sustitución por otra moneda.

La tendencia preeminente apunta disminuir la supremacía monetaria norteamericana, sin eliminar su gravitación. El euro no se perfila como reemplazante del dólar, el yen ni siquiera ambiciona disputar ese rol y el yuan no opera todavía libremente en los mercados internacionales. Nadie avala tampoco, un retorno a las áreas monetarias cerradas de entre-guerra.

Por esta razón se discute la formación de distinto tipo de canastas o billetes compartidos (como los Derechos Especiales de Giro), cuya viabilidad dependerá del carácter manejable o descontrolado que asuma la crisis actual. En general, los rivales buscan nuevas formas de asociación y no de confrontación (o reemplazo) de Estados Unidos. (11)

Este interés por preservar la estabilidad del dólar obedece a un propósito comercial: continuar la colocación de productos en el principal mercado del planeta. Mediante la importación masiva de bienes, la economía norteamericana mantuvo aceitado el ritmo de actividad mundial, durante la última década. Todos los exportadores intentan sostener su cuota de ventas en Estados Unidos y esa tarea exige mantener la gravitación del dólar.

En este contexto hay que analizar la conversión de Estados Unidos en un gran deudor. Este lugar puede ser interpretado como un signo de decadencia y subordinación a los rivales ascendentes es otro indicio del papel central que ocupa la primera potencia, en el ciclo mundial de los negocios.

Existen muchas discusiones sobre la magnitud real del endeudamiento externo norteamericano y del costo de su refinanciación externa, a partir de un déficit comercial que saltó del 1,7% (1982-97) al 5-6 % del PBI (2003-10). Las calificadoras han reducido el puntaje de confiabilidad de la deuda y los republicanos impulsan la formación de una comisión con plenos poderes, para monitorear una drástica reducción del pasivo. Estos datos son ilustrativos del debilitamiento interno de la economía norteamericana.

Pero el país mantiene su estratégica importancia como absorbente de las mercancías excedentes. La actitud de China durante la crisis reciente retrató el interés que mantienen las restantes potencias en el sostenimiento de ese mercado. El gigante oriental decidió refinanciar el déficit norteamericano para preservar su corriente de ventas. La posibilidad de sostener este circuito es muy dudosa y no resulta fácil continuar comerciando a puro crédito.

Pero los teóricos de la declinación norteamericana no logran explicar por qué razón, los concurrentes de la primera potencia apuestan al sostenimiento y no a la caída de su rival. A la hora de observar el endeudamiento externo hay que notar no solo la posición contable adversa de Estados Unidos, sino también la función movilizadora que tiene ese desbalance sobre el flujo internacional de capitales y mercancías.

Para capturar las tendencias en curso es necesario reconocer que la economía norteamericana no se equipara con las restantes. Las variables en discusión -cotización del dólar, magnitud del déficit comercial, envergadura del bache presupuestario- deben ser analizadas superando la perspectiva nacional-comparativa. Hay que estudiar esos indicadores desde una dinámica imperial, que sitúa a Estados Unidos en el corazón del capitalismo global.

Internacionalización y segmentación

En el terreno industrial los datos del retroceso norteamericano son más contundentes. La participación del país en la producción manufacturera mundial se ha reducido año tras año. Esta caída obedece a la irrupción de los competidores y a la creciente localización externa de las firmas estadounidenses.

La magnitud del retroceso es más discutible, si en lugar de comparar con lo ocurrido con las nuevas potencias, se traza un contrapunto con los viejos rivales de la tríada. En ese contraste, la tasa de crecimiento de Estados Unidos no ha sido inferior a Europa o Japón. La productividad supera a ambas regiones en las ramas más estratégicas, en el gasto de inversión y desarrollo y en el promedio de las ganancias. (12)

Tal como ocurre con las finanzas, la performance industrial norteamericana no debe ser evaluada con simples comparaciones internacionales. A diferencia del pasado, el índice de internacionalización de las grandes empresas constituye un dato insoslayable.

Si una firma estadounidense se traslada a un país asiático, su producción parece acentuar la prosperidad de Oriente a costa de Norteamérica. Pero en realidad, esa compañía remite ganancias a la nación de origen y forma parte de un dispositivo fabril globalizado, bajo el comando estadounidense. Esta mundialización constituye el cambio más importante de la industria norteamericana. Las compañías que fabricaban “made in USA” encabezaron desde fines de los años 60 un gran salto hacia la inversión externa directa.

Los teóricos de la declinación reconocen ese liderazgo, pero consideran que la internacionalización productiva ha erosionado indiscriminadamente el poder territorial de todos los estados. No perciben el carácter jerarquizado de ese deterioro y el continuado poder de presión que mantiene el estado norteamericano, sobre los países que reciben inversiones de esa metrópoli.

En la nueva división del trabajo que forjó la internacionalización productiva, muchas actividades de mayor relevancia (gerencia, diseño, investigación, control financiero, innovación de producto, administración comercial) han mantenido su vieja localización. Sólo abaratan costos, transfiriendo a las filiales la fabricación en masa. Esa producción sigue las pautas fijadas por una gestión global, que se diagrama en las casas matrices.

Este proceso constituye una reorganización más compleja que la simple desindustrialización, resaltadas por los teóricos de la decadencia estadounidense. Desconocen que la primera potencia ha liderado una transformación global que continúa generando significativos beneficios. Un indicador de esta tendencia es el aumento de las ganancias remesadas por las firmas que operan en el exterior. (13)

Este proceso de internacionalización ha dado lugar a una creciente segmentación de la industria norteamericana. Las compañías que operan a escala globalizada se han expandido y las firmas que actúan sólo a nivel nacional sufrieron sucesivos retrocesos. La ampliación del primer sector genera desequilibrio comercial y la regresión del segundo acentúa la pobreza y el desempleo.

Esta misma segmentación explica, a su vez, la recuperación que tuvieron los sectores globalizados que trabajan con tecnologías de punta, especialmente en las actividades de aeronáutica, informática y electrónica. La contraparte de esta prosperidad ha sido la sistemática caída de las ramas que operaban en torno al mercado interno.

La escandalosa polarización social que soporta Estados Unidos constituye un reflejo de esa fractura económica. La brecha no separa sólo a las familias enriquecidas de los trabajadores endeudados. En todo el país se ha producido una radical transformación entre zonas que mantuvieron su nivel de actividad y regiones que colapsaron por la reorganización capitalista. Basta recordar que en plena crisis del 2008-2010 continuaron floreciendo las ganancias de las empresas con fuerte localización externa, para mensurar la dimensión de esa reconversión.

Esta reorganización expresa la compleja y contradictoria situación que ha creado la internacionalización de la industria norteamericana. Esta transformación es omitida por los análisis que enfatizan la declinación. Observan la reestructuración como una prueba del declive, soslayando el análisis de la mundialización en curso.

Esos enfoques enfrentan un escollo particularmente duro a la hora de explicar el liderazgo norteamericano, en las nuevas tecnologías de la información. Este comando es indiscutible en cualquier esfera de la computación, las redes, la microelectrónica, los chips, el hardware o el software. Esta supremacía obedeció en su origen a la estrecha conexión del sector con la experimentación militar. Existen numerosas controversias sobre el impacto de la revolución tecnológica actual en la productividad de las empresas, aunque el paso del tiempo tiende a confirmar la presencia de un giro radical.

Pero lo incuestionable es la incidencia dominante de Estados Unidos en ese proceso y este liderazgo en la innovación contrasta con el postulado de la declinación. En la historia del capitalismo los países que encabezaron revoluciones tecnológicas mantuvieron lugares preponderantes en la jerarquía internacional.

Algunos partidarios de la teoría del declive aceptan el carácter sinuoso del retroceso norteamericano. Comparan el respiro logrado por el país bajo el neoliberalismo, con el interregno que pospuso la decadencia británica a principios del siglo XX.

Pero la restauración del poder estadounidense no ha sido tan puntual. Desde los años 70 esa recomposición ha irrumpido en varias oportunidades, al cabo de severas crisis. Se observó después de la derrota de Vietnam y luego del desplome de la URSS. Cada vez que el capitalismo global logró emerger de una coyuntura crítica, se observó esa restauración estadounidense.

Los teóricos del declive simplemente presentan esa recomposición como un dato secundario e incluso sugieren que Estados Unidos se perfila en el largo plazo, como uno de los perdedores de la era neoliberal. Olvidan cómo ha usufructuado de la ofensiva del capital, la potencia que concibió, gestó y consumó esa agresión.

Las previsiones de caída norteamericana con fecha precisa son mucho más discutibles. Situar este desplome en el 2015, 2025 o 2050 es un dudoso ejercicio de futurología, que omite estudiar cómo la mundialización ha modificado la secuencia tradicional de sustituciones hegemónicas.

¿Pérdida del poder militar?

Existe otra caracterización más contra-intuitiva del declive norteamericano. Destaca que la primera potencia no sufre sólo regresión económica, sino también impotencia militar. Considera que el gendarme afronta desde hace varias décadas una secuencia de derrotas bélica, que comenzaron con la retirada de Vietnam y culminaron con el fracaso de Irak. La primera adversidad marcó el inicio de la caída (“crisis señal”) y el último podría implicar el jaque mate del imperio (“crisis terminal”). (14)

Esta evaluación supone que los últimos cuarenta años han estado signados por continuadas frustraciones del Pentágono, tanto en guerras parciales (Nicaragua, Camboya, Angola, Afganistán), como en operativos contra blancos insignificantes (Granada, Panamá). Este mismo resultado adverso es atribuido a las acciones de hostigamiento aéreo (Libia en los 80), a las incursiones contra enemigos puntuales (Somalia) y a las misiones de coerción policial (Kosovo, Yugoslavia). Este balance deduce que los tropiezos yanquis facilitaron los desafíos tercermundistas (encarecimiento del petróleo) y las insolencias de Irán e Irak. (15)

Este enfoque considera que todas las reacciones estadounidenses afianzaron su debilidad. Sostiene que la primera potencia sólo obtuvo victorias contra adversarios irrisorios. Estima que esa elección de enemigos insignificantes ilustra el temor del Pentágono a confrontar con países de mayor porte. Esa cobardía es vista como un inequívoco síntoma de decadencia. (16)

Esta caracterización presupone que el síndrome creado por Vietnam continúa condicionando una postura débil del imperialismo norteamericano. Se supone que esta fragilidad no habría encontrado ningún contrapeso significativo en el último cuarto de siglo. Se estima que ni siquiera la caída de la Unión Soviética, revirtió la regresión militar de Estados Unidos. (17)

¿Pero se puede resumir la compleja relación de fuerzas de las últimas cuatro décadas en un sencillo veredicto de “derrotas norteamericanas”? ¿Ha estado marcado este período por invariables fracasos del Pentágono? El carácter unilateral de esta evaluación salta a la vista.

Tanto en la posguerra como en el período neoliberal, el imperialismo norteamericano soportó contundentes derrotas y logró significativas victorias. Los fracasos sufridos en Vietnam o Cuba coexistieron con los éxitos obtenidos en República Dominicana, Guatemala o Panamá. Entre ambos polos se verificó una amplia variedad de resultados mixtos.

Es erróneo colocar en una misma bolsa a situaciones tan diferenciadas. Los marines arrasaron a Granada, pero debieron escaparse de Somalia. En algunos operativos impusieron su agenda de ocupación y en otros no pudieron estabilizar títeres confiables.

Cuando esa multiplicidad de resultados se reduce a un restrictivo concepto de “fracaso general”, la conclusión implícita es el triunfalismo ingenuo. Esa sensación no se corresponde con la ofensiva neoliberal de las últimas dos décadas.

Considerar que el derrumbe de la URSS acentuó el debilitamiento militar estadounidense es el corolario más extremo de ese razonamiento. Se pueden trazar muchos balances de la guerra fría y subrayar acertadamente que el “campo socialista” se derrumbó más por implosión interna, que por presión bélica externa. Pero no tiene ningún sentido presentar ese desmoronamiento, como una adversidad para Estados Unidos. Es evidente que constituyó exactamente lo contrario y que le brindó al imperialismo oxígeno requerido para implementar la ofensiva neoliberal.

Es importante reconocer que el desmoronamiento del principal adversario de la segunda mitad del siglo XX, tiene más envergadura que los tropiezos en Somalia. Al colocar en pie de igualdad acontecimientos de dimensiones tan divergentes, se abre el camino para la arbitrariedad.

Conviene no descalificar las operaciones que desarrolla el Pentágono con adjetivos menores. A través de esas acciones se concreta el rol de custodio cotidiano, que ejerce el imperialismo a escala mundial. Mediante el despacho de marines hacia pequeños lugares desestabilizados, Estados Unidos cumple el papel de gendarme que le han delegado las clases dominantes del planeta.

Las guerras imperialistas contra los pueblos indefensos siempre han seguido ese patrón de inequidad. En ese desparpajo se basa el ejercicio de la coerción. Estas acciones deberían incentivar la denuncia y no miradas épicas o morales que sugieren grandes fragilidades del opresor.

El principal test de la fortaleza o debilidad de una potencia no se verifica en las peripecias menores, sino en los desafíos de gran alcance. La pregunta eludida por los teóricos del fracaso militar es la ausencia de confrontaciones de peso con la primera potencia. Si Estados Unidos tiende a ser pulverizado en cualquier campo de batalla: ¿Por qué nadie aprovecha esta impotencia para desplazarlo?

Al evitar este interrogante básico, se puede presentar la extensa trayectoria que ha recorrido el capitalismo contemporáneo desde Vietnam a Irak, como una sucesión de desplomes militares estadounidenses. Lo que no se explica es por qué razón preserva su liderazgo bélico.

El retrato de sucesivas caídas del Pentágono da lugar a ese curioso resultado. Al cabo de cuatro décadas de invariables fallidos, Estados Unidos monopoliza la mitad de gasto bélico internacional, mantiene su red de bases militares, controla la OTAN y supervisa la proliferación atómica.

¿Aislamiento o asociación?

La sesgada óptica centrada en los fracasos norteamericanos se extiende al balance de Irak. Este operativo es presentado como una derrota militar superior a Vietnam. Se remarcan los aciertos que logró una resistencia con un armamento y experiencia guerrillera inferior al Vietcong y se resalta la impotencia de las tropas invasoras. (18)

Pero hasta ahora el resultado de esta incursión es mucho más incierto y el desenlace final permanece abierto. A un costo humano incalculable, los marines han creado en Irak una situación de desangre interno, que les permite permanecer en el país.

Una diferencia importante con Vietnam radica en la profesionalización de las tropas y el uso masivo de mercenarios. Esas modalidades acentúan la descomposición interna de los invasores, pero han evitado las protestas contra la guerra que imponía la conscripción obligatoria en los años 70. Este cambio le aportó a la comandancia yanqui un alivio político que no tenía el generalato anterior.

Al soslayar estos datos se tiende a vislumbrar a Estados Unidos como una superpotencia solitaria, carente del poder y los medios que se utilizaban en el pasado. Se supone que la influencia internacional norteamericana ha caído, junto al deterioro de los contingentes terrestres, que se necesitan para ejercer el mando mundial. (19)

Pero ese aislamiento no se ha verificado en los principales operativos de las últimas dos décadas. Estados Unidos forjó coaliciones para invadir regiones estratégicas con el concurso de la ONU (Golfo), aprovechó el implícito aval de sus socios para acciones unilaterales (Irak), contó con financiación y tropas externas para ampliar agresiones (Afganistán) y sustituyó a sus aliados en las intervenciones complejas (Balcanes).

El imperialismo no ha dado ningún paso significativo sin el visto bueno (o por lo menos la resignación) de sus socios. Es cierto que resurgen las tensiones con Rusia y con China, pero estas hipótesis están referidas al futuro. En el balance de lo ya ocurrido, no se observa ningún atisbo de soledad. Estados Unidos actúa al frente de una coalición de la triada, que se mantiene sin cambios.

En algunos trabajos se argumenta que la primera potencia ya no logra financiar sus guerras. A diferencia de su antecesor británico carece de una colonia para extraer riquezas (como era la India) y depende de préstamos internacionales para sostener su aparato bélico. (20)

Pero este apuntalamiento del resto del mundo ilustra el interés global que existe en el sostenimiento del gendarme yanqui. El Pentágono no desenvuelve solo guerras hegemónicas (como Inglaterra), al servicio exclusivo de su propia burguesía. Cumple un rol protector del sistema internacional de dominación. Si se omite esta diferencia, resulta imposible comprender la lógica de la política militar estadounidense. Esa orientación no está guiada sólo por los intereses de una potencia, sino por los propósitos más colectivos del capitalismo mundial.

Este cambio es ignorado por quiénes razonan las hipótesis bélicas del futuro con los criterios de guerras inter-imperialistas. Con esa mirada suponen que Estados Unidos compensa la fragilidad económica con la expansión del poder militar, repitiendo un recurso de supervivencia utilizados por los imperios decadentes. (21)

Este enfoque conduce a estudiar en detalle cuáles son los recursos en disputa en cada incursión, perdiendo de vista la dominación colectiva que reafirman esas operaciones. Siempre hay reyertas por petróleo, minería o agua. Pero en la actualidad prevalece un tipo de unanimidad imperial, que no existía al principio del siglo XX.

Las dificultades para registrar este viraje conducen a vislumbrar a Estados Unidos como una potencia decadente, que abusa de “sobre-extensiones territoriales” para administrar su imperio. Ese sobredimensionamiento recrea las aventuras militares fallidas. (22)

¿Pero cómo se mide una “sobre-extensión imperial”? Este concepto supone que existe un radio de dominación manejable y otro que desborda las posibilidades de control. El conflicto es situado en el pasaje de la primera situación a la segunda, olvidando que el imperialismo capitalista contemporáneo no presenta contornos geográficos tan precisos. Estados Unidos domina a través de inversiones, asociaciones y empresas transnacionales. No gestiona un imperio territorial como Roma, sino que actúa en un mapa de 200 países formalmente soberanos.

En esa estructura no hay forma de discernir “sobre-extensiones”, puesto que la acumulación sigue un patrón de ampliación ilimitada. Lo mismo ocurre con el sistema de bases militares que el Pentágono mantiene en todo el planeta. Este dispositivo permite una gestión imperial colectiva, que no sigue normas territoriales de adecuaciones y desbordes. El mantenimiento de esa red bélica no es un hecho desafortunado para Estados Unidos. Implica mayores costos y riesgos, pero asegura todos los beneficios de ejercer el comando imperialista.

No subestimar al gendarme

Los teóricos de la declinación norteamericana atribuyen la debilidad militar de la primera potencia al impacto generado por numerosos fracasos políticos. Consideran que durante décadas Estados Unidos contuvo al bloque socialista, domesticó al nacionalismo y manejó el equilibrio nuclear, pero sin gestar proyectos políticos duraderos. Esta limitación se reflejó en la imposibilidad de forjar el estado mundial bajo dirección norteamericano, que concibió Roosevelt e intentó implementar de Truman. (23)

Pero con esta caracterización se reconoce que la intención imperial estadounidense difiere de todos los liderazgos anteriores. Gran Bretaña, Francia, Holanda o Japón sólo ambicionaban ampliar sus territorios y recursos a costa de sus rivales. No aspiraban a forjar ningún tipo de entidad planetaria. Comprender esta peculiaridad es vital para superar los simples contrastes nacionales, entre grados de supremacía y decadencia. Ese contrapunto no puede establecerse en forma tan directa en la actualidad.

En lugar de conquistar el planeta para su usufructo, Estados Unidos ha buscado erigir una forma de gestión imperial a escala mundial. Por eso intenta asociar a otras potencias a este proyecto, mediante mecanismos de imperialismo colectivo. En vez de indagar cómo funciona esa sociedad, la tesis de la decadencia continúa indagando comparaciones entre contendientes.

Es muy dudoso que la elite dirigente norteamericana haya intentado en algún momento la concreción de un gobierno mundial. Semejante administración es difícil de imaginar, sin un estado global. Pero no cabe duda, que auspició incontables modalidades intermedias de gestión globalizada en el plano económico (FMI), militar (ONU) y político (Triada). El énfasis en la decadencia no clarifica la marcha de este objetivo prioritario.

Ese enfoque estudia la regresión imperial, analizando las conductas mafiosas que adopta Estados Unidos para contrapesar sus fracasos militares. Se estima que ese comportamiento le permite extorsionar a sus aliados de la tríada. (24)

Europa y Japón han sostenido las agresiones norteamericanas por su propio interés y no por mera debilidad frente a un chantajista. Necesitan el apoyo de la primera potencia para su propia supervivencia. La geopolítica imperial efectivamente incluye patrones de extorsionador-extorsionado, puesto que ordena las relaciones entre estados. Pero la existencia de chantajes en esos vínculos no clarifica ninguna modalidad imperial específica.

Algunos teóricos de la declinación imaginan escenarios de caos y anarquía. Prevén varias décadas de colapso y un sinnúmero de estallidos, hasta que las potencias sustitutivas de Estados Unidos estabilicen un nuevo sistema mundo. (25)

Pero esa ausencia de equilibrios es un dato intrínseco del desarrollo capitalista y su agravamiento depende del nivel de las resistencias sociales y de las tensiones internas que afronten las clases dominantes. Estos elementos operan en forma inter-relacionada, determinando escenarios más volcánicos o más apacibles. El grado de conmoción que suscitan no depende de la decadencia de una potencia hegemónica.

En las últimas décadas se han sucedido coyunturas explosivas y controlables, en estricta correspondencia con las crisis económicas, la pujanza de la lucha popular y la falta de cohesión por arriba. El capitalismo recrea en forma periódica estos desequilibrios, más allá del destino declinante entrevisto para Estados Unidos.

La teoría del declive genera obsesiones por dilucidar el ritmo de la caída. Pero este tipo de profecías son más familiares a las creencias, que a la reflexión historiográfica. Sintonizan con los pronósticos del “mundo post-estadounidense”, que irrumpen en los momentos de calma y desaparecen en los picos de las crisis.

Los analistas de la decadencia buscan confirmaciones de su tesis en cualquier área de la vida social. Estiman por ejemplo, que la hegemonía cultural estadounidense perdió fuerza en las últimas décadas y consideran que el refinamiento de Nueva York y los patrones de comportamiento de Hollywood tienden a declinar. (26)

Pero esta hipótesis choca con el indiscutible impacto global del americanismo y la continuada gravitación de la ideología y las costumbres que exporta Estados Unidos. Los razonamientos centrados en el declive confunden coyunturas con tendencias. Por eso presentaron el mandato de Bush como un punto culminante caída yanqui. Identificaron la reacción belicista de los neo-conservadores con conductas desesperadas de un tigre acorralado por el shock del 11 de septiembre. (27)

Estas impresiones quedaron rápidamente desactualizadas con la euforia mediática que rodeó al ascenso de Obama. Los mismos periodistas que remarcaban la agonía de Estados Unidos resaltaron los atributos del nuevo presidente para restaurar el sueño americano. En este sube y baja, el fin del imperio y su resurrección continúan alternándose con sorprendente velocidad, demostrando cuán inconveniente es deducir un curso de largo plazo de las circunstancias que rodean a cada presidente.

Para evitar ese vaivén anímico conviene invertir la problemática de la declinación norteamericana y explicar lo contrario: la continuada primacía de una potencia, que ejerce la custodia del capitalismo global. Reconocer esa gravitación es indispensable para encontrar estrategias, que permitan enfrentar y derrotar al principal opresor del planeta. [Fuente: Argenpress.info]


Notas:

1) Arrighi, Giovanni. “Hegemony Unravelling”, Part I, New Left Review, no. 32, March/April 2005.

2) Johnson Chalmers, “El significado del imperialismo”,
www.prodavinci.com, 27-1-09.

3) Wallerstein Immanuel, “¿De quién es el siglo XXI?”, Página 12, 26-7-06.

4) Sutcliffe Bob, “Imperialism Old and New”, Historical Materialism, vol 14.4, 2006.

5) Wallerstein Immanuel Capitalismo histórico y movimientos anti-sistémicos: un análisis de sistemas- mundo, 2004, Akal, Madrid, (cap 26)

6) Todd Emmanuel, “El ilusorio poder ilimitado de EEUU”, La Hoja Latinoamericana rodelu.net 5-1-2004.

7) Arrighi Giovanni, Adam Smith en Pekín, Akal, 2007, Madrid, (cap 5 y 6)

Arrighi, Giovanni. “Hegemony Unravelling”, Part II, no. 33, May/June 2005.

9) Wallerstein Immanuel, “El tigre acorralado”, Página 12, 14-9-06. Arrighi Giovanni, “Conceptos fundamentales para comprender el capitalismo actual”, Herramienta n 38, junio 2008.

10) Ver: Panitch Leo, Leys Colin, “Las finanzas y el imperio norteamericano”, El Imperio Recargado, CLACSO, Buenos Aires, 2005

11) Ver: Rude Christopher. “El rol de la disciplina en la estrategia imperial. El Imperio Recargado, CLACSO, Buenos Aires, 2005.

12) Ver: Pantich Leo, Gindin Sam, “Rethinking crisis”, Monthly Review 54, November 2002.

13) Este tipo de ganancias pasaron del 22% (1999) al 49% del total de los beneficios (2008). Ver: Caputo Orlando, “La crisis actual de la economía mundial: una nueva interpretación teórica e histórica”, XI Encuentro Internacional sobre Globalización y problemas del Desarrollo, La Habana, 2-6 marzo 2009.

14) Arrighi, Giovanni. “Hegemony Unravelling”, Part I, New Left Review, no. 32, March/April 2005

15) Arrighi, Giovanni. “Hegemony Unravelling”, Part II, no. 33, May/June 2005.

16) Todd Emmanuel “El ilusorio poder ilimitado de EEUU”- La Hoja Latinoamericana rodelu.net 5-1-2004. Todd Emmanuel Después del Imperio, Foca, 2003.

17) Vasapollo Luciano. “Imperialismo y competencia global”. Laberinto n 18, segundo cuatrimestre 2005

18) Arrighi, Giovanni, “Hegemony Unravelling”, Part I, New Left Review, no. 32, March/April 2005. También: Wallerstein Immanuel, “América Latina puede contar más en la nueva geopolítica mundial”, Clarín, 23-9-07.

19) Arrighi Giovanni, Adam Smith en Pekín, Akal, 2007, Madrid, (cap 6). Wallerstein Immanuel. “¿De quién es el siglo XXI?”, Página 12, 26-7-06

20) Arrighi Giovanni. Adam Smith en Pekín, Akal, 2007, Madrid.(cap 6 y 9)

21) Foster John Bellamy, “The new age of imperialism”, Imperialism Now, Monthly Review, vol 55, n 3, July-august 2003. Foster John Bellamy, “The new geopolitics of Empire”, Monthly Review, vol 57, n 8, January 2006.

22) Wallerstein Immanuel. “América Latina puede contar más en la nueva geopolítica mundial”. Clarín, 23-9-07-Johnson Chalmers, “El significado del imperialismo”,
www.prodavinci.com, 27-1-09

23) Arrighi Giovanni. Adam Smith en Pekín, Akal, 2007, Madrid.(cap 6 y 9)

24) Arrighi Giovanni. Adam Smith en Pekín, Akal, 2007, Madrid.(cap 9).

25) Wallerstein Immanuel Capitalismo histórico y movimientos anti-sistémicos: un análisis de sistemas – mundo, 2004, Akal, Madrid. (cap 28)

26) Wallerstein Immanuel Capitalismo histórico y movimientos anti-sistémicos: un análisis de sistemas – mundo, 2004, Akal, Madrid. (cap 32).

27) Wallerstein Immanuel. “El águila se estrelló al aterrizar” Página 12 17-10-05. Wallerstein Immanuel. “¿De quién es el siglo XXI?”. Página 12 26-7-06. Wallerstein Immanuel. “El tigre acorralado”. Página 12 14-9-06.

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- Dumenil Gerard, Ley Dominique. El imperialismo en la era neoliberal. Revista de Economía crítica n 3.

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- Katz Claudio -“Crisis global: las tendencias de la etapa”, Aquelarre, Revista de Centro de la Universidad de Tolima, Colombia, vol 9, n 18, 2010

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- Petras James. “Estado imperial, imperialismo e imperio”. Pensar a contracorriente. Volumen II, segunda edición, 2005.

- Rojo José Luis, “Cuando se prepara una recaída”, Socialismo o Barbarie, n 23-24, diciembre 2009.

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(*) Claudio Katz es economista, Investigador, Profesor. Miembro del EDI.

11 de agosto de 2011

Las bolsas bajan, suben, … los mercados acosan…¿Y los hambrientos? ¿Y el medio ambiente? - Por. Federico Mayor Zaragoza

Las bolsas bajan, suben, los mercados acosan…
¿Y los hambrientos? ¿Y el medio ambiente?

Por. Federico Mayor Zaragoza

Federico Mayor Zaragoza
En todo el mundo, especialmente en Occidente, sólo un tema a nivel de Estado: el caos económico en que ha desembocado la globalización de Reagan & Thatcher. Y, entre tanto, aumentan los desgarros sociales, el número de personas que carecen de los mínimos servicios higiénicos y sanitarios, la extrema pobreza se extiende y se declara la situación de “hambruna” en el “cuerno” de África. Eran muertes anunciadas pero no tenidas en cuenta, insistentemente, por quienes únicamente se fijan en los vaivenes financieros.

Pero nada cambia: siguen los paraísos fiscales colmados; el tráfico de drogas; la venta de armas; la marginación del Sistema de las Naciones Unidas, con grupos de países ricos (G7, G8, G20) haciendo dolorosamente el ridículo…

No se han adoptado las decisiones valientes que el mundo reclama con apremio, y el balance –no me canso de repetirlo- sigue más trágico cada día: 4 mil millones de dólares diarios en armas y gastos militares y el genocidio oculto e inadvertido de más de 70 mil personas muriendo de inanición.

Esta situación es insostenible y llama a la conciencia de todos los ciudadanos del mundo. Hay que decir ¡basta!

Frente al órdago del “gran dominio”, en lo que son los últimos estertores de un sistema a la deriva, es inaplazable la acción decidida de quienes todavía son capaces de reconocer que los principios democráticos deben ahora prevalecer con firmeza sobre los “mercados”.

Los grupos plutocráticos –véase lo que está sucediendo en Libia, Siria, Yemen…- han fracasado rotundamente; es preciso también reconducir la producción extremadamente barata y con total desprecio de las condiciones laborales en las “fábricas del mundo”; el desarme, ciñéndose estrictamente a nuevas estrategias de seguridad a escala mundial es una pieza clave para restablecer la normalidad económica planetaria; como lo es el precio del petróleo y, por razones, además, de índole ecológica, la rápida dotación de fuentes energéticas renovables…

Algunos países “emergentes” –tan sometidos hasta hace bien poco- están ganando la partida y el desprestigio de Occidente es patético.

Cese, pues, la batalla entre la dólar-zona y la euro-zona, y alcáncense rápidamente acuerdos de Estado entre conservadores y progresistas, republicanos y demócratas… porque, en caso contrario, en muy poco tiempo, el poder y la influencia se habrán desplazado hacia otros espacios que todavía no se hallan preparados para asumir liderazgos de esta naturaleza y alcance.

El Presidente Obama reaccionó anteayer con gran firmeza ante los envites de especulación que el “gran dominio” intenta asestarle a través de una agencia de calificación cuya imparcialidad deja mucho que desear. Ojalá en Europa se produzcan reacciones parecidas y, en una reunión de auténtica emergencia, se adopten decisiones de hondo calado tales como la federación económica, la autonomía en la seguridad y la refundación de un Sistema de Naciones Unidas eficaz y con autoridad global..

Hay que terminar con el bochornoso espectáculo actual protagonizado por los especuladores mientras nos olvidamos de nuestras responsabilidades intergeneracionales tanto en el aspecto social como medio ambiental. [Fuente: Federico Mayor Zaragoza]
Foto: Internet


Pablo Felipe  Pérez Goyry

Freelance: Writer - Journalistic Analyst - Photographer Design Editor - CEO - Chemical Industrial & Analyst

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