Por Pablo Felipe Pérez Goyry.
Exordio a las Guerras por la Independencia de Cuba (2)
Ya señalamos que entre 1820 y 1868 se reorganizaran los reformistas que tratarán de Cuba continúe bajo la protección de la España liberal, sus conspiraciones no llegan más allá de anémicas victorias. Todos los intentos para alcanzar la emancipación van a fracasar, como la revuelta de J. Antonio Aponte, que los españoles reprimen en 1812.
Indudablemente que no es posible hablar de las guerras por la independencia de Cuba, sin tener en cuenta las actividades conspirativas, para bien o mal, de los defensores del anexionismo.
De modo que los anexionistas no renunciaran a la idea de intentar una intervención de Estados Unidos y ser un estado de la unión; y los independentistas no descansaran hasta el 10 de octubre, cuando Carlos Manuel de Céspedes, en el ingenio azucarero de su propiedad, “La Demajagua”, libera a sus esclavos y lanza el grito de “Viva Cuba Libre”, de esta manera comienza la “Guerra de los Diez Años”.
Ciertamente que las primeras cuatro décadas del siglo XIX, estarán estremecidas por las disímiles corrientes políticas. En estos años, los anexionistas criollos generan algunas manifestaciones que por su naturaleza no pasarán de ser aisladas y sin mayores consecuencias. Sin embargo, en el período 1845 a 1855, una dinámica corriente anexionista, interna y con ayuda desde el extranjero organizó conspiraciones contra las autoridades españolas en la isla.
En 1843, Joaquín de Agüero y Agüero, libera a ocho esclavos de su propiedad, alegando que lo hacía “por cuestión de conciencia y para dar el ejemplo”. En su momento, es un tañido episodio relevante y patriótico, y que influirá en las ulteriores generaciones de revolucionarios camagüeyanos. El mejor ejemplo de esta asimilación por los camagüeyanos se explica en la propuesta que se hace en la “Asamblea de Guáimaro” en el sentido de se adoptara la “bandera de la estrella solitaria”, que Agüero había enarbolado.
Gaspar Betancourt Cisneros (El Lugareño), Miguel Teurbe Tolón y otros conspiradores, patrocinan el establecimiento de una Junta Cubana Anexionista en la ciudad de Nueva Cork. También, se crean sociedades en La Habana, Trinidad, Puerto Príncipe y Santiago de Cuba. Hacia 1848, Cisneros Betancourt publica el folleto “Ideas sobre la incorporación de Cuba a los Estados Unidos”, que se va a constituir en la fundamental contribución teórica a la corriente anexionista.
A pesar de estos esfuerzos, las autoridades descubren en 1848, en Las Villas, la Conspiración de la Mina de la Rosa o de Manicaragua. Su jefe era el venezolano de nacimiento Narciso López, que tenía estrechos vínculos con el Club de La Habana, y quien después del fracaso de la conspiración escapa a territorio estadounidense.
Una nueva expedición se organiza en Nueva Orleáns, por Narciso López, que la integran, al igual que la anterior, norteamericanos. El 19 de mayo de 1950, desembarca en la bahía de Cárdenas ―cerca a la actual costa de Varadero―. Allí iza la bandera diseñada por Teurbe Tolón ―hoy es la enseña cubana―. Esta expedición fracasa al no tener apoyo de la población, y después de algunas horas de desembarco se reembarca a la tripulación y regresan a Norteamérica. La última expedición, también integrada por norteamericanos asalariados y organizada por López, desembarca al año siguiente en las costas de Pinar del Río. Las fuerzas militares españolas capturan a los expedicionarios y 50 resultaran fusilados. El 1 de septiembre de 1851, Narciso López murió en garrote en La Habana.
Dos alzamientos armados, se producen ese propio año (1851). Uno encabezado por Joaquín de Agüero y Agüero, el 4 de julio, próximo a Puerto Príncipe (hoy Camagüey), y el otro dirigido por Isidoro Armenteros, el 24 de julio, cerca de la ciudad de Trinidad, en Las Villas. Las dos conspiraciones anexionistas fracasan y, ejecutados los dos jefes y cinco de sus colaboradores.
En 1852, ejecutan al tipógrafo Eduardo Faccioso por imprimir en La Habana el periódico clandestino “La Voz del Pueblo Cubano”, de la llamada Conspiración de Vuelta Abajo, que intentaba un levantamiento en la zona de Candelaria, Pinar del Río”. Participan en este nuevo intento participan Francisco de Frías (Conde de Pozos Dulces) ―años después director del periódico reformista “El Siglo”― y el abogado Anacleto Bermúdez. Éste último falleció durante el proceso y, otros conspiradores condenados y enviados a prisión o desterrados. La etapa cerró en 1855 con otras dos penas de muerte: el español Ramón Pintó al descubrirse su conspiración ―contaría con el apoyo de una expedición fletada por un general norteamericano la cual nunca llegó―, y el matancero Francisco Estrampes por introducir un alijo de armas en la oriental Baracoa”.
En mi opinión, respetuosa, la corriente anexionista juntamente a los eventos que señalamos no tuvo un carácter fusionado entre las diferentes capas criollas y sus acciones tuvieron resultados exiguos, aunque si estimulan múltiples divergencias entre los grupos de poder del Norte y Sur de los Estados Unidos de América, porque “la Cuba esclavista podría cambiar la correlación de fuerzas en ese país”. Por otro lado, los presidentes estadounidenses se entretenían políticamente con las opiniones relacionadas con la anexión, la compra de la isla, o las más de las veces esperar el momento de la “fruta madura”.
Un activo y excelso antagonista de la corriente anexionista fue José Antonio Saco, reformista que posiblemente es un adelantado en cuanto a denunciar la amenaza de una anexión porque implicaría la pérdida de la nacionalidad cubana; entre las muchas argumentaciones en este sentido señaló: “...los norteamericanos dentro de poco tiempo nos superarían en número, y la anexión, en último resultado, no sería anexión, sino absorción de Cuba para los estados Unidos. Verdad es, que la Isla, geográficamente considerada, no desaparecería del grupo de las Antillas; pero yo quisiera que, si Cuba se separase, por cualquier evento, del tronco a que pertenece, siempre quedase para los cubanos y no para una raza extranjera”.
Por todas estas razones, no sería decente ocultar que las ideas anexionistas, en la gestación de la “Guerra de los Diez Años”, en menor o mayor grado, no incomodan a algunos patriotas. Empero, pronto comprenden que Estados Unidos no es una garantía honesta para independizar a Cuba del dominio español, ya que por estas fechas “no convenían a los intereses de los gobiernos norteamericanos”. ¡NAMASTE! [Continúa en HISTORIA DE CUBA: CONTRIBUCIONES PARA EL DEBATE HONESTO (9)]
Ciudad de la Eterna Primavera, Otoño de 2007.
©Pablo Felipe Pérez Goyry.
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