Por Pablo Felipe Pérez Goyry.
01 de mayo de 2004.
Los soldados alemanes libraron sangrientos combates casa por casa, en Berlín - ante la presión de las tropas soviéticas -.Cuando él “Ejército Rojo” llega a la capital alemana, la derrota nazi es inminente. En un acto desesperado, Adolf Hitler se suicida - el 30 de abril de 1945 - junto a su esposa Eva Braum. Antes de morir, nombra como sucesor al almirante Karls Donitz, que tiene el indecoroso encargo de formar nuevo gobierno y ordenar, a un desarticulado ejercito nazi, el fin de las hostilidades. La Alemania nazi firma, el 7 de mayo de 1945, en Reims, la rendición incondicional.
En un juicio sumario – en Italia -, declaran culpables a Benito Mussoline y su amante, los condenan a la pena de muerte. Los fusilan y después cuelgan sus de cadáveres por los tobillos, y los exhiben en una plaza pública, en la ciudad de Milán.
El 6 de agosto de 1945, él ejército de EE.UU. lanza sobre la ciudad japonesa de Hiroshima la primera bomba atómica – desde un bombardero B-29 (el Enola Gay) -. La bomba asesina 100.000 personas inddefensas, y heridas cerca de cien mil. Más tarde, el 9 de agosto, con perversión, lanza la segunda bomba atómica, sobre la ciudad de Nagasaki; mueren 66 mil personas. Japón se rinde el 14 de agosto. Se hace oficial la capitulación incondicional el 2 de septiembre de 1945, a bordo del acorazado estadounidense Missouri, y ante el general MacActhur.
El Tribunal de Nuremberg
Como siempre ocurre en las guerras, los ganadores escriben la historia y también necesitan un tribunal. En este caso para juzgar, por crímenes de guerra, a los líderes nazis. Para este fin, se celebran juicios, en la ciudad alemana de Nuremberg - noviembre de 1945 a octubre de 1946 -, contra los principales dirigentes del régimen nazi, que habían sobrevivido. No pudieron ser juzgados Adolf Hitler, el ministro de Propaganda Joseph Goebbels y el ministro del Interior Heinrich Himmler, porque se habían suicidado. Ejecutan, en la horca, a un total de 12 reos, de los 22 principales acusados. Además, condenan a industriales que se sirvieron del trabajo de prisioneros, y médicos que experimentaron con seres humanos. Los Aliados organizan otros tribunales, con la misma finalidad, en las zonas por ellos ocupadas. Juzgan y condenan en estos tribunales, – hasta 1960 - aproximadamente 5.000 criminales de guerra. Han ejecutado cerca de 500 culpables.
También los soviéticos condenaron en juicios paralelos a 10.000 alemanes, y ejecutaron a muchos de ellos. En el caso del Japón, se creó el Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra de Tokio, que funcionará desde mayo de 1946 hasta noviembre de 1948. Este tribunal sentencia - a la pena de muerte - a 7 de los 25 dirigentes japoneses juzgados por crímenes de guerra; entre ellos estaba el primer ministro, el general Tojo Hideki. Se celebraron muchos juicios, en Japón, para juzgar los crímenes de guerra, 900 declarados culpables son ejecutados.
Es saludable subrayar, que para los juicios de Nuremberg y Tokio, para juzgar “crímenes contra la paz y la humanidad” no existía ninguna legislación prebélica, lo que desde el punto de vista técnico no podían ser castigados por haber cometido esos crímenes. Para algunos analistas, fue injusto de fueran juzgados por los vencedores extranjeros los nacionales de los países derrotados. Es evidente que una vez más los vencedores “hacen astillas del árbol caído”. Y como era de esperar, para tapar bocas, en 1946 la Asamblea General de Naciones Unidas “ratificó los principios reconocidos por los tribunales”. No obstante, es en 1950 que una Comisión Jurídica Internacional reconoció los crímenes de guerra, los crímenes contra la paz y los crímenes contra la humanidad, como violaciones del Derecho internacional. Después del fin de la guerra, contra los seres humanos se han cometido muchos crímenes de guerra. Para muchos, hay una pregunta sin respuesta: ¿Cuándo se han juzgado estos crímenes, en la segunda mitad del Siglo XX y comienzos del XXI?
El Mundo después de la Segunda Guerra Mundial
La guerra arrasó la mayoría de las industrias y ciudades, salvo las de EE.UU.; ya que Europa oriental y central, así como en Japón quedaron destruidas por los bombardeos. Esto propicio un auge de la industria estadounidense, que llegó a producir más de la mitad de los bienes y servicios de todo el mundo. De ahí que la ayuda estadounidense, después de la Segunda Guerra Mundial, fuera vital para sobrevivieran millones de seres humanos.
Dicen que las cosas malas se olvidad con facilidad y las buenas perduran. Si embargo, las consecuencias y efectos de la guerra demuestran que más de 60 millones de personas murieron, la mayoría civiles inermes. Ha esto se suma una reorganización socio-económica-política internacional, en el que Estados Unidos nace como superpotencia al igual que la Unión Soviética. También el mundo ingresa en la era nuclear, liderado por la hegemonía de: la Unión Soviética en el comunista, y Estados Unidos en el mundo capitalista.
De poco sirvió la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, pues se inicia una nueva etapa de conflictos y guerras. Por más de cuarenta años, se divide el mundo y genera lo que hoy se conoce como la “Guerra fría”; que fue la lucha entre las potencias capitalistas y comunistas por establecer su dominio en el mundo, especialmente EE.UU. y la URSS. De poco sirvió la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, pues en estos años, el mundo vive bajo el fantasma de una guerra nuclear.
Para los más optimistas, después de la Segunda Guerra Mundial se creo un nuevo orden político y económico. Empero, este no adopto un verdadero sentimiento de coexistencia y benevolencia. Luego este orden será temporáneo, como sé vera a finales del Siglo XX. Esto se debió a una ausencia que cobijara una coherente armonía en los intereses individuales y los de todo el planeta. Por este motivo el nuevo orden no fue estable y las guerras no se hicieron esperar. A causa de que las guerras obedecen a la lógica de la prepotencia, y las de percepción. La primera genera antagonismos irreversibles relacionadas con la soberanía y la segunda engendra jeroglíficos de legitimidad.
Decía Candide, de que “es verdad que uno se mata mejor con una bandera”. Y esta actitud esta en los pueblos que tratan de transformar las crisis de legitimidad en crisis de soberanía. Luego con la “Guerra fría”, la paz solo se apuntaló para quienes tenían la capacidad de defenderla y el poder nuclear era su mejor defensa. El nuevo orden no consolidó la estabilidad y paz mundial. Todo lo contrario. Porque las potencias continuaron las guerras intervencionistas en territorios ajenos.
Sin embargo, la batalla no se ha perdido, pues, los intentos de estabilizar la paz internacional surgen de organismos internacionales con excelentes buenas intenciones. Pero... el control tras el trono lo tienen las potencias. Tal es el caso del Consejo de Seguridad, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que tendrá como finalidad proporcionar herramientas que faciliten solucionar conflictos – adentro y fuera de sus fronteras - entre las naciones soberanas.
Es así como se redacta la “Carta de la Naciones Unidas”, que obliga a los Estados miembros a solucionar sus diferencias por medios pacíficos. Esta responsabilidad de intermediación recaerá en el “Consejo de Seguridad” que estará conformado por 15 naciones; entre las que están de manera permanente las potencias que ganaron la guerra, y que tienen como embaucador privilegio el derecho a vetar. Para hacer cumplir sus decisiones, el Consejo puede imponer sanciones económicas a los países que amenacen la paz. Puede enviar misiones de paz a las zonas en conflicto, para imponer un acuerdo de paz. Como último recurso, el Consejo puede autorizar a coaliciones de estados miembro a utilizar la fuerza para resolver un conflicto. No obstante, es bueno reiterar el poder de veto que tienen algunas naciones, en el seno del consejo.
Aunque en más de una oportunidad se ha cuestionado el papel de la ONU, hay que reconocer de que muchas de las decisiones han tenido efectos acertados en la vida de millones de seres humanos. Si bien el Consejo de Seguridad a cometido errores y excesos, ha sido positiva la labor de las agencias especializadas, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), o el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). A través de estos organismos, la ONU ha tratado de extirpar los principales problemas que afectan a los seres humanos. Estas agencias de la ONU tienen la responsabilidad de combatir el hambre, las enfermedades – como la viruela -, luchan por los derechos de mujeres y niños, potabilizan el agua de muchas regiones rurales, ayudan a los refugiados, establece programas de control de la natalidad, asesoran para incrementar la producción agrícola, y dan préstamos a los países en desarrollo.
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, también se registraron múltiples avances tecnológicos y científicos. Si bien la intención de las investigaciones estaba enfocada en una “guerra de sabios” que permitiera desarrollar nuevas tecnologías para la guerra, muchas de estas sirvieron para fines pacíficos en la posguerra. Por ejemplo, la invención del radar y la liberación de la energía atómica. Que decir, de los avances en materia médica, el motor turborreactor, el DDT para combatir la malaria, y los antibióticos.
Otro logro en la posguerra fue el proceso de la descolonización. Es decir, la pérdida de posesiones coloniales de los países europeos; inmensos territorios en Asia, África y el Pacífico son hoy “independientes y libres del yugo imperialista”.
Guerra entre las Potencias
El fin de la Segunda Guerra Mundial trajo consigo un cambio espectacular en las relaciones internacionales. La guerra socavó profundamente la posición dominante de potencias como Alemania, Japón, Reino Unido o Francia. A medida que estos países dejaron de ser potencias económicas, políticas y militares, dos nuevas superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, ocuparon sus puestos. La política exterior de estas dos superpotencias dominaron las relaciones internacionales y el equilibrio de poder mundial de los siguientes 45 años. La historia a demostrado de que fueron los recursos materiales y militares, de estos dos países, los que permitieron poner fin a la guerra e iniciar una puja por nuevos espacios de dominio.
Si bien es verdad de los líderes de Estados Unidos y la Unión Soviética se aliaron en 1941, para derrotar a los países del Eje. También es verdad de este “matrimonio de conveniencias” no fue sincero. Después del fin de la guerra, sus objetivos políticos e ideológicos estaban enfrentados.
Para 1947 la rivalidad se convirtió en lo que observadores políticos llamaron la “Guerra fría”. Que tuvo un carácter global, ideológico, y geopolítico; que "termina" en 1991, cuando se materializa el derrumbe de la Unión Soviética.
En la “Guerra fría”, el centro de tensión estaba estrechamente relacionado con la rivalidad de dos sistemas opuestos en política, económia, e ideológia; que existía desde la Revolución Rusa, de 1917.
El demencial enfrentamiento entre el capitalismo y socialismo; entre la democracia y el totalitarismo, va a dividir el mundo. División que aglutino a bloques políticos y militares, y a una descabellada carrera armamentista. Una vez más, aparecieron las guerras e incertidumbres entre los amigos de EE.UU. y la URSS, como fueron los casos de: Cuba, Corea, Libia, Vietnam, Afganistán, Irán, Iraq, etcétera.
Un símbolo del fin de la “Guerra fría”, fue el colapso de la Unión Soviética y la reunificación de Alemania. Empero, al desaparecer el bloque comunista, de Europa oriental, la uní polaridad internacional queda en manos de Estados Unidos de América, y sus aliados.
Palestina e Israel
Como desenlace desafortunado del Holocausto, se va ha incrementar el sentimiento nacionalista de los sobrevivientes judíos y de los sionistas (nacionalistas judíos). Con esto se exacerba el deseo de crear un Estado judío, en Palestina, que les permitiera en el futuro unir y defender a la desparramada nación judía.
A finales del Siglo XIX, existían colonias de judíos establecidos en Palestina, y al final de la guerra los sionistas comenzaron a exigir como suyos los derechos sobre estas tierras, como legado de su ideal religioso. Sin embargo, Palestina - desde el final de la Primera Guerra Mundial - la administraba el Reino Unido, y desde esa época “trata desesperadamente de mantener un equilibrio entre los intereses de los inmigrantes judíos, y de los árabes que poseían la tierra. Como “solución”, el Reino Unido restringió la inmigración de judíos y sionistas, para proteger los derechos políticos y económicos de los árabes. Con el tiempo, los esfuerzos fueron estériles, y generó el sistemático estallido del terrorismo judío, y el sentimiento creciente de oposición árabe a la presencia británica y sionista.
Después del final de la Segunda Guerra Mundial, los británicos se comprometieron abandonar Palestina. Para soltar, con la mayor brevedad, un problema que a todas luces no tendría solución, en 1947 pusieron el conflicto, de la Palestina, en manos de la ONU. Como posible solución al dilema, la Asamblea General de Naciones Unidas recomendó la división de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe. Así como crear dos enclaves internacionales en Jerusalén y Belén. Ya que contenían lugares valiosos para el culto religioso de judíos, cristianos, y musulmanes. La mayoría de los judíos aceptaron la partición; los árabes de Palestina y de fuera de ella la encontraron absurda. Algo parecido ocurre – en Cachemira - después que la India logro su independencia.
Con la anunciada retirada de los británicos, no se hizo esperar el inicio de la guerra civil entre judíos y árabes. Los judíos de Palestina, en mayo de 1948, proclamaron la creación del Estado Libre de Israel. Esto provocó la inmediata arremetida de las naciones árabes circundantes. Esta Primera Guerra Árabe-israelí finalizó con la victoria del Estado judío. A pesar de los esfuerzos de la ONU, continúa hasta el día de hoy, la guerra provocada por la creación de Israel. La estabilidad en Oriente próximo no esta asegurada, y en ningún modo la paz.
Futuro de la Humanidad en el Tercer Milenio
Al finalizar el Siglo XX, comienza a surgir una nueva democracia en Europa del Este. Propiciado por el colapso de la Unión Soviética, la reunificación de Alemania, y el fin de la "Guerra fría".
Es una certeza de que el mundo tomo más de un derrotero - después de la Segunda Guerra Mundial - que hizo posible, entre otras cosas, la descolonización. Pero también estuvo presente la “Guerra fría”.
Los avances científicos y tecnológicos se extienden a todos los rincones del planeta, en algunos casos con sus efectos negativos. Aunque no dejan de ser, en general, síntomas de prosperidad.
Por otro lado, el conflicto Árabe–israelí continúa sin solución, e inevitablemente traspasa sus fronteras. Hay graves conflictos en más de 30 países. La paz del mundo, hoy día, está coaccionada. Sistemáticamente, se cuestiona la autoridad e independencia de la ONU.
Si bien la Segunda Guerra Mundial deja una profunda huella en la historia, y millones de muertos; no es menos cierto de que el razonamiento humano esta cerca al del “hombre absurdo”, expuesto por Albert Camus.
A cuatro años de iniciado el tercer milenio, el mundo sigue dividido en países desarrollados y pobres. La riqueza se acumula en pocas manos, fundamentalmente en los países ricos. Tres cuartas partes de la población mundial viven en países de Asia, África y Suramérica, y tienen un desarrollo insuficiente. El nivel de pobreza en estos países es aterrador. La mayoría de la población del planeta tiene un crecimiento demográfico constante, y la lleva a vivir sumida en: la pobreza; las enfermedades; el analfabetismo; y las carencias sociales indispensables para vivir. La falta de agua y la hambruna abarrota la vida de millones de seres humanos. Hoy más de 800 millones de personas carecen de alimentos y 500 millones no tiene acceso a suficiente alimentación. La mayoría de los seres humanos – más del 60 por ciento – son analfabetos por no tener la posibilidad de instruirse.
Millones de inmigrantes - que buscan mejores condiciones de vida - sistemáticamente cruza las fronteras de los países ricos. También aumenta de manera alarmante la marginación, el racismo y la intolerancia contra los extranjeros que logran radicarse en los países desarrollados.
Otro flagelo que abruma al mundo, es el consumo y tráfico de drogas, que están intoxicando los sectores de la población más jóven. Que decir, del Síndrome de inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), que ya se puede considerar una enfermedad endémica en muchos países de África; o el fortalecimiento del paludismo, que produce más e tres millones de muertos cada año en todo el mundo.
También está en peligro el planeta por la degradación irreversible del medio ambiente, afectado por el irreflexivo desarrollo industrial y la cultura del consumismo desenfrenado.
Continúan afectando los conflictos bélicos a las poblaciones civiles, y con martirio siguen pagando un precio muy alto por sus vidas. Las guerras civiles se suceden una tras otra, como miles de personas sufren el desplazamiento en la península de los Balcanes, Colombia, en África y el Medio Oriente.
Se han entronizado en el mundo, la brutalidad y el terrorismo; y están mutilando el alma de la humanidad del planeta. Es una prueba, de esta realidad, los atroces eventos del 11 de septiembre de 2001; cuando aviones comerciales, utilizados como mísiles – por militantes extremistas de Al Qaeda –, se estrellan contra las dos torres gemelas de Nueva York, y el Pentágono, en Washington. Y como siempre una acción tiene una reacción, y toda causa tiene su efecto, el gobierno de EE.UU., con ayuda de una coalición internacional lanzan un ataque militar contra las fuerzas talibanes en Afganistán.
Más reciente, justificando la política de lucha contra el terrorismo internacional, y el peligro de tener armas de destrucción masiva, EE.UU. - con la complicidad del Reino Unido y España - de manera unilateral y desconociendo el papel de la ONU y su Consejo de Seguridad, lanza una invasión militar contra Iraq; y en solo tres semanas ocupan el país. Las armas de destrucción masiva nunca aparecieron y esta nación está al borde de una sangrienta guerra civil. Otro acto criminal ocurre en la capital española, el pasado 11 de marzo, cuando estallan cargas explosivas en cuatro trenes urbanos. Cerca de 200 personas mueren, y más de 1500 reciben heridas.
Para muchos el futuro del mundo tiene un carácter muy pesimista. Sin embargo, tengo la percepción de que la esperanza tiene suficiente fuerza para enfrentar todos los posibles retos que pongan en peligro la vida en el planeta. No dudo de algún día los conceptos de libertad sean convincentes, al igual que los Derechos Humanos y la democracia; donde la solidaridad sea parte integral de la convivencia, y los mefistofélicos apetitos de poder sean sepultados por la justicia terrenal y divina.
Hoy los vientos de la guerra azotan al mundo, los conflictos y el terrorismo, en la actualidad, causan destrucción, miles de muertos y heridos. Son innumerables las versiones e interpretaciones de cuál es el balance de lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial, y su incidencia positiva o negativa de su herencia.
Ante estas circunstancias, recuerdo las palabras de Philippe Delmas, que dice: ”...las ambiciones de los Estados no generaran las guerras de mañana; sí sus debilidades. Por no haberlo entendido, los principios y normas del sistema internacional, lejos de frenar la guerra. Le aseguran un brillante porvenir”. Y tiene razón. Es una labor ardua la que trata de realizar las Naciones Unidas, con ayuda de muchas personas que practican con sinceridad la buena voluntad universal, y están empeñados en estas aspiraciones dejen de ser utopías. Empero las ambiciones e insatisfacciones son el germen para avivar los conflictos.
El día 8 de mayo de 2004, se cumplen 59 años de finalizada la Segunda Guerra Mundial, y con modestia trato de compartir lo ocurrido antes, durante y después de la mayor tragedia de la humanidad. Es una invitación a todos los que tengan el valor de hacerlo con sinceridad, para se entreguen desde el alma a la reflexión, y al servicio altruista en bien de la totalidad. Porque a pesar de los logros positivos alcanzados por los seres humanos, pareciera que “las buenas intenciones” son un factor muy presente en las políticas de las potencias, especialmente EE.UU., y no es menos cierto de que en oportunidades se repiten hechos extremistas maquillados, que en una oportunidad fuera también el soporte filosófico del III Reich. Porque para los poderosos, “el fin justifica los medios”.
Quizá sea un sueño, pero creo en la generalidad de los seres humanos que quieren vivir en paz y trabajan para lograrlo algún día. Todos los hombres y mujeres de bien aspiramos vivir en un mundo donde la vida sea fecunda, los pensamientos creadores y la benevolencia una suficiencia de la justicia. ¿Será posible en el Siglo XXI?
Bibliografía consultada:
· Bracher, Karl Dietrich. Controversias de historia contemporánea sobre fascismo, totalitarismo, democracia. Barcelona: Laia, 1983.
· Carsten, F. L.. La ascensión del fascismo. Barcelona: Seix Barral, 1970.
· Delmas, Philippe. El brillante porvenir de la guerra. Santiago de Chile. Editorial Andrés Bello. 1996.
· Hildebrand, K. El Tercer Reich. Madrid: Cátedra, 1988.
· García de Cortazar, Fernando. El siglo XX: Diez episodios decisivos. Madrid. Alianza Editorial. 1999.
· Michel, Henri. Cómo empezó la Segunda Guerra Mundial. Madrid: Narcea de Ediciones, 1983.
· Michel, Henri. La Segunda Guerra Mundial. 2 vols. Torrejón de Ardoz: Ediciones Akal, 1990.
· Ridley, J. Mussolini. Buenos Aires: Javier Vergara Editor, 1999.
· Weinberg, Gerhard L. Un mundo en armas. La Segunda Guerra Mundial, una visión de conjunto. 2 vols. Barcelona: Grijalbo Mondadori, 1995.
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