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©Pablo Felipe Pérez Goyry

22 de julio de 2008

¿Not to be, será el destino de la nación cubana?


Por PABLO FELIPE PÉREZ GOYRY
Analista y Periodista Independiente.

Actualmente, son disímiles las polémicas y enfoques sobre qué es la Democracia. También, no hay un consenso para ponerla en práctica e interpretarla. Democracia, es un término peliagudo y nace de las palabras helena “demos” (pueblo) y “cratos” (autoridad).
Para los politólogos escrupulosos, la democracia tiene como precepto vital, de que las mayorías deben gobernar sobre las minorías, sin desestimar los derechos colectivos y particulares de los ciudadanos. Por sobre todas las cosas se deben salvaguardar los derechos fundamentales de carácter universal de todas las personas.
En una legítima democracia se reconoce al pueblo como indiscutible poder que tiene la responsabilidad de asegurar la votación que elegirá los órganos administrativos nacionales, regionales y locales del Estado-nación. Además, el pueblo establece la justificada vigilancia de la gestión estatal y de los funcionarios públicos. Quiere decir, que el pueblo goza de la privilegiada sabiduría e inconfundible facultad para cohabitar con autoridad sobre sus representantes y el gobierno.
La autonomía y representatividad entre poderes y el respeto de los derechos de las minorías, son principios esenciales de una democracia. Si cualquiera de estos se violenta la “democracia real” pasará a ser una “democracia formal”. Para remediar este conflicto de intereses, surgen diferentes percepciones que se han experimentado en la historia. Conocida es la irónica “democracia representativa” estrujada en Occidente; la “democracia dirigida” cobijada por algunos países asiáticos; y la “democracia directa o indirecta”.
En la República de Cuba, durante más de cuatro décadas, se implantó la llamada “democracia popular”. Término utilizado, sin el menor decoro, por la dictadura de Fidel Castro para emperifollar la ausencia de una “democracia real”. De esta manera, desde 1959, el Estado con su estructura miscelánea está en las manos de Castro y su comparsa. Así las cosas, las consecuencias catastróficas del marxismo-fidelismo tienen a los cubanos que residen en el archipiélago ahogados en la pesadilla de estar esclavizados por un régimen que les niega sus derechos universales y puedan gozar de los principios de libertad y democracia.
La “revolución cubana” se ha pervertido con las coacciones impuestas por Castro, que neutraliza sistemáticamente las aspiraciones de opositores y disidentes, utilizando refinados métodos de intimidación y manipula sin escrúpulo la verdad, dizque para salvaguardar los intereses del pueblo y el gobierno. Un ejemplo es que en cada jornada, los métodos de exaltación del espíritu por medio de arengas dañosa con promesas quiméricas y, la demagogia autoritaria que rebosa la desesperanza de los cubanos y descorazona el alma de la nación.
La “República unitaria y democrática cubana” están en manos de una dictadura que elude la obligación de proteger los Derechos Humanos básicos, como la libertad religiosa y de expresión; la aplicación de la ley con escrupulosidad; respetar a las organizaciones sociales, económicas y políticas opositoras, así como la participación activa de estas en la vida del país. Castro es el “Cacique” que controla todos los aspectos de la vida en el archipiélago cubano y es la personalización de la teoría-práctica del oportunismo político con poder ilimitado y con ayuda del Partido Comunista, las organizaciones de masas, la maquinaria de Seguridad del Estado (hermana de la Gestapo hitleriana y la KGB estalinista), la burocracia del Consejo de Ministro y de Estado mantiene el control absoluto para la aplicación radical de su experimento social-económico-político como sí los cubanos fueran ratillas de laboratorio.
Con todo, los adeptos del régimen marxista-fidelista insisten de en Cuba hay un Estado-nación democrático, regido por un sistema de gobierno presidencial que facilita la realización de elecciones. Olvidan los defensores de la dictadura castrista de las elecciones democráticas deben ser legitimas contiendas incluyentes avaladas por el pueblo y que no favorecen la desvergüenza tras la que se enmascara un dictador o partido único político.
Los gobiernos democráticos están sometidos al Estado de Derecho para garantizar la equidad en la aplicación de las leyes, como parte de las obligaciones de un sistema legal acrisolado. Algo que nunca se ha aplicado a las personas fusiladas o los cientos de opositores y disidentes encarcelados en Cuba. Las democracias son el reflejo de las características particulares de la vida política, económica, social y cultural de cada país. Todo ciudadano tiene responsabilidades y derecho de participar en el sistema político-social-económico para salvaguardar sus intereses. Es cierto de en la práctica, las democracias son diferentes y es una utopía pretender sean iguales. Empero, esto tiene como explicación de las democracias se sustentan en principios fundamentales y en ningún caso a prácticas estáticas uniformes. ¡En Cuba no hay democrática!
Al presente, fruto de una disparatada gestión y baja productividad de una economía centralizada, ineficazmente administrada por el Estado, y los avatares de la revolución irreverente, tienen a Cuba hundida en la escasez jeroglífica de bienes de consumo y alimentos (según Óscar Lewis “cultura de la pobreza”)En las calles del archipiélago cubano se propaga el espectro del ayuno forzoso, el incremento del meretricio, la indigencia y un salario promedio mensual que no alcanza los 10 dólares. El pueblo cubano sufre el síndrome del apartheid del turismo, que se resume en: no poder disfrutar las hermosas playas de la isla, los mejores hoteles, clubes nocturnos y restaurantes con apetitosos bufé. Pareciera que para el régimen su prioridad es el bienestar de los extranjeros relegando al olvido al pueblo.
Aunque la dictadura hace esfuerzos para maquillar la realidad, introduciendo reformas del “libre mercado” como táctica castrista para dar tímidas señales de alivios macroeconómicos, la generalidad de cubanos vive en el embrollo de las tiendas desérticas, las dilatadas colas, las famélicas raciones, el comercio negro, el trueque y él rebusque de dólares.
¡No hay democracia en Cuba! La dictadura existe y es parte esencial en la vida y ambiciones atornilladas de la elite marxista-fidelista, presidida por Castro. El “Cacique cubano” continúa pervirtiendo los destinos del país y coacciona a los nacionales con la enérgica ayuda de la red de vigilancia con agentes encubiertos, informantes, los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y las Brigadas de Respuesta Rápida (BRR)Castro y su comitiva se obstinan en controlar el país y obligan al pueblo cubano a ser comunista.
En Cuba está prohibido el pluripartidismo y tener una opinión diferente al gobierno. Además, la tortura psíquica, depresión, neurosis, y desilusión total obliga a un sinnúmero de cubanos salir del país. Los menos afortunados han muerto y están sepultados en la hondura de las aguas del Estrecho de la Florida y el Golfo de México. Otros están en la isla muertos o muertos en vida.
Es incuestionable de Castro es un activo dictador y excelente discípulo de Nicolás Maquiavelo (1469-1527) y es bien conocida su afirmación de que “el fin justifica los medios”. Es decir, utilizar las malas artes de la hipocresía y perversidad con el fin de lograr ganancia lucrativa de un resultado, como una variedad del pragmatismo. Castro aprendió bien la lección y es la encarnación de la teoría-practica del engaño-desengaño y a causa de su prepotencia el pueblo cubano tiene secuestrada su libertad.
Por todas estas razones, es cierto que la urgencia de un compromiso de reconciliación nacional es impostergable y que no es posible alcanzarlo si como obstáculo domina la terquedad del régimen y el discurso de algunos líderes de la oposición. Estas condiciones hacen improbable el desarrollo de una conciencia democrática que facilite un proceso de apertura y reestructuración económica-política-social en Cuba.
Tengo la respetuosa percepción de los cubanos pundonorosos no permitirán que Cuba quede maniatada a la desventura y la indigencia esclavicen el decoro del alma de la nación. El fanatismo y el egoísmo no tienen cabida en el futuro de Cuba con libertad y democracia, porque estará basado en los principios de: independencia, honor, voluntad férrea y equidad. Por último y con el corazón en la mano las preguntas a responder son: ¿Not to be, libertad y democracia será el destino de la nación cubana? Tiene la palabra amiga, amigo... ¡NAMASTE!

Ciudad de la Eterna Primavera, 07 de abril de 2008.
©Pablo Felipe Pérez Goyry.

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Freelance: Writer - Journalistic Analyst - Photographer Design Editor - CEO - Chemical Industrial & Analyst

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