Por Pablo Felipe Pérez Goyry.
10 de septiembre de 2007.
LOS CUBANOS NO SOMOS LOS ÚNICOS, que hemos conocido de cerca los tentáculos del poder arrogante de una dictadura. Como liberal, soy respetuoso del convencimiento y obediencia irracional de adoradores a la única o suprema fuente de la sabiduría o de la ética, encarnados en la persona de Fidel Castro.
La llamada “revolución cubana”, resultó ser un régimen político antidemocrático basado en el “poder ilimitado” de un hombre. Una dictadura que por cerca de cinco décadas se mantiene en el poder por medio de la manipulación y el terrorismo de Estado. Es evidente y no es saludable olvidar de Castro ha sumergió al país en su fracasado proyecto y experimento marxista-fidelista, que solo ha lleva a la muerte la intimidad y la momificación del pensamiento.
He visto, en los últimos meses, un accionar acertado de los diferentes grupos opositores, algo muy benéfico, si dejan resultados positivos y no mediocres argumentaciones de enorme imposición ideológica y análisis parcializado.
Un sinnúmero de cubanos condena el gobierno marxista-fidelista, porque deshonra los principios de libertad de las personas. Muchos son los que buscan vías pacíficas para democratizar el país.
Cuánta injusticia, cuánto sufrimiento causado a hombres y mujeres ―como Oscar Elías Biscet, Héctor Maseda Gutiérrez, Felix Bonne Carcacéz, Iván Hernández Carrillo, Miguel Valdés Tamayo, Fernando Sánchez López, Oswaldo Yánez, Luís García Vega, Jorge Alberto Liniaro, Gisela Delgado Sablón, Dolia Leal Francisco, Ana Leonor Chamizo, Julia Núñez Pacheco, Alida Viso Bello, Julia Cecilia Delgado González, Clara Lourdes Prieto, y muchos más― que exigen respeto a sus derechos naturales, y son sistemáticamente ultrajados o encerrados en las mazmorras de la isla cárcel.
Los cubanos, en mi opinión, debemos ser leales a los principios de libertad y democracia. Y algo insustituible, en el futuro cercano, será “confiar en la gente y darles la más amplia libertad para emprender, para trabajar y para elegir” a sus representantes y autoridades. Las transiciones son exitosas ―como en Chile y Estonia― y triunfan si los líderes creen en el prójimo. Es una maravillosa oportunidad para reconstruir el país y sus instituciones, con libertad y justicia. Porque “la libertad sin verdadera justicia, facilita se encumbre la desorganización y el caciquismo.
Estoy en favor de la democracia y libertades económicas, políticas y sociales. Soy de los que están persuadidos de que el debate político se debe caracterizar por la pluralidad de las opiniones y los razonamientos. Es la mejor manera de discutir y llegar a un punto conciliador que facilite la reconstrucción de la Patria. No obstante, creo que en esencia el debate tiene muchas más coincidencias de ideas que desacuerdos.
Una “coalición opositora” es impostergable, para enfrentar al enemigo común con acciones concordadas en el archipiélago y el exilio. La no-unidad, en la oposición, la ha aprovechado la dictadura por más de cuarenta años.
En la política, las coaliciones honestas engendran ventajas para cada copartícipe. Eso sí, sobre la base de la responsabilidad y la tolerancia mutua, ya que puede tener graves desventajas si una de los participantes proyecta hegemonía sobre el conjunto. La piedra angular de una coalición política, es el respeto por la autonomía del resto y actuar teniendo en cuenta la coincidencia de intereses.
Empero, no hay que permitir se hagan nudos en la garganta ante los desafíos. Cuando llegue la transición, hace falta de la oposición este fortalecida por una coalición política-social. Un equipo que ejerza un liderazgo, con audacia moral, en el seno de la nación cubana. Los líderes deben tener bien puestas las botas, para llegado el momento liderar una transición con el compromiso y voluntad de hacer bien la obra que coronará el retorno de la libertad y democracia a la Patria.
Así las cosas, más cierto que falso, los cubanos están a las puertas de la libertad. Es indiscutible, en los tiempos por venir, ante transformaciones post castrismo, la faena en procura de la democracia será riesgosa y de escarpados obstáculos. Sobre el asunto, hace mucho tiempo el debate está abierto. ¿La nación cubana está preparada para la transición? ¿Es necesaria la unidad de la oposición, en una coalición política-social? ¿Está cerca la hora? Tiene la palabra amiga, amigo... ¡NAMASTE!
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