Por Pablo Felipe Pérez Goyry
20 de agosto de 2007.
Por estos días, en un canal de televisión, un joven norteamericano disertaba sobre sus puntos de vista, después de haber recorrido más de 80 países. A pesar de su corta edad, había tenido el privilegio de acariciar y experimentar las inagotables maravillas de otras civilizaciones y ambientes. Entre estos países estaba Cuba. Confieso, de mis ojos, diligentes y osados, se despabilaron junto a todos los sentidos, para no perder detalles sobre lo que el adolescente diría sobre la isla.
Empero, mi curiosidad se “vino a tierra” al conocer los apartes de su itinerario por el archipiélago, porque lacónicamente sólo describió el encantador descanso turístico y la música, de las mujeres y el mojito, del café, el habano y la comida típica. Si bien esto arrastró el sentimiento y la memoria personal a las más de cuatro décadas de vida en la tierra amada que me vio nacer, mi alma enlutó. A causa de que no platico sobre la otra realidad cubana.
Si..., existe esa Cuba seductora, y la otra disímil que no se ve en detalle mientras se viaja con un guía turístico en un ómnibus con aire acondicionado, butacas reclinables y ventanillas estupendas. Hablo de la otra Cuba, donde los ciudadanos están aislados del mundo y sometidos a las ordenanzas y mañas de una paranoica dictadura izquierdista que no respeta las libertades de los cubanos. Es la Cuba que desconocen muchos turistas y que es manosea a su antojo por Fidel Castro, y su séquito, desde que llegó al poder en 1959.
Sería yo un irresponsable, si dejara entre renglones, el no comentarle al paciente lector de que el régimen político-social-económico, que por más de cuarenta años impera en Cuba, es un ensayo autoritario con detractores, y también románticos incondicionales. Para los últimos, a diferencia de otros países de América Latina y África, en Cuba no existe: la indigencia, la desvergüenza política y la falta de oportunidades para la subsistencia. También, es la apreciación, en este sentido, de las Naciones Unidas: Cuba tiene excelentes programas de salud preventiva y educación, y disfruta de una distribución equitativa de la riqueza.
Sin embargo, para los denunciantes, como yo, estas bondades del régimen están condicionadas al secuestro de la libertad de los cubanos. Libertad arrebatada por una dictadura que tiene a los nacionales hundidos en la ruina económica, física y espiritual. Se dice de la causa fundamental es la desaparición del despotismo marxista de Europa del Este, que cobijaba a la isla.
Las verdades de unos o mentiras de otros, no pueden esconder de en el archipiélago la generalidad de los cubanos, en su día a día, se ven encerrados en un circulo vicioso para sobrevivir: largas colas, comercios vacíos, raciones esqueléticas, rebusque ―legal o no― en el mercado negro, crisis permanente en el trasporte público. Es un caos que sepulta la esperanza, que está viciado por el “ir tirando”.
Soy del criterio, del comunismo en Cuba ha durado, entre otras cosas, gracias al “embargo económico” impuesto por Estados Unidos de América. Embargo que por décadas a sido una bufonada utilizada por el régimen para consolidarse en el poder y como embrollo político de los gobiernos estadounidenses. Pudiera argumentarse de que el levantamiento de las sanciones no es un procedimiento para poner fin a la dictadura, o como dicen muchos, si sería “probablemente el único acto que acabaría con las aflicciones económicas de Cuba, paradójicamente también traería consigo la caída del gobierno, puesto que desaparecería su chivo expiatorio, Estados Unidos”. El debate continúa y, entretanto el régimen eterniza su insolencia y atropellos.
Actualmente, numerosas oficinas de turismo, a precios favorables, ofertan viajes al archipiélago: para descansar en confortable hoteles, disfrutar del inconfundible sol caribeño, la arquitectura colonial, los cócteles, habanos, ron y diversión. Y no puede negarse de, en los últimos años, el turismo internacional ha crecido.
Por otro lado, muchos turistas, salvo excepciones, no saben o tienen ojos ciegos y oídos sordos, para reconocer de Fidel Castro, “guía espiritual y político de la Revolución Cubana”, más cadáver que vivo, insiste en la exhortación a “renovar los bríos y las aventuras violentas” para continuar con el extemporáneo movimiento revolucionario, denominado “socialismo del Siglo XXI”, y que encabeza Hugo Chávez, presidente de Venezuela.
La dictadura castrista ha sobrevivido a muchos embates y adaptado sus intereses a las circunstancias, especialmente después de 1989, cuando se inicia el desmoronamiento del bloque comunista europeo. Un ejemplo es la manipulada “apertura al capital extranjero” que está bajo riguroso control del régimen.
En este momento, los cubanos que residen en la isla siguen atormentados por la subsistencia diaria, que cada día es más difícil. Juntamente, sólo los turistas y extranjeros pueden tener acceso al comercio y recursos del mundo globalizado.
Con todo, para algunos turistas, el hábito de los cubanos de dar tiempo al tiempo indefinidamente, es lo que les da nuevos ánimos para hacer colas para el camello (vehículo de carga pesada, convertido en autobús, para inhumano transporte masivo de personas) y hasta para el pan de cada día. Algunos dicen de quizá, estas costumbres, los condicionan a no pensar en sublevarse contra Castro. Otros, de es como si los cubanos tuvieran esperanza resignada y esperan sentados a que simplemente acontezca algo que mude de aires el país y su historia.
Ciertamente, muchos de los visitantes extranjeros desconocen los peligros que los demócratas isleños tienen enfrenar, en el cotidiano batallar, y de son reprimidos y marginados, por solo exigir respeto para sus libertades naturales. Ignoran de mujeres son acosadas, como las “Damas de Blanco”; de son encarcelados, periodistas independientes y activistas de derechos humanos; de hay centenares de presos de conciencia en las cárceles fidelistas; de hasta existe, para los que hacen frente al régimen, el riesgo de ser fusilado.
Bien hace la organización no gubernamental “Solidaridad Española con Cuba”, quien acertadamente distribuye gratuitamente una “Guía Turística y Solidaria de Cuba”, para el viajero no solo tenga la posibilidad de deleitarse con los atributos naturales e idiosincrasia de los nacionales, sino, a un tiempo pueda saber al dedillo y de buena tinta quiénes son las victimas de las arbitrariedades de la policía política y las brigadas de acción rápida.
Las preguntas que todos debemos hacernos, y también los románticos incondicionales del régimen, es de: ¿Por cuánto tiempo Cuba será comunista? ¿Llegará la libertad y democracia después de la muerte de Fidel Castro? ¿Hasta cuándo los demócratas de América Latina, deben seguir indiferentes ante los desmanes de la dictadura castro-comunista? ¿Por qué el Parlamento Europeo y la Organización de Estados Americanos no son más enérgicos en sus denuncias y acciones contra la dictadura? Sé, de son pocas las respuestas, para muchas interrogantes y conjeturas. He aquí la complejidad del problema cubano.
Respetando el punto de vista de los que no comparten la mía. En mi opinión, con benevolencia, una transición pacífica en Cuba, solo será posible cuando las condiciones impersonales y sicológicas sean coherentes con una oposición fusionada-dinámica, que tenga una estrategia común nacional. Y un último razonamiento, la solución de este dilema está en manos de la nación cubana, y en principio de los que viven en la isla, con la sincera colaboración de los que están en el exilio.
Por todas estas razones, a los cubanos que están en la Patria amada, que sufren las carencias y/o sistemáticas agresiones de la dictadura, lleguen las voces solidarias y el apoyo incondicionalmente de los demócratas decentes. Y desde estas cuartillas, escritas por este compatriota, reciban abrazos fraternales con los mejores pensamientos. ¡Namaste!
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