Por Paulo Coelho
Guerreo de la Luz
Quien se atreve a tener un proyecto en su vida, quien tiene el valor de dejarlo todo para vivir su Leyenda Personal, acabará logrando sus objetivos. Lo importante es mantener el fuego en el corazón, y tener resistencia para superar los momentos difíciles.
Recuerden: el deseo que está en nuestra alma no vino de la nada; Alguien lo puso allí. Y este Alguien, que es puro amor y sólo desea nuestra felicidad, sólo hizo eso porque nos dio, junto al deseo, las herramientas para hacerlo realidad.
La subida arriesgada
Durante una tempestad, el peregrino llega a un albergue, y el dueño le pregunta adónde se dirige.
-Voy a las montañas- responde.
-Olvídelo – dice el dueño-. Es una subida peligrosa, y el tiempo no acompaña.
-Iré de todas formas –responde el peregrino-. Si mi corazón ya ha llegado allí, no será difícil que este cuerpo lo siga.
¿Cuál es el precio?
-¿El precio de vivir un sueño es mucho mayor que el de vivir sin arriesgarse a soñar? –preguntó el discípulo.
El maestro lo llevó a una tienda de ropa. Allí, le pidió que se probase un traje que era exactamente de su talla. El discípulo obedeció, y se quedó maravillado con la calidad de la ropa.
A continuación, el maestro le pidió que se probase el mismo traje, pero de una talla mucho mayor a la suya. Y el discípulo así lo hizo.
-Éste no sirve. Me está demasiado grande.
-¿Cuánto cuestan estos trajes? –le preguntó el maestro al vendedor.
-Los dos tienen el mismo precio. Sólo se diferencian en la talla.
A la salida de la tienda, el maestro le comentó a su discípulo:
-Vivir el sueño, y abandonar el sueño, también tienen el mismo precio, muy caro en ambos casos, generalmente. Pero la primera actitud nos lleva a comulgar con el milagro de la vida, mientras que la segunda no nos sirve para nada.
La búsqueda del camino
– Estoy dispuesto a dejarlo todo. Por favor, acépteme como su discípulo.
– ¿Cómo escoge un hombre su camino?
– A través del sacrificio. Un camino que exige sacrificio es un camino verdadero.
El abad se tropezó con una estantería. Un jarrón rarísimo saltó de su lugar, y el joven se arrojó al suelo para agarrarlo. Cayó con una mala postura y se rompió el brazo, pero logró salvar el jarrón.
– ¿Qué sacrificio es mayor: ver el jarrón hecho trizas, o romperse el brazo para salvarlo?
– No lo sé.
– En ese caso, no pretendas que el sacrificio determine tu elección. El camino se elige por nuestra capacidad de comprometernos con cada paso que damos mientras lo recorremos.
El discípulo embriagado
Un maestro zen tenía centenas de discípulos. Todos rezaban cuando había que hacerlo, excepto uno, que se pasaba el día borracho.
El maestro fue envejeciendo. Algunos de los discípulos más virtuosos comenzaron a discutir quién sería el nuevo líder del grupo, quién acogería los importantes secretos de la Tradición.
En la víspera de su muerte, sin embargo, el maestro llamó al discípulo borracho y le transmitió a él los secretos ocultos.
Un auténtico sentimiento de rebelión se apoderó de todos los demás.
-¡Qué vergüenza! – gritaban por las calles -. Todo este tiempo nos sacrificamos por un maestro equivocado, que no sabe valorar nuestras cualidades.
Escuchando la algarabía que había fuera, el maestro agonizante comentó:
-Yo necesitaba transmitir estos secretos a un hombre que conociese bien. Todos mis alumnos eran muy virtuosos, y sólo mostraban sus cualidades. Eso es peligroso, pues la virtud en muchas ocasiones sirve para esconder la vanidad, el orgullo, o la intolerancia.
Por eso elegí al único discípulo que conocía realmente bien, puesto que podía ver su debilidad: la bebida.
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