Por Paulo Coelho
Guerrero de la Luz.
Un viejo ermitaño fue invitado en cierta ocasión a ir a la corte del rey más poderoso de su tiempo.
-Yo envidio a los hombres santos, que se conforman con tan poco –comentó en soberano.
-Yo le envidió a Su Majestad, que se contenta con menos aún que yo. Yo tengo la música de las esferas celestes, tengo los ríos y las montañas del mundo entero, y tengo la luna y el sol, porque llevo a Dios en mi alma. Su Majestad, sin embargo, apenas tiene este reino.
He leído mucho a Paulo Coelho, pero me ha recordado un poema de José Martí:
ResponderEliminarOdio la máscara y vicio
del corredor de mi hotel,
me vuelvo al manso bullicio
de mi monte de laurel.
Con los pobres de la tierra
quiero yo mi suerte echar,
el arroyo de la sierra
me complace más que el mar.
Denle al vano el oro tierno
que arde y brilla en el crisol,
a mí denme el bosque eterno
cuando rompe en él el sol.
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Sigue aún más, y es un poema precioso. Creo que es Pablo Milnés quien utiliza una estrofa de este poema para ponerlo en una de sus bellas canciones.
Muchísimas gracias y saludos.