Por Pablo Felipe Pérez Goyry
02 de julio de 1999.
"Estamos preparando planes de contingencia para tal eventualidad". (General Charles Wilkelm. Jefe Comando Sur EE.UU.)
En los últimos tiempos hemos observado con estupor el indiscutible atropello, de los medios de comunicación, al tratar temas relacionados con la violencia, los secuestros, la corrupción.
Es una certitud de que algunos periodistas se han encargado de sacar buen partido al espectáculo noticioso; aplicando embrollos y desinformación, ataviándose con el banderín de la libertad de expresión. Pero... olvidan, en determinados sucesos, la ética periodística, su discernimiento como integrantes activos la sociedad. Es decir, esclarecer, informar, educar, y contribuir con soluciones. Del mismo modo, ser salvaguardas de la imagen del país, escudriñando en los problemas - a corto, mediano y largo plazo – e ilustrar a la opinión pública.
Causa pesadumbre el ver como se desangra la nación, en medio de las disputas; desde las callejeras, pasando por el "conflicto armado", hasta culminar con los asuntos públicos; y los medios de comunicación en rebusque de más público. Al final solo está perdiendo Colombia y los colombianos, pues su imagen es cada día más martirizada y inquietante.
¿Estamos obligados a consentir se violen con impunidad los más elementales derechos de la sociedad?, ¿Por cuánto tiempo tendrán que desplazarse, de sus tierras, los campesinos, que representan más del 37% de la población colombiana?, ¿Se debe continuar ignorando el clamoreo, por sus derechos, de los indígenas?, ¿Hasta cuándo se permitirá prolongar la solución a los problemas de fondo que están a la vista, de Colombia y el Mundo?, ¿Hasta cuándo una mayoría
debe sufrir las depravadas, irresponsabilidades y corrupción de unos pocos?. ¿Por cuánto tiempo debemos postergar una paz seria y duradera?
Muchos individuos no ven más allá de sus intereses personales, y relegan los del pueblo colombiano.
Cada día son más las noticias enternecedoras, sobre acontecimientos nada esperanzadores; en medio de una perniciosa tarea, para lograr la paz para Colombia.
Los informes e imputación, sobre la violación de los Derechos Humanos, son innumerables por décadas.
Tampoco escapa el país a la desvergüenza de los que violan el bienestar y armonía de los ciudadanos; tampoco faltan los gorrones y "paladines" de la democracia, que solo buscan protagonismo y violan los esenciales derechos ciudadanos.
Hasta la fecha son pocos los que, conscientemente, han valorado la dimensión del conflicto y sus secuelas a corto, mediano y largo plazo.
Un repaso a la historia, de América Latina, nos revelará una respuesta contundente de a que se expone Colombia de no lograrse un equilibrio Político y Social, mediante diálogos de paz, en el menor plazo posible.
La preocupación, esta sustentada en los resientes acontecimientos de Kosovo, aunque no es el único ejemplo que podemos citar; los resultados a la larga se verán, para mal de los que menos tienen. Todos en mayor o menor grado conocemos las consecuencias de una guerra.
Terminada esta aventura de la OTAN, debemos pensar: ¿Qué nuevo proyecto de hegemonía tendrán las poderosas industrias armamentistas, fundamentalmente las de estados Unidos, en un mundo unipolar?.
Desde hace algún tiempo, y mucho antes de la situación de Kosovo; se ha manipulado con gran cautela el peligro que representa la situación interna colombiana para la estabilidad y seguridad de la "democracia" en los países vecinos. No hay la menor duda que existen intenciones ocultas, nada buenas para el futuro de Colombia, en los próximos diez años.
No son ideas o especulaciones las que motivan nuestra llamada de alerta, veamos algunas evidencias recientes.
Al concluir la XXIX Asamblea General de la OEA, en Guatemala; donde fue reelegido el ex presidente de Colombia, César Gaviria, como Secretario General, se conoció del rechazo a la propuesta - de Estados Unidos de Norteamérica – para la creación de una instancia multinacional que pudiera intervenir de una manera u otra en aquellos países donde la "democracia" corriera peligro. Este proyecto fue rechazado, aunque no faltaron quienes lo vieron como un acto de protección continental; olvidando que solo es una formalidad del buen vecino. Todos conocemos la prepotencia, al abordar estas cuestiones, de los Estados Unidos. No se puede olvidar las violaciones, estadounidenses, de las reglas más elementales y diplomáticas en el concierto mundial. En la historia de América Latina no faltan ejemplos y los colombianos han vivido esta experiencia.
El presidente de Perú, también a promovido su gran preocupación sobre los peligros en su frontera, por la guerra interna en Colombia. Ciudadanos de Colombia han cruzado las fronteras de Venezuela y Brasil, en busca de protección; ante los embates de guerrilleros, paramilitares y fuerzas militares. También han incursionado narcotraficantes y guerrilla dentro del territorio de Panamá. El Presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, a catalogado la situación colombiana como un potencial Kosovo en Iberoamérica.
Ahora, para colmo de males, el Norte de Santander pide su independencia de Colombia. Existen síntomas para sospechar, en una posible internacionalización del conflicto colombiano, en el próximo decenio.
Por otro lado, con mucha fuerza, el Jefe del Comando Sur de Estados Unidos, General Charles Wilhelm, quien en los últimos tiempos visita con frecuencia Colombia, argumenta y no sin razón, sobre los peligros de una guerra en el país, para la seguridad del Canal interoceánico; ante la incapacidad militar de los panameños. Con este alegato acusa a las Farc y los narcotraficantes como un grave inconveniente. A esto se suma la noticia de la llegada de 45 mil militares estadounidenses - en los próximos dos años - al sudeste colombiano para "combatir el narcotráfico".
Pero es bueno, por la gravedad, considerar, las declaraciones subidas de tono, del General Wilhelm, y cito: "...estamos conscientes de nuestra obligación de intervenir, sea en cooperación con los panameños o de manera unilateral, si las condiciones lo requieren". "Estamos preparando planes de contingencia para tal eventualidad".
Con este torbellino de acontecimientos, los hombres dignos no podemos dormitar, ante lo que implican estas aseveraciones, del estadounidense. Las condiciones se están dando. Ninguna voz de alerta se ha escuchado, ante una eventual balcanización del conflicto colombiano. Agudización con un solo objetivo: "combate contra el terrorismo y las drogas".
El conflicto interno en Colombia, tiene una urgente necesidad de solución. Una intervención militar, justificada para una minoría - los que todo lo tienen -, no justificada; no para la mayoría - los que poco o nada tienen – que no quiere se violen sus fronteras; porque es una intervención en los asuntos internos de una nación soberana e independiente.
Todos - los actores del conflicto armado, los políticos, los hombres de bien, los que vivimos en esta hermosa nación - con una consciencia real y sin utopías, emprendamos la marcha por el camino correcto para lograr la paz. Hay que evitar más aplazamientos a la solución de un problema que dura más de cinco décadas. Una intervención militar en Colombia agudizaría más los problemas actuales y se sumarían otros, en lo político, social y económico.
Existe la solución, encontrar la paz definitiva. No puede permitirse la destrucción de la nación. Los colombianos deben aprender la lección de cómo se debe vivir en convivencia, como personas civilizadas. Son bochornosas las alusiones sobre la incapacidad de ser consecuentes con la razón de patria, para todos.
Hace falta construir sólidas y perdurables vías para encontrar la paz. Y tener presente los colombianos de que en la unión esta la fuerza, y solo pensando como nación, como un todo coherente y homogéneo - sin que predominen las tendencias políticas o intereses personales - será posible encontrar la paz definitiva.
Agotar todas las alternativas políticas y pacíficas, con un profundo sentido de fraternidad nacionalista, buena voluntad, el respeto a Colombia es la tarea, que debe ser asumida con valentía y dignidad. Créanme hermanos, vale la pena. Con estos elementos debemos responder la pregunta: ¿Colombia puede ser un nuevo Kosovo? (Este documento puede ser reeditado - total o parcial - citando autor y fuente).
02 de julio de 1999.
"Estamos preparando planes de contingencia para tal eventualidad". (General Charles Wilkelm. Jefe Comando Sur EE.UU.)
En los últimos tiempos hemos observado con estupor el indiscutible atropello, de los medios de comunicación, al tratar temas relacionados con la violencia, los secuestros, la corrupción.
Es una certitud de que algunos periodistas se han encargado de sacar buen partido al espectáculo noticioso; aplicando embrollos y desinformación, ataviándose con el banderín de la libertad de expresión. Pero... olvidan, en determinados sucesos, la ética periodística, su discernimiento como integrantes activos la sociedad. Es decir, esclarecer, informar, educar, y contribuir con soluciones. Del mismo modo, ser salvaguardas de la imagen del país, escudriñando en los problemas - a corto, mediano y largo plazo – e ilustrar a la opinión pública.
Causa pesadumbre el ver como se desangra la nación, en medio de las disputas; desde las callejeras, pasando por el "conflicto armado", hasta culminar con los asuntos públicos; y los medios de comunicación en rebusque de más público. Al final solo está perdiendo Colombia y los colombianos, pues su imagen es cada día más martirizada y inquietante.
¿Estamos obligados a consentir se violen con impunidad los más elementales derechos de la sociedad?, ¿Por cuánto tiempo tendrán que desplazarse, de sus tierras, los campesinos, que representan más del 37% de la población colombiana?, ¿Se debe continuar ignorando el clamoreo, por sus derechos, de los indígenas?, ¿Hasta cuándo se permitirá prolongar la solución a los problemas de fondo que están a la vista, de Colombia y el Mundo?, ¿Hasta cuándo una mayoría
debe sufrir las depravadas, irresponsabilidades y corrupción de unos pocos?. ¿Por cuánto tiempo debemos postergar una paz seria y duradera?
Muchos individuos no ven más allá de sus intereses personales, y relegan los del pueblo colombiano.
Cada día son más las noticias enternecedoras, sobre acontecimientos nada esperanzadores; en medio de una perniciosa tarea, para lograr la paz para Colombia.
Los informes e imputación, sobre la violación de los Derechos Humanos, son innumerables por décadas.
Tampoco escapa el país a la desvergüenza de los que violan el bienestar y armonía de los ciudadanos; tampoco faltan los gorrones y "paladines" de la democracia, que solo buscan protagonismo y violan los esenciales derechos ciudadanos.
Hasta la fecha son pocos los que, conscientemente, han valorado la dimensión del conflicto y sus secuelas a corto, mediano y largo plazo.
Un repaso a la historia, de América Latina, nos revelará una respuesta contundente de a que se expone Colombia de no lograrse un equilibrio Político y Social, mediante diálogos de paz, en el menor plazo posible.
La preocupación, esta sustentada en los resientes acontecimientos de Kosovo, aunque no es el único ejemplo que podemos citar; los resultados a la larga se verán, para mal de los que menos tienen. Todos en mayor o menor grado conocemos las consecuencias de una guerra.
Terminada esta aventura de la OTAN, debemos pensar: ¿Qué nuevo proyecto de hegemonía tendrán las poderosas industrias armamentistas, fundamentalmente las de estados Unidos, en un mundo unipolar?.
Desde hace algún tiempo, y mucho antes de la situación de Kosovo; se ha manipulado con gran cautela el peligro que representa la situación interna colombiana para la estabilidad y seguridad de la "democracia" en los países vecinos. No hay la menor duda que existen intenciones ocultas, nada buenas para el futuro de Colombia, en los próximos diez años.
No son ideas o especulaciones las que motivan nuestra llamada de alerta, veamos algunas evidencias recientes.
Al concluir la XXIX Asamblea General de la OEA, en Guatemala; donde fue reelegido el ex presidente de Colombia, César Gaviria, como Secretario General, se conoció del rechazo a la propuesta - de Estados Unidos de Norteamérica – para la creación de una instancia multinacional que pudiera intervenir de una manera u otra en aquellos países donde la "democracia" corriera peligro. Este proyecto fue rechazado, aunque no faltaron quienes lo vieron como un acto de protección continental; olvidando que solo es una formalidad del buen vecino. Todos conocemos la prepotencia, al abordar estas cuestiones, de los Estados Unidos. No se puede olvidar las violaciones, estadounidenses, de las reglas más elementales y diplomáticas en el concierto mundial. En la historia de América Latina no faltan ejemplos y los colombianos han vivido esta experiencia.
El presidente de Perú, también a promovido su gran preocupación sobre los peligros en su frontera, por la guerra interna en Colombia. Ciudadanos de Colombia han cruzado las fronteras de Venezuela y Brasil, en busca de protección; ante los embates de guerrilleros, paramilitares y fuerzas militares. También han incursionado narcotraficantes y guerrilla dentro del territorio de Panamá. El Presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, a catalogado la situación colombiana como un potencial Kosovo en Iberoamérica.
Ahora, para colmo de males, el Norte de Santander pide su independencia de Colombia. Existen síntomas para sospechar, en una posible internacionalización del conflicto colombiano, en el próximo decenio.
Por otro lado, con mucha fuerza, el Jefe del Comando Sur de Estados Unidos, General Charles Wilhelm, quien en los últimos tiempos visita con frecuencia Colombia, argumenta y no sin razón, sobre los peligros de una guerra en el país, para la seguridad del Canal interoceánico; ante la incapacidad militar de los panameños. Con este alegato acusa a las Farc y los narcotraficantes como un grave inconveniente. A esto se suma la noticia de la llegada de 45 mil militares estadounidenses - en los próximos dos años - al sudeste colombiano para "combatir el narcotráfico".
Pero es bueno, por la gravedad, considerar, las declaraciones subidas de tono, del General Wilhelm, y cito: "...estamos conscientes de nuestra obligación de intervenir, sea en cooperación con los panameños o de manera unilateral, si las condiciones lo requieren". "Estamos preparando planes de contingencia para tal eventualidad".
Con este torbellino de acontecimientos, los hombres dignos no podemos dormitar, ante lo que implican estas aseveraciones, del estadounidense. Las condiciones se están dando. Ninguna voz de alerta se ha escuchado, ante una eventual balcanización del conflicto colombiano. Agudización con un solo objetivo: "combate contra el terrorismo y las drogas".
El conflicto interno en Colombia, tiene una urgente necesidad de solución. Una intervención militar, justificada para una minoría - los que todo lo tienen -, no justificada; no para la mayoría - los que poco o nada tienen – que no quiere se violen sus fronteras; porque es una intervención en los asuntos internos de una nación soberana e independiente.
Todos - los actores del conflicto armado, los políticos, los hombres de bien, los que vivimos en esta hermosa nación - con una consciencia real y sin utopías, emprendamos la marcha por el camino correcto para lograr la paz. Hay que evitar más aplazamientos a la solución de un problema que dura más de cinco décadas. Una intervención militar en Colombia agudizaría más los problemas actuales y se sumarían otros, en lo político, social y económico.
Existe la solución, encontrar la paz definitiva. No puede permitirse la destrucción de la nación. Los colombianos deben aprender la lección de cómo se debe vivir en convivencia, como personas civilizadas. Son bochornosas las alusiones sobre la incapacidad de ser consecuentes con la razón de patria, para todos.
Hace falta construir sólidas y perdurables vías para encontrar la paz. Y tener presente los colombianos de que en la unión esta la fuerza, y solo pensando como nación, como un todo coherente y homogéneo - sin que predominen las tendencias políticas o intereses personales - será posible encontrar la paz definitiva.
Agotar todas las alternativas políticas y pacíficas, con un profundo sentido de fraternidad nacionalista, buena voluntad, el respeto a Colombia es la tarea, que debe ser asumida con valentía y dignidad. Créanme hermanos, vale la pena. Con estos elementos debemos responder la pregunta: ¿Colombia puede ser un nuevo Kosovo? (Este documento puede ser reeditado - total o parcial - citando autor y fuente).
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