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Autor: PABLO FELIPE PÉREZ GOYRY   Venta aquí: https://t.co/ByjkJ88vJB


©Pablo Felipe Pérez Goyry

25 de julio de 2006

Lucha por la democracia en América Latina


Por Pablo Felipe Pérez Goyry
25 de julio de 2006.


No son pocos los ejemplos de gobiernos ilegítimos y legítimos en América Latina, donde la astucia, ambición y arribismo han relegado los intereses de la mayoría. Hoy sabemos con claridad cuáles son las consecuencias de un colapso de la democracia.

Generalmente, se responsabiliza de las crisis sociopolíticas a la incapacidad e ineficacia del Estado. Sin embargo, estas crisis también se derivan de los conflictos que sucedieron a lo largo de la historia de un país. Hay que recordar que las sociedades evolucionan constantemente, y las preocupaciones de ayer se pueden traducir en las de hoy.

No es un secreto que el sistema político en muchos países se encuentra pervertido. El cabal conocimiento de la particular complejidad económica, social, cultural, política, jurídica, ecológica y militar de una nación es esencial para que exista la gobernabilidad. Ignorar estos elementos sería como embarcarse en una aventura fatal, en la cual se restringiría la justicia y la instauración de una auténtica democracia.

El verdadero gobierno debe tener la autoridad para llevar a cabo programas sociales, económicos y políticos, encaminados a solucionar las múltiples necesidades de la población. Es la manera más acertada para que sus acciones repercutan en beneficios hacia los gobernados. De esta manera, le sería posible a la sociedad alcanzar una real estabilidad y un orden político adecuado.

Un caso digno de analizar es el colombiano, donde el Estado se ha visto sometido, por décadas, a los designios de la anarquía, desorganización, narcotráfico, corrupción administrativa, y ausencia de una verdadera determinación para encarar los múltiples conflictos que abruman al pueblo. Más de una fuerza perturba la institucionalidad, llámese guerrilla, paramilitarismo o narcotráfico, los cuales se imponen mediante el pánico y el terror. Los pronósticos, a mediano y largo plazo, no son halagadores, dada la gravedad de la situación, la que pudiera precipitar el surgimiento de un gobierno autoritario en poco tiempo.

Otro ejemplo es la situación del pueblo cubano. En la República de Cuba existe una dictadura que ejerce el gobierno por medios represivos de diverso tipo. El gobierno cubano no tiene una organización de carácter democrático y su institucionalidad es absolutista, centralizada y regida políticamente por un partido único. Nada más cercano a lo que aplicó Hitler en la Alemania nazi, al reprimir las libertades políticas de toda persona o grupo que se opusiera a su manipulación gubernamental.

Los cubanos que residen en el archipiélago están sometidos a los caprichos vetustos del dictador Fidel Castro, quien dirige personalmente los destinos sociales, políticos, económicos y militares del país. En Cuba se vive un régimen autoritario personalista, que vende la idea de una democracia ficticia, pues la oposición no tiene acceso al poder. Tampoco hay el derecho a manifestar la libre opinión sobre los diversos asuntos que interesan al país.

Desde todo punto de vista, y gracias al apasionamiento de Fidel Castro, hoy por hoy, el régimen está en indudable decadencia. El colapso del sistema imperante es cada vez más evidente. La pregunta obligada es: Cuando desaparezca Fidel Castro, ¿qué pasará en Cuba?

Cualquier análisis de la situación en que se encuentran los sistemas políticos en Latinoamérica, implica un estudio de carácter dinámico, pues la política es una cosa cambiante, en especial en un mundo globalizado. Además, debemos recordar que la mayor parte de los países del planeta son subdesarrollados. A esto podemos sumar la falta de sensibilidad de los gobiernos latinoamericanos, lo que les impide realizar un trabajo encaminado a solucionar los profundos problemas políticos, ya que en muchos casos los partidos han sido rebasados por la misma sociedad. En estos países también se experimentan deficiencias sustanciales, no sólo en lo económico, sino incluso en lo cultural, religioso, social, etcétera. Esto provoca que las estructuras políticas y estatales sean muy frágiles y dependientes de los sectores más poderosos y conservadores. Con todo, no deja de ser una aspiración de los pueblos latinoamericanos el aspirar a tener gobiernos que respeten el orden y solucionen con seriedad sus múltiples necesidades.

En Latinoamérica, es aún muy difícil garantizar que las aspiraciones de democracia, libertad y autogobierno puedan ser parte de la vida diaria de los pueblos. Para ello es necesaria la creación de instituciones fuertes y de partidos políticos que respondan verdaderamente a los intereses del pueblo. Sólo así se establecerá una sincera relación entre los gobiernos y la sociedad.
Decía Gustave Flaubert que "la manera más profunda de sentir una cosa es sufrir por ella". Mucho han sufrido ya los pueblos. Por eso, es impostergable emprender la lucha que nos lleve a la instauración de verdaderas democracias en América Latina.


Pablo Felipe  Pérez Goyry

Freelance: Writer - Journalistic Analyst - Photographer Design Editor - CEO - Chemical Industrial & Analyst

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