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©Pablo Felipe Pérez Goyry

20 de noviembre de 2008

El magnicidio de Dallas...

Por Pablo Felipe Pérez Goyry*

El Diccionario de la Lengua, de la Real Academia Española (RAE), dice que la palabra magnicidio, significa la muerte violenta dada a persona muy importante por su cargo o poder. Es decir, el asesinato de una persona de reconocido rango, poder o prestigio, con fines generalmente políticos o religiosos y amplia repercusión pública. Término que los historiadores dicen aparece allá por el año 1090 d.C., cuando en Siria se fundó la “fraternidad islámica de los Asesinos por Hasan Sabbah”.
Un ejemplo de magnicidio es el de Cayo Julio César, que sucumbe cosido a puñaladas en el Senado romano, a manos de sus compañeros en marzo del año 44 antes de Cristo. Esta conspiración la dirigió Marco Junio Bruto, Décimo Bruto y Cayo Casio Longino. Sin embargo, siempre he admirado a un joven y excelso líder, cuyo magnicidio me sobrecogió y permanece en mi memoria...

Génesis e historia de John (1917-1960)...

Nació el martes 29 de mayo de 1917, a las 3:00 p.m., en el número 83 de la calle Beals en Brookline, Massachusetts. Hijo de Rose Fitzgerald y Joseph P. Kennedy, Sr. Rose era la hija menor de John "Honey Fitz" Fitzgerald, una prominente figura política de Boston, que fue congresista y alcalde de su ciudad. Joseph fue un empresario de éxito y líder de la comunidad irlandesa estadounidense, que fue embajador ante el Reino Unido. El matrimonio tuvo nueve hijos, John fue el segundo y en los primeros diez años de vida, vivió en Brookline.
Realizó sus estudios, desde el parvulario hasta comienzo del tercer grado, en el colegio público "Edward Devotion School". El cuarto grado en un colegio privado para hombres llamado "Noble and Greenough", que posteriormente denominaron "Dexter School". Cursa su octavo grado en el internado de varones "Canterbury School", colegio que se encontraba a cincuenta millas de su hogar en New Milford, Connecticut. A finales de abril de 1931, se retiró de "Canterbury" tras sufrir un ataque de apendicitis, que lo obliga ser sometido a una apendectomía. En septiembre de 1931, con su hermano mayor, Joe, dos años más que él, los envían al colegio privado masculino "The Choate School", un instituto de preparación para la universidad. En junio de 1935, se graduó de Choate. “En la revista de fin de año del colegio, al referirse al egresado John F. Kennedy dice: El que tiene más probabilidades de llegar a Presidente”.
Viaja a Londres y matricula en el London School of Economics (LSD), pero... “en la segunda semana lo hospitalizan a causa de una ictericia”. Regresó a EE.UU. y en octubre de 1935 matricula en “la Universidad de Princeton, donde está sólo seis semanas, porque lo hospitalizan dos semanas en el ‘Peter Bent Brigham Hospital’, en Boston, para ser observado por una posible leucemia”. Hacia septiembre de 1936, se matriculó para cursar su primer año en la Universidad Harvard, residiendo en "Winthrop House" hasta el último curso. Viajó a Francia, en julio de 1937. También, visita Alemania, Italia, los Países Bajos y el Reino Unido.
En junio de 1938, viajó junto a su padre y a su hermano Joe, para trabajar el mes de julio en la embajada estadounidense en Londres, pues su padre es Embajador de Estados Unidos, nombrado por el presidente Franklin D. Roosevelt.
Buscando información para su tesis en Harvard, de febrero hasta septiembre de 1939, recorre Europa, la Unión Soviética, la Península Balcánica y Oriente Medio. Cuando ocurrió la invasión alemana a Polonia, el 3 de septiembre de 1939; afortunadamente el día 1 se encontraba en Londres, después de visitar, en agosto, Checoslovaquia y Alemania, A fines de septiembre regresa a Estados Unidos.
En 1940 completa su tesis, "Appeasement in Munich," sobre la participación del Reino Unido en los Acuerdos de Múnich. En junio, se graduó “cum laud” en Harvard con un título en Relaciones Internacionales. Su padre lo convence para publique la tesis en un libro, y, en julio se publica con el título ¿Por qué Inglaterra se durmió? (Why England Slept), que se convierte en un “superventas”.
Entre septiembre y diciembre de 1940, asistió a clases en el "Stanford Graduate School of Business". A comienzos de 1941, ayudó a su padre a completar la redacción de sus memorias de tres años como embajador. Posteriormente, entre mayo y junio de 1941, John viajó por América del Sur. En la primavera de 1941, “se presenta como voluntario para incorporarse en el Ejército de los Estados Unidos, y en septiembre se alista en la Armada. Trabaja, con el rango de alférez, en una oficina encargada de los boletines y de los informes que se presentaban al Secretario de la Marina. Por estos días acontece la agresión japonesa a Pearl Harbor”.
Estudia en la "Naval Reserve Officers Training School” y en el “Motor Torpedo Boat Squadron Training Center”. Es asignando a Panamá y con posterioridad a las operaciones del Pacífico. Después de varias misiones, alcanza el grado de teniente y jefe de una lancha “PT boat” (patrulla torpedera). Empero, la lancha de John, la PT-109, el 2 de agosto de 1943, “la aborda el destructor japonés Amagiri mientras participa en una misión nocturna cerca de Nueva Georgia, en las Islas Salomón”. John cayó de la lancha, lastimándose su maltrecha columna vertebral. Esto no le impidió “ayudar a 10 compañeros sobrevivientes, en especial a uno al que cargó por estar malherido, para llegar a una isla donde los rescatan”. Por esta acción, recibe la "Navy and Marine Corps Medal". Además, otras condecoraciones, en la Segunda Guerra Mundial: el “Corazón Púrpura”, la “Asiatic-Pacific Campaign Medal” y la “World War II Victory Medal”. A principios de 1945, pocos meses antes de la rendición japonesa, se licencia con honores...

John y la política...

La política es algo natural en el seno familiar, por eso se inicia en la vida política, afiliándose al Partido Demócrata. Logra ser elegido miembro de la Cámara de Representantes en 1946. Seis años más tarde entró a formar parte del Senado.
Y como la política no está reñida con el amor, en 1953 contrajo matrimonio con Jacqueline Bouvier, con la que tuvo dos hijos: Caroline (nacida en 1957) y John (nacido en 1960).
Mas adelante, en 1956, publicó “Profiles in Courage”, un libro que recogía las biografías de diversos dirigentes políticos estadounidenses que arriesgaron sus carreras en su lucha por defender causas impopulares, gracias al cual logró el Premio Pulitzer en 1957, como la mejor biografía.
Sin éxito, en 1956, intenta obtener la nominación vicepresidencial en la lista demócrata encabezada por Adlai E. Stevenson. No obstante, John no desfallece y comenzó a fraguar su posible presentación a la elección presidencial de 1960.
Para este propósito, asume el liderazgo del ala liberal del Partido Demócrata, y, en torno a él reunió a Robert (su hermano) y un grupo de mozalbetes. Sus esfuerzos se ven coronados cuando “logra la nominación de su partido en la primera votación, y, junto al senador de Texas, Lyndon B. Johnson, como candidato a la vicepresidencia, compitió en las elecciones presidenciales frente al candidato republicano, Richard M. Nixon. Por un estrecho margen, favorable, en 1961, conquistó el triunfo con 113.000 votos. Aunque no pudo disponer de una mayoría demócrata en el Congreso”. De esta manera se convirtió en el presidente más joven, y católico, de la historia de Estados Unidos.
Al llegar a la Casa Blanca, animado por su quijotismo juvenil y las ilusiones depositadas en él por sus conciudadanos, estableció un cuerpo de paz de voluntarios estadounidenses en el extranjero. Esta orden ejecutiva instituyó una novedosa política gubernamental que se llamó la “Nueva Frontera”.
En su primer año como presidente, fue severamente sermoneado por una ristra de acaecimientos internacionales nocivos para la estabilidad de la política exterior estadounidense. No hay que olvidar que John “hereda” del gobierno anterior, presidido por Dwight D. Eisenhower, un plan secreto para derrocar al régimen de Fidel Castro. Y el joven presidente..., aprobó la invasión de bahía de Cochinos, a cargo de exiliados cubanos que maniobraban en EE.UU. con el apoyo de agencias gubernamentales como la CIA. La chambonada del desembarque y posterior derrota, en el sur del archipiélago cubano, en abril, para el presidente será, hasta su muerte, “un fracaso personal”.
John deberá afrontar otras crisis en el contextus internacional. Después de la escandalosa derrota de bahía de Cochinos, consideró la emergencia de enviar tropas a Laos, que estaba sobrellevando una revuelta marxista. Así que, en junio, voló a Viena, para examinar el asunto con el jefe de gobierno soviético Nikita S. Jruschov, y ambos convinieron en el neutralismo para los asuntos laosianos. En agosto, surgió el indecente asunto de la construcción del llamado Muro de Berlín, entre los sectores oriental y occidental de la ciudad. La respuesta de John fue “enviar un contingente militar a la ruta terrestre hacia Berlín, para reafirmar los derechos de acceso”. De ahí que, en adelante, las tensiones de la Guerra fría, que antes ya se habían agravado, cuando la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) mandó al primer hombre al espacio en abril, y se empeoraron cuando la superpotencia comunista realizó pruebas nucleares en la atmósfera en septiembre.
Empero a John, los problemas relacionados con Cuba lo acosan y atormentan (no será el único presidente que sufre esta pesadilla). Y el clímax llega..., cuando comienzan los rumores de que en el archipiélago se estaban construyendo bases de misiles nucleares soviéticos. La historia de la crisis de los misiles, y, la inteligente y audaz estrategia de John es bien conocida. Actitud que salvó al planeta de una guerra nuclear.
Viaja a Europa, en junio de 1963, y lo reciben calurosamente en Berlín occidental. Prometió continuar su apoyo a la República Federal de Alemania. Allí, pronunció un discurso en el que abogó por el final de la Guerra fría. Las dos superpotencias pactaron establecer el denominado “teléfono rojo” entre Washington y Moscú, para facilitar la comunicación inmediata en el caso de crisis ¾como la de los misiles en Cuba o la del Muro de Berlín¾, que pudieran resultar fatales. En agosto se firmó con la URSS y Gran Bretaña el Tratado (Limitado) de Prohibición de Pruebas Nucleares. Estos progresos, en las peliagudas relaciones internacionales de la época, se vieron opacados por el agravamiento del embrollo político-militar en Vietnam del Sur, donde John había enviado 17.000 soldados estadounidenses como ayuda para apuntalar un régimen vacilante acosado por la corrupción y por una creciente revuelta comunista.
En América Latina, tras quedar en la empalizada la invasión de bahía de Cochinos, la Revolución Cubana proclamaba sus “éxitos” y sumaba adeptos a sus intereses. Ante estas evidentes realidades populistas, John, propugnó acelerar y apoyar el desarrollo económico y democrático de la región, con el objetivo de anular la influencia castro-comunista.
Con este propósito, en agosto de 1961 se celebró en la ciudad uruguaya de Punta del Este una reunión del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) al que asistieron delegados de todos los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA). Reunión en la que se aprobó, sin el consenso del gobierno cubano, la creación de la Alianza para el Progreso, “cuya principal finalidad fue la cooperación entre los países firmantes, la defensa del uso común de la democracia y la justa redistribución de la riqueza. Para garantizar estos objetivos, Estados Unidos se comprometía a cooperar en aspectos técnicos y financieros”.

Impunidad de un magnicidio...

No solo con buenas intenciones se puede lograr materializar objetivos que beneficien a sectores vulnerables de la sociedad. Así que, John, como no contaba con el apoyo del Congreso, en manos de los republicanos, no pudo adelantar y llevar a buen puerto sus “propuestas más importantes para el estímulo económico, la reforma fiscal, la ayuda a la educación y un bienestar ampliado”. No obstante, logra estimular la carrera para llegar a la Luna y que las empresas siderúrgicas no aumentaran los precios de sus productos. También, dio oportuna respuesta para evitar se frustrara el plan de la integración de la población negra en las universidades de los estados del sur, “amenazando incluso con el envío de tropas federales si no se cumplían las leyes antirracistas”. Para reforzar los derechos civiles, John, solicitó al Congreso “una legislación que acabara con la segregación en los servicios públicos y diera al Departamento de Justicia autoridad para llevar a cabo acciones en favor de la integración escolar”.
John o mejor Jonh Fitzgerald Kennedy, a finales de 1963, estaba preparando su estrategia para aspirar a la reelección como presidente. Estaba en esos trajines, el 22 de noviembre de ese año, “cuando circulaba en un automóvil descapotable a través de la ciudad tejana de Dallas, recibió varios disparos en la cabeza y en el cuello, como consecuencia de los cuales falleció”. El magnicidio se había consumado y la consternación nacional e internacional no se hizo esperar.
Con apresuramiento se creó una comisión dirigida por el presidente del Tribunal Supremo, Earl Warren (la “Comisión Warren”), que llegó a la conclusión en septiembre de 1964 de que “el único asesino fue el ex soldado estadounidense Lee Harvey Oswald. Que lo habían detenido poco después del asesinato de Kennedy en un cine próximo, y que dos días más tarde mientras lo conducen desde la ciudad a la prisión del condado resultó muerto a manos de Jack Ruby, propietario de un club nocturno de Dallas”.
Posteriores investigaciones han sugerido la posibilidad de que a JFK le dispararan al menos dos francotiradores, de frente y por detrás, lo que corroboraba las declaraciones de la generalidad de los testigos oculares. Algunos consideran que pudieron ser varios los posibles autores directos e indirectos del magnicidio. Para unos fue la mafia; para otros los exiliados cubanos, descontentos por lo ocurrido en bahía de Cochinos; y no falta quien asevera que fueron los halcones del Pentágono por el cese del Director General de la CIA Allen Dulles y de su segundo el General Cabell, tras el desastre de Bahía de Cochinos, o por la idea de retirar los soldados estadounidense de Vietnam, o quizás por el manejo que el presidente estaba dando al asunto soviético y la Guerra fría.
Sir John Harrington, poeta inglés del siglo XVII, aseveraba que: “La traición, pues, nunca prospera. ¿Por qué razón? Porque si prosperase, nadie osaría llamarla traición”. Estar de acuerdo o no con lo que dice el poeta, daría para explayarse en dilatados debates e infinitos argumentos. Y como no es finalidad de este documento debatir o argumentar sobre lo expresado por el inglés, prefiero respetuosamente continuar con el tema que alentó este ensayo y dejar en libertad al leedor para con sabiduría alcance sus conclusiones...

Al iniciar estas cuartillas, comentaba al paciente lector que en el pasado siglo XX, se registraron execrables magnicidios, como el cometido contra: Mahatma Gandhi, (asesinado en 1948 por un extremista hindú); Martin Luther King, (en 1968, le dispararon al salir de un hotel en la ciudad de Memphis); Luís Carrero Blanco (presidente del gobierno español, asesinado el 20 de diciembre de 1973, en un atentado de la organización terrorista ETA); Anwar al-Sadat (presidente egipcio, asesinado en 1981 por integristas musulmanes); Indira Gandhi (asesinada en 1984, le dispara un miembro sij de su escolta); la misma suerte corrió su hijo Rajiv Gandhi, en 1991; Olof Palme (presidente del gobierno sueco en 1986), e Isaac Rabin, (muerto de un disparo por un extremista sionista en 1995), ectcétera...
Mi opinión sobre el magnicidio de Dallas, tiene como punto de partida la afirmación de Nostradamus: “el gran hombre será derribado ese día por un rayo, siendo joven aun”. Para los estudiosos es una profecía sobre el asesinato de John F. Kennedy. Cierto o no, yo creo que el regicidio ocurrió y con significativa “coincidencia” con lo dicho por el médico y astrólogo francés. He ahí el dilema que hoy día continúa sin respuesta... Luego concluyo que, al joven y excelso líder visionario que confiaba en un mundo donde prevaleciera la coherencia y la paz: Cometió su pecado mayor al querer acabar con la segregación racial y aplacar la Guerra fría, y, firmó su sentencia de muerte al tratar de conciliar con los soviéticos y terminar la guerra en Vietnam.
Una opinión que reafirma esta creencia, es la de H. Kissinger, que al referirse al magnicidio dijo: “El asesinato de Kennedy dificultó a más no poder salir de Vietnam a los Estados Unidos. Si en realidad Kennedy había empezado a percatarse de que los Estados Unidos se habían lanzado por un curso insostenible, sólo necesitaba invertir su propia decisión [...] Se habría necesitado un dirigente con confianza en sí mismo y unos conocimientos extraordinarios para emprender una retirada de tal magnitud”. Además, “algunos ex miembros del gobierno de Kennedy han afirmado que, después de la elección presidencial de 1964, su presidente se proponía retirar las fuerzas norteamericanas”.
Tengo la percepción de que, a John F. Kennedy, lo traicionaron. Que fue un complot de alto nivel aderezado en el interior del propio gobierno, con la complicidad de sectores ultra conservadores y mafiosos.
“... Kennedy fue asesinado porque iba a paralizar la maquinaria de guerra norteamericana, porque había demasiados intereses en juego. Tal como dice Mr. X en la película de Stone, porque los asesinos, y no me refiero a los autores materiales de los disparos sino a los patrocinadores, tenían mucho que perder si Kennedy no moría. No olvidemos que la guerra es un gran negocio, y el negocio se iba a acabar con Kennedy en la Casa Blanca. Y encima parecía que iba a durar ya que era previsible que saliera re-elegido”, ha dicho el señor A. Moreno, un español que ha indagado sobre el tema. Con todo, yo no creo que fue la única causa.
En conclusión, Jonh Fitzgerald Kennedy, presidente de los Estados Unidos, fue vilmente asesinado el 22 de noviembre de 1963, y su magnicidio conmocionó mi alma y permanece esculpido en mi memoria, y estas brevísimas cuartillas son un respetuoso homenaje en el aniversario de su muerte, y un generoso memorandum a los demócratas honestos para vigilantes impidamos que algo análogo acontezca ahora, cuando Barack Obama, presidente electo de Estados Unidos, un joven negro y excelso demócrata pretende hacer cambios en la gran nación del Norte; y quiere dialogar con el régimen castro-comunista sin condiciones... ¡Dios salvaguarde a Barack Obama y a los Estados Unidos! ¡Dios salvaguarde a la Nación cubana!Ω


Bibliografía:

Agudo Valdés, Juan. Los Kennedy: una dinastía. Alicante: Autor-editor de obra propia, 1992. Busquets Molas, Esteve. Kennedy. Barcelona: Edebé, 1966.
Collier, Peter y Horowitz, David. Los Kennedy. Barcelona: Tusquets Editores, 1985.
Fontain, A. Historia de la Guerra fría. 2 vols. Luís de Caralt Editor, Barcelona, 1970.
Gallego, Gregorio. Grandes personajes: Kennedy. Barcelona: Editorial Labor, 1992.
Kaspi, Andre. Kennedy. Barcelona: Salvat Editores, 1995.
Kennedy, John F. Trece días, Plaza y Janés, Barcelona, 1971.
Rivele, Stephen. Kennedy: la conspiración de la mafia. Barcelona: Ediciones B, 1988.
Sidey, Hugh. John F. Kennedy, presidente. Barcelona: Planeta-Agostini, 1995.
Un minucioso trabajo de investigación se encuentra en: http://jfk.iefactory.com/menu.htm


*Pablo Felipe Pérez Goyry.
Analista y Periodista Independiente.
Miembro del Instituto Nacional de Periodismo Latinoamericano.
Web: http://es.geocities.com/libertadeopinion/
Blog: http://contextuspablofeliperezg.blogspot.com/


Noviembre de 2008.

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Freelance: Writer - Journalistic Analyst - Photographer Design Editor - CEO - Chemical Industrial & Analyst

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