Por Pablo Felipe Pérez Goyry.
01 de julio de 2002.
LA revolución cubana y su sistema comunista, se instalaron en el poder, gracias al reclamo del pueblo, por las iniquidades existentes en la isla. Cuando Fidel Castro derroca a Fulgencio Batista y a sus seguidores "incondicionales", tenía un "programa" que hacía énfasis en construir una sociedad sin clases. Con una "prioridad", erradicar de Cuba la injusticia social, política y económica. Muchos cubanos lo creyeron, y me incluyo.
Hoy, más de cuatro décadas, la práctica ha demostrado – sin dejar de aceptar los "avances" en la educación y la salud - el crecimiento de nuevas clases sociales y económicas; con un marcado discurso "antiimperialista" y contra las injusticias en el mundo.
Cada día, se expande más la brecha entre la "riqueza" del cubano, con acceso a dólares, y la "pobreza" de quien no los posee. Esto es una verdad. ¡Es incuestionable su carácter pernicioso, como lo es la doctrina marxista-leninista, implantada por Fidel Castro! Tal aseveración nos conduce a rechazar el sistemático desafío a las libertades y dignidad de los cubanos. No solo en Cuba, también a los coterráneos que viven en el exilio.
Castro, con su "idealismo" execrable, ha entronizado una complicada e insostenible problemática en Cuba – quiera o no reconocerlo, la historia sí –. Él, al mismo tiempo que los gobiernos de EE.UU., con algunas excepciones, son los máximos responsables de esta realidad. Esto ha generado nuevos y crecientes sentimientos de renovación política, económica, morales, religiosas y psicológicas, en la sociedad cubana; fuerzas en desarrollo que en el futuro cercano van a cuestionar y hacer justicia a la "generosidad" castrista.
Creo en la solución de los graves problemas que padece la humanidad, si los hombres de bien trabajamos en esa dirección. También la certeza de tienen remedio los engorros en Cuba. Porque la isla no es una excepción en el mundo globalizado de hoy día. Una prueba, las vicisitudes que sufren los cubanos.
Las transformaciones en Cuba son inevitables. El Proyecto Varela pudiera ser una alternativa. Si tenemos en cuenta, con pundonor, los argumentos del régimen de La Habana, y que "aprueba" - hace pocos días - el "Parlamento cubano", que es la imagen de la autocracia y embeleco castrista. Armas mezquinas del régimen para conservar el poder, con la terquedad de "amordazar" a la oposición. ¡Esta actitud es una flagrante agresión a los Derechos Humanos de los cubanos que se oponen al gobierno!
No hay dudas, para pueda mantenerse el "status guo" del caciquismo, Fidel Castro utiliza al pueblo cubano como un medio que permita perpetuar sus fines. Es decir, el pueblo – en la isla – ignora que lo manipulan psicológicamente, como instrumento, para logre sus objetivos la dictadura. En la actualidad, los compatriotas, se han convertido en "piezas amalgamadas" del gobierno, al estilo de stalinista. Solo eso, las personas son simples eslabones de las propiedades de la camarilla castrista. ¿Se puede hablar de estado de derecho, en Cuba, si el totalitarismo político, económico y social – "intocable" – abarrota el alma de la patria?
Castro dice que las condiciones de vida en la sociedad cubana y el mundo, es su mayor preocupación; pero siempre ha relegado – por más de cuatro décadas – las necesidades espirituales, económicas y las libertades políticas, de los cubanos. Es una transgresión de los derechos humanos y también el talón de Aquiles del régimen "intocable". Estoy persuadido de que el estado de cosas en Cuba es incoherente, como lo es el sistema comunista, que a la larga morirá. Porque el Estado se debe al pueblo y no el pueblo al Estado.
¡Si existe injusticia social, económica y política en Cuba! Solo hay que preguntarle al trabajador cubano por qué tiene que bregar en condiciones de intolerancia política y disfrutar de limitaciones para exteriorizar sus opiniones, cuando son contrarias a los lineamientos del Partido Comunista. También le ocurre al que trabaja en las instituciones de turismo o empresas mixtas, que todos sabemos son propiedades de Castro.
La situación en Cuba exige cambios políticos en la Constitución, es lícito y un derecho humano. Como tal, debemos reivindicarlo con sabiduría y una bien estructurada estrategia de Noviolencia. Hay que enfrentar la dictadura, combatiendo desde el alma, con la verdad y benevolencia. Aplicando la urbanidad de Buda, la pasión de Cristo, la fraternidad de Mahoma y la sabiduría de los Vedas. El objetivo es alcanzar la meta, no con el propósito de humillar y derrotar a nuestros antagonistas. Hay que convulsionar, por medio de la intuición, las debilidades del enemigo. Esta debe ser la manera de batallar con ilustración y las bendiciones Dios.
Es hora de reflexionemos en las enseñanzas de los grandes iniciados. Todos nuestros conciudadanos – más allá de las discrepancias – son parte de la totalidad cubana; en equilibrio con el universo. Con altruismo amoroso, edifiquemos un auténtico bienestar - no solo utilitario sino también espiritual - para todos los cubanos, sin favoritismos.
De vital importancia es impedir las luchas violentas – de palabras o acción – entre coterráneos. La violencia, siempre inspira más violencia. El estandarte que debe enarbolarse por la libertad y democracia de Cuba – utilizando la filosofía de la Noviolencia - debe tener como esencia el rechazo al "hermético" gobierno fidelista. Evitemos ocupar nuestra mente en perversos y estériles pensamientos. Asimilemos, con honorabilidad y como nación, la idea de un Frente de Unidad Opositora Cubana, para continuar la lucha contra el castrismo. Teniendo muy presente que EE.UU. no va ha ayudarnos a solucionar las necesidades de Cuba, siempre nos impondrán otra enmienda o pasar a ser un "estado de tercera clase" del imperio.
¡Compatriotas! ¡No más violencia ni acciones que afecten a la patria! ¡No más rencores y amarguras! Los cubanos necesitamos paz, para vivir como verdaderos hermanos y en armonía con Dios.
(Está permitida la reproducción total o parcial sin modificar su contenido, citando autor y fuente).
01 de julio de 2002.
LA revolución cubana y su sistema comunista, se instalaron en el poder, gracias al reclamo del pueblo, por las iniquidades existentes en la isla. Cuando Fidel Castro derroca a Fulgencio Batista y a sus seguidores "incondicionales", tenía un "programa" que hacía énfasis en construir una sociedad sin clases. Con una "prioridad", erradicar de Cuba la injusticia social, política y económica. Muchos cubanos lo creyeron, y me incluyo.
Hoy, más de cuatro décadas, la práctica ha demostrado – sin dejar de aceptar los "avances" en la educación y la salud - el crecimiento de nuevas clases sociales y económicas; con un marcado discurso "antiimperialista" y contra las injusticias en el mundo.
Cada día, se expande más la brecha entre la "riqueza" del cubano, con acceso a dólares, y la "pobreza" de quien no los posee. Esto es una verdad. ¡Es incuestionable su carácter pernicioso, como lo es la doctrina marxista-leninista, implantada por Fidel Castro! Tal aseveración nos conduce a rechazar el sistemático desafío a las libertades y dignidad de los cubanos. No solo en Cuba, también a los coterráneos que viven en el exilio.
Castro, con su "idealismo" execrable, ha entronizado una complicada e insostenible problemática en Cuba – quiera o no reconocerlo, la historia sí –. Él, al mismo tiempo que los gobiernos de EE.UU., con algunas excepciones, son los máximos responsables de esta realidad. Esto ha generado nuevos y crecientes sentimientos de renovación política, económica, morales, religiosas y psicológicas, en la sociedad cubana; fuerzas en desarrollo que en el futuro cercano van a cuestionar y hacer justicia a la "generosidad" castrista.
Creo en la solución de los graves problemas que padece la humanidad, si los hombres de bien trabajamos en esa dirección. También la certeza de tienen remedio los engorros en Cuba. Porque la isla no es una excepción en el mundo globalizado de hoy día. Una prueba, las vicisitudes que sufren los cubanos.
Las transformaciones en Cuba son inevitables. El Proyecto Varela pudiera ser una alternativa. Si tenemos en cuenta, con pundonor, los argumentos del régimen de La Habana, y que "aprueba" - hace pocos días - el "Parlamento cubano", que es la imagen de la autocracia y embeleco castrista. Armas mezquinas del régimen para conservar el poder, con la terquedad de "amordazar" a la oposición. ¡Esta actitud es una flagrante agresión a los Derechos Humanos de los cubanos que se oponen al gobierno!
No hay dudas, para pueda mantenerse el "status guo" del caciquismo, Fidel Castro utiliza al pueblo cubano como un medio que permita perpetuar sus fines. Es decir, el pueblo – en la isla – ignora que lo manipulan psicológicamente, como instrumento, para logre sus objetivos la dictadura. En la actualidad, los compatriotas, se han convertido en "piezas amalgamadas" del gobierno, al estilo de stalinista. Solo eso, las personas son simples eslabones de las propiedades de la camarilla castrista. ¿Se puede hablar de estado de derecho, en Cuba, si el totalitarismo político, económico y social – "intocable" – abarrota el alma de la patria?
Castro dice que las condiciones de vida en la sociedad cubana y el mundo, es su mayor preocupación; pero siempre ha relegado – por más de cuatro décadas – las necesidades espirituales, económicas y las libertades políticas, de los cubanos. Es una transgresión de los derechos humanos y también el talón de Aquiles del régimen "intocable". Estoy persuadido de que el estado de cosas en Cuba es incoherente, como lo es el sistema comunista, que a la larga morirá. Porque el Estado se debe al pueblo y no el pueblo al Estado.
¡Si existe injusticia social, económica y política en Cuba! Solo hay que preguntarle al trabajador cubano por qué tiene que bregar en condiciones de intolerancia política y disfrutar de limitaciones para exteriorizar sus opiniones, cuando son contrarias a los lineamientos del Partido Comunista. También le ocurre al que trabaja en las instituciones de turismo o empresas mixtas, que todos sabemos son propiedades de Castro.
La situación en Cuba exige cambios políticos en la Constitución, es lícito y un derecho humano. Como tal, debemos reivindicarlo con sabiduría y una bien estructurada estrategia de Noviolencia. Hay que enfrentar la dictadura, combatiendo desde el alma, con la verdad y benevolencia. Aplicando la urbanidad de Buda, la pasión de Cristo, la fraternidad de Mahoma y la sabiduría de los Vedas. El objetivo es alcanzar la meta, no con el propósito de humillar y derrotar a nuestros antagonistas. Hay que convulsionar, por medio de la intuición, las debilidades del enemigo. Esta debe ser la manera de batallar con ilustración y las bendiciones Dios.
Es hora de reflexionemos en las enseñanzas de los grandes iniciados. Todos nuestros conciudadanos – más allá de las discrepancias – son parte de la totalidad cubana; en equilibrio con el universo. Con altruismo amoroso, edifiquemos un auténtico bienestar - no solo utilitario sino también espiritual - para todos los cubanos, sin favoritismos.
De vital importancia es impedir las luchas violentas – de palabras o acción – entre coterráneos. La violencia, siempre inspira más violencia. El estandarte que debe enarbolarse por la libertad y democracia de Cuba – utilizando la filosofía de la Noviolencia - debe tener como esencia el rechazo al "hermético" gobierno fidelista. Evitemos ocupar nuestra mente en perversos y estériles pensamientos. Asimilemos, con honorabilidad y como nación, la idea de un Frente de Unidad Opositora Cubana, para continuar la lucha contra el castrismo. Teniendo muy presente que EE.UU. no va ha ayudarnos a solucionar las necesidades de Cuba, siempre nos impondrán otra enmienda o pasar a ser un "estado de tercera clase" del imperio.
¡Compatriotas! ¡No más violencia ni acciones que afecten a la patria! ¡No más rencores y amarguras! Los cubanos necesitamos paz, para vivir como verdaderos hermanos y en armonía con Dios.
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