
Las razones son múltiples: combatir la violencia, la inmigración ilegal o incluso la aftosa, pero el resultado es siempre el mismo: separar y atemorizar.
BBC Mundo le presenta una panorámica de 14 muros que aún siguen en pie, cuando muchos celebran que el 9 de noviembre de 1989 el más simbólico de todos fue derribado en la capital alemana.
El objetivo es evitar que las construcciones precarias que caracterizan esas comunidades destruyan la vegetación que las circunda. Es el llamado Bosque Atlántico, que según portavoces oficiales habría perdido más del 90% de su superficie, y que incluye el parque Tijuca, la mayor reserva natural urbana del mundo.
En el barrio de Santa Marta ya se han levantado más de 600 metros de muralla, mientras que en Rocinha -de más de 200.000 habitantes- el gobierno acordó con los vecinos limitar la pared a las zonas con peligro de deslizamiento. El resto se compondrá de senderos ecológicos y parques.
Algunos críticos consideran que los muros de Río buscan separar las zonas empobrecidas de las de mayores recursos, ubicadas entre las favelas y el mar. O servir de contención para los traficantes de drogas.