Por Pablo Felipe Pérez Goyry.
Corrientes políticas cubanas del siglo XVIII y XIX
Sin doble sentido y con pundonor se debe examinar la historia, para buscar la esencia de los acontecimientos que es donde reside la verdad. Por eso, comentábamos que analizar el descubrimiento, conquista y colonización del archipiélago cubano, posibilita entender porque tendrán repercusiones desastrosas para la corona española ―al llegar el último decenio del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX―, por el acrecentamiento de los debates relacionados con la nacionalidad e independencia cubana.
Ese será tema a indagar más adelante, con el honesto objetivo de alimentar el intelecto y para al final encuentre el leedor por propia voluntad la verdad o la deseche, si así lo quiere, porque es libre de decidir y respeto su libertad.
Anteriormente señalamos, y en otros escritos, de que es inevitable una transición en Cuba como alternativa que permita poner fin al régimen marxista-fidelista que hoy abarrota el alma de la nación cubana. Teniendo en cuenta esta realidad, mi humilde opinión es de que bien vale la pena el tener en cuenta el pensamiento político-social y filosófico de la Cuba del siglo XXI.
Por su importancia, estas contribuciones invitan a la reflexión y del por qué es menester dar una ojeada a estas corrientes filosófica y políticas de la época, para se abra la puerta del intelecto y comprender los acontecimientos del siglo XIX, que son referentes de los orígenes de la nacionalidad cubana y argumento fortísimo para ilustrar y evitar irreversibles yerros que lamentar al llevar a vías de hecho una razonable transición en Cuba.
Hacia finales del siglo XVIII, se propagan los conflictos entre los intereses de la aristocracia criolla y española. Esta clase criolla, en su mayoría nacidos en Cuba, se va estructurando con el clero rural, los pequeños agricultores, y hacendados ricos, quienes aspiran tener una participación más activa en el quehacer nacional, estabilidad económica, política y social sin la intervención de la Metrópoli. Así las cosas, entre finales del siglo XVIII y durante el XIX, crece y propaga este sentimiento criollo que van a dar origen a las tres principales corrientes político-sociales más significativas: Reformismo, Anexionismo, e Independentismo, que evolucionaran en el contexto socio-económico del esclavismo y los antiesclavistas. Es bueno señalar, que estas corrientes se entrecruzan en el tiempo y en su evolución.
Los reformistas, aspiraban a que España les concediera ciertas libertades a cambio de ser súbditos incondicionales de la metrópoli, y con esto evitar un enfrentamiento que pusiera en peligro sus intereses.
Se dice que en su primera etapa (1790 a 1820) los reformistas querían negociar con España tres aspectos fundamentales:
a. Social: Mantenimiento de la trata negrera y de la esclavitud.
b. Política: Asimilación o autonomía.
c. Económica: Libertad para el comercio con terceros países, particularmente
con Estados Unidos de América.
En este período y con la ayuda de las influencias del líder del grupo reformista, Francisco Arango y Parreño, España les concede a los isleños continuar introduciendo esclavos y cierta pasividad de las autoridades en relación con el intercambio comercial. Empero, no acepta España la asimilación que solicitan de sea Cuba una provincia española; y la autonomía con supervisión española, para el criollo forme parte del gobierno de la isla. En 1818, la metrópoli acepta la libertad comercial, y en 1820 autoriza, de manera oficial, la trata negrera y la tolerancia para contrabandear.
Entre 1830 y 1837 se desarrolla una segunda etapa de la corriente reformista, que tendrá como figuras destacadas a José Antonio Saco, José de la Luz y Caballero y Domingo del Monte, y que fundamentalmente solicitaban:
a. Social: Mantenimiento de la esclavitud y eliminación de la trata negrera.
b. Política: Asimilación o autonomía.
c. Económica: Rebaja de los aranceles de las mercancías, como complemento de la
libertad comercial; que se otorga en 1830.
Por estas fechas, comienza la introducción de la máquina de vapor y con ella la menor necesidad de esclavos. También, se exacerba el resentimiento hacia los reformistas, por parte del Capitán General Miguel Tacón. En 1834, a José Antonio Saco lo deportan a España. Esta etapa reformista fracasa en 1837.
No se puede relegar al olvido, de que la ocupación de España por los ejércitos napoleónicos; los acontecimientos de las trece colonias inglesas de Norteamérica; la Revolución Francesa y la Declaración de los Derechos Humanos, entre otros eventos, van a ser los catalizadores del desmoronamiento del sistema colonial español.
De alguna manera pudiera afirmarse que se inicia, entre 1808 y 1824, el proceso de emancipación de las colonias. Hacia 1824, exceptuado Puerto Rico y Cuba, la América española era independiente. Para España, la situación se tornará insostenible, porque Cuba y Puerto Rico son las únicas posesiones que le quedan en el Nuevo Mundo, y las exigencias de los criollos de pagar menos impuestos y más autonomía pone en peligro la aparente estabilidad política.
En las primeras décadas del siglo XIX, el comercio y la política en estaban en manos de la elite peninsular. Los terratenientes, de origen español y los criollos tenían el poder del capital local. Con el tiempo, estos privilegios y los excesos de las autoridades va a estimular el descontento y los conflictos que mudara de aires la historia de Cuba.
La actitud represiva del gobierno español, durante el gobierno despótico del Capitán General Miguel Tacón en la década de 1830, hace que madure el sentimiento independentista entre los cubanos. Se profundiza el descontento y el movimiento independentista alcanza una mayor popularidad entre 1834 y 1838.
Por todas estas razones, no se harán esperar en la vida política cubana durante todo el siglo XIX, las conspiraciones y revueltas contra el dominio español. En 1844, una sublevación de esclavos negros es brutalmente reprimida. Un movimiento favorable a la anexión de la isla a Estados Unidos de América se articula entre 1848 y 1851, su líder, el general Narciso López, es capturado y ejecutado.
Como parte de su política de expansión, el gobierno estadounidense hace varias ofertas para comprar la isla, y España las rechaza. También, en 1865, con la derrota de los sureños en la Guerra de Sucesión estadounidense, se declara el fin de la esclavitud en Estados Unidos de América.
Indiscutiblemente, entrado el siglo XIX se va perfilando con fuerza determinante la corriente independentista, que se impone a la reformista que insiste en su lucha de continuar fieles a la metrópoli y a los anexionistas que albergan la esperanza de Cuba sea parte de los Estados Unidos de América.
El período de 1820 a 1868 será dramático para España, al hundirse su dominio colonial en Latinoamérica. En Cuba, al margen del movimiento de emancipación de la Indias occidentales y última colonia, crecerá la crispación y enfrentamientos de las diferentes corrientes políticas con la agónica metrópoli. Los reformistas, a como diera lugar, trataban de asociarse con los ideales de la España liberal; independentistas de un lado y anexionistas del otro, conspiraban, preparaban y llevan a vías de hecho la guerra para alcanzar la soberanía y libertad de los cubanos.
Finalmente, los acontecimientos en el siglo XIX serán trascendentales para el futuro de la isla. A todas luces los hechos y la historia así lo demuestran. ¡NAMASTE! [Continúa en HISTORIA DE CUBA: CONTRIBUCIONES PARA EL DEBATE HONESTO (7)]
Ciudad de la Eterna Primavera, Otoño de 2007.
©Pablo Felipe Pérez Goyry.
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