La irreverente declaración de clases
dovalamela@yahoo.com
Cuando la juventud de los años sesenta en Cuba se involucró con el sistema supuestamente socialista, pensaban que el mundo iba a cambiar a su alrededor. Soñaban con bailar y cantar, al son de la irresponsabilidad. Estaban dándose los primeros pasos de la destrucción total de un país.
Nunca hubo seres humanos más distantes de su realidad que aquellos que hoy ya no son tan jóvenes y sienten el peso de la nostalgia o de la discrimación. Aquella utópica realidad no pasó de ser un sueño de tarde al sonido del agua de lluvía cayendo sobre el zinc, un momento pasajero. El paso de estos cincuenta años los hizo, en su gran mayoría, estar más solos, con más años y envueltos en la pobreza.
Culpar de los errores cometidos a esta generación o cualquier otra es volver a equivocarnos, dañar el alma de lo que fuimos o seremos. Las culpas, irresponsabilidades y egoísmos han sido pagadas en la vida miserable que se ha llevado durante todos estos años.
Ese gobierno que juega a exportar personal de la salud como productos, tiene los hospitales detruidos, sus médicos de guardia pasan hambre. Los enfermos dudan ante la necesidad de una operación pues los salones están poblados de estafilococos (estafilococo dorado uno de los más grave y más común),el riesgo de contraer el VIH está en un común examen de sangre.
Cada año incrementa el número de escuelas destruidas, maestros desertores, alumnos que no aprovechan al máximo su capacidad, padres disgustados, concluyendo en una sociedad dañada en su futuro. La vejez, una enfermedad casi terminal, no un estatus social, no son años vividos sino años por vivir en desamparo total, forzados a trabajar. Un retiro alto equivalente a toda una vida de trabajo puede estar sobre los 300 pesos cubanos (en el cambio son 12.50 cuc), para un matrimonio se sumaría el retiro de la esposa, unos 200 pesos cubanos (8.33 cuc), un total de 20.83 cuc. Un dilema metafísico tratar de entender como se puede vivir con $500 pesos, cuando se tienen que pagar por un refrigerador que te obligaron a comprar (60 pesos mensuales),medicinas,luz, agua, transporte, comida, ropa, a un elevado precio pues todo debe ser adquirido por mercados dudosos o con elevados valores. También podríamos medir en CUC, esa moneda ficticia que cuesta imaginar su verdadero valor, porque con ella se compra la ideología, la tranquilidad y el silencio de un pueblo. La vida se hace dificil cuando calculamos 2 cuc diario por habitantes, imaginar cómo vivir con 1 es imposible. Hay matrimonios que tienen que enfrentar la vida con 300 pesos mensuales y su deuda del refrigerador, un leimotiv cubano que suma la obligatoriedad a la carencia pública. Esta es una vejez desprotegida, desamparada, agobiada, una muerte prematura de los sueños y los deseos.
Aquella supuesta sociedad que iba romper con los esquemas y a crear al hombre nuevo, ha provocado un total desbalance en los valores sociales, la educación característica en un pueblo donde estudiar era un compromiso personal y un deber social ha dejado de tener importancia. La cultura es un renglón exportable por lo que va perdiendo identidad para adquirir valor mercantil.
Una ¨´revolución de ideas¨´, eslogan utilizado durante años, quedó pisoteado por las palabras sofocantes que definian la frase, no como la dijeron sino como la han ejecutado. Cincuenta años después las clases sociales se marcan con fuerza porque son más que una posición social.
En un país de extremo calor tener un aire acondicionado es símbolo de jerarquía, es la marca de un sueño reparador, un descanso total. Menos cruces en la ¨´libreta de alimentos¨´ en la hoja que corresponde al pan de cada día es una manera de mostrar que se tiene dinero porque se puede consumir aquel que el estado vende a 10 pesos cubanos. El pelo de las mujeres definen la posición del esposo, son el termómetro adquisitivo de la familia. Un perro, ese animal fiel que nos cuida, también se encarga de mostrar el valor social y económico del dueño. Son mensajes al portador, información subliminal que ataca con imágenes desmedidas al propio creador, el régimen.
Un gobierno de ideas falsas y acciones ficticias ha creado un condicionamiento social que manipula a su antojo. Un mercado de irrespetuosa ilegalidad se afana en devolver al pueblo lo que siempre le perteneció por derecho propio y le han arrebatado con brutalidad. Legitimizar el hurto al gobierno es uno de los eslabones del intercambio, no justifica la escasez, porque las ineficiencias económicas han provocado el delito pero, siempre será la carta de triunfo que sirva de escape a una situación peligrosa, aunque nunca alcanzaraán las altas cifras de las malversaciones, robo en mayor cuantía engendrado por los baluartes del gobierno, columnas que soportan el peso, cuyo precio es la posibilidad de una inmunidad temporal que les permite acumular la suficiente fortuna para, en ocasiones, invertir en el exterior a través de sus hijos, pagando con dinero del pueblo cubano, los años necesarios para que éstos se radiquen en el exterior, compren casas, avalen sus estudios, vivan con la tranquilidad que un buen padre daría a sus vástagos. Con estas acciones garantizan la inversión de los bienes robados, libran a sus hijos de la responsabilidad de sus pecados fabricando una puerta de escape para un futuro dudoso. El pueblo cubano no es vago, no es ladrón, no es irrespetuoso, es un pueblo cansado, desposeido, le han arrebatado la energía que les permitía pensar, luchar. Esta casta de ¨´ilustres mandatarios¨´ han aprendido a vivir en el silencio y sobre estas bases están preparando la retirada. Son los grandes resultados de una sociedad que se creó sobre las endebles bases de la criminalidad, sin fundamentos económicos, ni amor patrio. El pueblo no es culpable de su propio abandono, los causantes tienen nombre, ejércitos y afectos, ellos son los que sostinen los pilares sobre los que va sentado el poder. Cuba es una sociedad clasista, el país subdivide en diversos niveles, no de estratos sociales, ni compromisos políticos sino de riesgo ante el delito.
Fotografía: Internet
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