.


¡ADQUIÉRALOS! LIBROS DISPONIBLES EN AMAZON.COM

Autor: PABLO FELIPE PÉREZ GOYRY   Venta aquí: https://t.co/ByjkJ88vJB


©Pablo Felipe Pérez Goyry

8 de noviembre de 2007

Historia de Cuba: Contribuciones para el debate honesto [9]


Por Pablo Felipe Pérez Goyry.


La Guerra de los Diez Años (1868 – 1878)


Si bien es imprescindible conocer lo ocurrido en las Guerras por la Independencia, para llegue a feliz término estas consideraciones y sirvan para encontrar razonamientos oportunos para llevar a vías de hecho una transición inteligente en Cuba, es preciso conocer el escenario socio-político-económico iberoamericano de la época.

A finales del siglo XVIII, en las colonias españolas americanas la población era de aproximadamente 15.000.000 habitantes. Una cifra que es históricamente aceptada por los investigadores del tema. Aunque las cifras particulares varían según la región de que se trate, en números redondos y de acuerdo al factor racial, se componía de un 95% de criollos, 20% de los blancos y sólo el 5% era de origen peninsular; a esta cifra podemos agregar que un 46% eran indígenas, 26% mestizos y 8% negros. En consecuencia, el mestizaje y combinación de tres razas van a conformar la embrollo racial americano. Por esta razón, la multiplicidad se particulariza en algunas regiones, como es de la proporción mayor de negros se localiza en el área del Caribe, en Chile será mayoritariamente blanca, en México el mestizaje será preponderante y, en Bolivia, Ecuador y Perú la raza indígena es mayor.

Este amplio prisma racial lo es también en lo social, cultural, económico, religioso y político, que con el tiempo va a forjar resentimientos y conflictos violentos entre criollos y peninsulares. Los primeros tendrán en sus manos la mayoría de las tierras, el comercio, etcétera, y de alguna manera los más cultos. Empero, en la política su acceso era imposible, salvo alguna que otra excepción. Una estudio de la época, señala que de los 602 Capitanes Generales que había sólo 14 eran criollos, y de los 170 virreyes 4 eran americanos de nacimiento. Con todo, el sentimiento de nacionalidad y patriotismo va calando en todos los sectores criollos y que desemboca en las gestas independentistas en la América toda.

Por otro lado, no puede relegarse al olvido otra realidad, que es de Francia tiene ocupada España y se agudiza la crisis económica peninsular; y los criollos miran con buenos ojos aliarse al pensamiento liberal. Además, a todo lo dicho hay que agregar que no sólo España estaba sumergida en el anarquismo, conservadorismo, la monarquía o el liberalismo que se amalgama a la corrupción, el absolutismo y la revolución.

A todas luces, estos eventos históricos en Iberoamérica aceleran las condiciones para ocurra una reacción en cadena y afloren las guerras de independencias.



Hacia 1868, los 1400 ingenios azucareros que existían en Cuba tenían el privilegio de producir la tercera parte del azúcar mundial. Los plantíos de café, en la zona oriental, se incrementaron con la llegada de plantadores haitianos. Otro aspecto importante en este siglo, es la prohibición en 1871, de importar chinos como mano de obra barata, que también sufre de esclavitud.

Sin embargo, las sistemáticas negativas de los españoles para introducir reformas económicas y políticas en Cuba, estimulan se agudice la inestabilidad en la isla, y exalte los sentimientos encontrados entre los criollos y peninsulares. Por ende, son multíplices las conspiraciones, empero, la que trasciende y marca la diferencia con las anteriores es la rebelión que estalló el 10 de octubre de 1868, cuando Carlos Manuel de Céspedes ―un terrateniente progresista, que estaba en favor de la emancipación gradual de los esclavos, la independencia cubana, y del sufragio universal― concede la libertad a sus esclavos y lanza el “Grito de Yara”; con el que se inicia el levantamiento contra España.

Si bien, los terratenientes cubanos más progresistas de la época optan por la lucha armada y con sus acciones atraen a blancos, negros, mulatos libres, esclavos libertos, campesinos medios y pobres, es saludable recordar que no todos los conspiradores cubanos estaban en favor de la independencia; unos reclamaban un gobierno y reformas sociales, pero preferían seguir bajo soberanía española; otros querían la anexión a Estados Unidos.

Esta gesta por la independencia de Cuba durará 10 dilatado años, y practicó la lucha de guerrillas, que será en corto tiempo “cada vez más brutal y si bien las escaramuzas se limitaron, casi exclusivamente a las provincias orientales de la isla; porque los ricos hacendados de la zona occidental prefirieron apoyar a España o escapar al extranjero, ante la eventual afectación de sus intereses o se sublevaran sus esclavos.

En los días que siguieron al alzamiento, se incorporan Francisco Vicente Aguilera, Calixto García, Donato Mármol, Vicente García, y otros revolucionarios orientales, como Antonio Maceo y sus familiares. Además, desde el inicio estarían en las filas del Ejercito Libertador varios dominicanos con experiencia militar, entre ellos Máximo Gómez.

Después de la victoria en Jiguaní, luego de tres días de ofensiva, el 20 de octubre de 1868 los mambíes toman Bayamo. En está ciudad se establece el Primer Gobierno de la República en Armas.

La memoria histórica de la nación cubana reverencia y exalta este levantamiento, reconocido como la “Revolución de Yara”, nombre del poblado asaltado por los mambíes horas después de la insurrección”. Los camagüeyanos se unen a la sublevación en el mes de noviembre, y en febrero de 1869 lo hace Las Villas. En abril, se reúne en Guaimaró la asamblea que lleva este nombre y que adopta la primera Constitución y, el 20 de abril de 1869 se organiza un gobierno republicano, a Carlos Manuel de Céspedes lo eligen Presidente de la República en Armas, y Aguilera Secretario (ministro) de guerra.

Más de 15 mil hombres estarán en las filas del Ejercito Libertador, que se curten en la modalidad denominada “carga al machete” y en la guerra irregular. A finales de 1869, España no escatima recursos materiales y humanos, e implementa técnicas represivas para derrotar a los insurrectos. Esta contraofensiva española, estará dirigida a las fuentes que apoyan a los mambíes, y en las tierras, en poder de los insurrectos, aplica la “política de la tierra arrasada”. Para materializar este objetivo, España trae de la península e instala, en la isla, un ejercito de 68 mil hombres y unos 40 mil voluntarios, estos últimos peninsulares residentes en el archipiélago. Con mayor superioridad militar y en hombres, los españoles recuperan las principales poblaciones del Valle del Cauto que están en poder de los insurrectos; desmantelan las bases de los insurgentes en el Camagüey; la preeminencia española se impone en las Villas. Un hecho apodíctico y digno de mencionar es lo ocurrido en Bayamo, donde “los bayameses prefieren quemar su hermosa ciudad antes de entregarla”.

Así las cosas, hacia 1871 los camagüeyanos renuncian a continuar la lucha ante las derrotas y el convencimiento de que la insurrección se ha malogrado. No obstante, esta realidad no impide de que el ilustre abogado Ignacio Agramonte asuma las riendas de la insurgencia de esa región y reorganice las fuerzas mambíes. A finales de 1871, más de 170 cafetales quedan convertidos en restos humeantes; a los esclavos se les da la libertad, y la generalidad se une a los destacamentos independentistas. No demoran los triunfos de Antonio Maceo, Calixto García y Vicente García. En 1872, el Ejercito Libertador consolida su reorganización. Ignacio Agramonte muere en Jimaguayú. Máximo Gómez (quién trata de organizar las tropas para iniciar la invasión a Las Villas) y sus hombres libran las batallas de Palo Seco, La Sagrada, y en los primeros tres meses de 1874 las de Mojacasabe, Naranjo y las Guasitas, en las que salen victoriosas las fuerzas independentistas. Por estas fechas, cae prisionera Calixto García.

La heroica resistencia de los insurrectos del Norte de la provincia de Oriente; la marcha triunfal sobre Las Tunas de las fuerzas mambíes, al mando de Máximo Gómez; las victorias en las regiones de Santiago de Cuba y Guantánamo, desmantelan a las fuerzas españolas y destruyen sus fortines en la cuenca del río Cauto. Ostensiblemente, esto facilita el reordenamiento del Ejercito Libertador y recuperar la iniciativa en el campo de batalla. La guerra continúa, con la estrategia de hostigar al enemigo y realizar sorpresivas “cargas al machete”, así como la quema de ingenios y plantaciones.

Gómez no postergar por más tiempo su proyecto de avanzar hacia el occidente de la isla, y a principios de 1875 cruza la trocha de “Júcaro a Morón” y logra llegar a Las Villas para de esta manera extender la guerra. ¡NAMASTE! [Continúa en HISTORIA DE CUBA: CONTRIBUCIONES PARA EL DEBATE HONESTO (10)]

Ciudad de la Eterna Primavera, Otoño de 2007. ©Pablo Felipe Pérez Goyry

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Normas para comentar:

* Serán borrados los comentarios que contengan injurias a cualquier persona, incitación o apología a la violencia.
* Los comentarios que contengan más de dos enlaces pasarán a moderación hasta tanto se verifiquen las páginas web recomendadas en él.
* Los filtros de Blogger borrarán automáticamente todos aquellos comentarios que contengan palabras obscenas o textos que estén repetidos.
* Si se quieren agregar largos documentos para apoyar un comentario, lo mejor será escribir solamente el enlace a la página web donde se puede leer el texto del mismo.
* Se excluirá de los comentaristas a aquellos que usurpen la personalidad de otros.
* No se podrán publicar comentarios que no usen el alfabeto latino.
* Se recomienda enfáticamente no incluir comentarios escritos todos en mayúsculas, pues se considerará como un grito o un alarido.

©Pablo Felipe Pérez Goyry. Todos los derechos.


Pablo Felipe  Pérez Goyry

Freelance: Writer - Journalistic Analyst - Photographer Design Editor - CEO - Chemical Industrial & Analyst

contextus.pablofeliperezg@gmail.com
https://bit.ly/3I7Jf0o
facebook
twitter
instagram