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©Pablo Felipe Pérez Goyry

4 de noviembre de 2007

Historia de Cuba: Contribuciones para el debate honesto [5]


Por Pablo Felipe Pérez Goyry.


De la Nación cubana


Decía Platón, que difícilmente se podía encontrar la verdad si no se buscaba con el razonamiento, porque esta aparece cuando el argumento y la coherencia están respaldadas por la reflexión y entendimiento. Es decir, el argumento y la verdad son complementos, sin ellos amalgamados es adoptar una actitud no receptiva y mucho menos inteligente.

Precisamente, buscando esa verdad, para un adecuado razonamiento que facilite el coherente argumento, es evidente de la nacionalidad es “una condición y carácter peculiar de los pueblos y habitantes de una nación”; en el caso de Cuba, desde sus inicios como colonia, reviste una particular característica que está sustentada en la diversidad étnica y cultural.

Con la llegada de los españoles, en Cuba va a ocurrir el cruce genético entre conquistadores y aborígenes. Al desaparecer los nativos del archipiélago y con la llegada de los esclavos africanos, se va a producir un cruce entre estos y los españoles. Los pocos mestizos (españoles-indígenas) se mezclarán con blancos y africanos. Estos elementos indiscutibles producen una compleja fusión de razas y auténticos tipos étnicos. A esta diversidad racial y cultural, hay que sumar la de los emigrantes chinos, haitianos, alemanes, franceses, italianos, norteamericanos, etc., que se mezclaran entre ellos, y con los españoles, mestizos y africanos.

Por siglos, esta multiplicidad étnica, a generado debates y opiniones encontradas sobre cuales han sido los efectos de estos cruces genéticos o raciales; especialmente la aportación africana que está presente en los mulatos, fruto de los cruces entre blancos y negros. Para los más conservadores, el comienzo de la “contradicción de dos razas, habla de las individualidades inestables, inadaptadas y fomentadoras de conflicto”. Otros, argumentan de estas mezclas han puesto de relieve los rasgos, temperamento, carácter, etc., que son distintivos y propios de los cubanos.

Es de esta manera, que al desaparecer los aborígenes, en el primer siglo de la conquista, se inicia el desenfrenado poblamiento de la isla, por personas provenientes de diversas naciones. Quizá este pudiera ser el origen de la nación y nacionalidad cubana. Sin embargo, no hay un acuerdo en este sentido.

Existen criterios coincidentes de que la nación surge, con fortaleza indiscutible, en la primera guerra por la independencia, que se inicia el 10 de octubre de 1868, cuando Carlos Manuel de Céspedes ―Padre de la Patria― lanza el Grito de Yara.

Ilustres criollos, como José de la Luz y Caballero, Gaspar Betancourt Cisneros, Félix Varela, Domingo del Monte, Francisco de Arango y Parreño, José Antonio Saco, Miguel Teurbe Tolón, Narciso López, Joaquín de Agüero y Agüero, Isidoro Armenteros, Francisco de Frías (Conde de Pozos Dulces), Anacleto Bermúdez, Ignacio Agramonte, José Martí y otros excelsos cubanos, más para bien que mal, vislumbraron la necesidad de reformar la condición de colonia y luchar por la independencia.

No hay dudas de que los conflictos de intereses y los arcanos sobre los conceptos de nación o colonia, así como los de independencia y anexión, son los catalizadores de la cimentación de la nación y nacionalidad. Juntamente, se va moldeando el criollo que poco a poco va adquiriendo las características incuestionables que lo hacen diferente a los peninsulares. Este contexto social, económico, político, y los acontecimientos futuros, va a consolidar la nacionalidad.

Una prueba de ese sentimiento aflora en el poema “Abdala”, de José Martí, que se publica el 23 de octubre de 1869, en el periódico “La Patria Libre”:

“El amor, madre, a la patria / No es el amor ridículo a la tierra, / Ni la yerba que pisan nuestras plantas; / Es el odio invencible a quien la oprime, / Es el rencor eterno a quien la ataca...” (...) “Quien a su patria defender ansia / Ni en sangre ni en obstáculo repara; / Del tirano desprecia la soberbia; / En su pecho se estrella la amenaza; / ¡Y si el cielo bastara a su deseo, / Al mismo cielo con valor llegara!”.

Es evidente, que a pesar de su accidentado origen como nación y, su dilatada historia de angustias y desesperanzas, los cubanos son personas cálidas y solidarias, emprendedoras y apasionadas, tienen una alegría y sensualidad envidiables que se fusionan con los placeres del baile y la música, el arte culinario y la charla amena. La nación cubana, goza de un incalculable espíritu nacionalista y patriótico, que lo resume el escritor y dramaturgo cubano José Triana cuando dice: “Jamás he confundido al gobierno con el pueblo. Hay grandes virtudes que hacen destacar a los cubanos en el concierto de naciones. Entre ellas, señalaría su paciencia y su generosidad sin parangón (...) Creo que ningún gobierno jamás ha representado a nuestro pueblo. Al contrario, todos los gobiernos se han aprovechado de esa paciencia y esa generosidad”.

Así que, por lo dicho aquí y de la mano del sentimiento nacionalista, en este ambiente social de la colonia y el criollismo, surgen las diversas corrientes política-sociales y filosóficas. Las más significativas son: Reformismo, Anexionismo, e Independentismo. Por su importancia, es menester mirarlas de cerca, pues, de alguna manera es inevitable un repaso a estas corrientes filosófica y políticas de la época, que facilite comprender mejor los acontecimientos cubanos del siglo XIX, que son referentes obligados no-solo de los orígenes de la nacionalidad sino como argumentos fortísimos para llevar a vías de hecho una razonable transición en Cuba; que son elementos valiosísimos que bien vale la pena tener en cuenta para enriquecer el pensamiento político-social de la Cuba del siglo XXI, y evitar irreversibles yerros que lamentar.

Finalmente, no hay dudas de los cubanos son seres humanos decentes y estoicos, de una especial condición de fidelidad a sus ascendencias y que en el Caribe son de los de mayor diversidad étnica. ¡NAMASTE! [Continúa en HISTORIA DE CUBA: CONTRIBUCIONES PARA EL DEBATE HONESTO (6)]

Ciudad de la Eterna Primavera, Otoño de 2007.
©Pablo Felipe Pérez Goyry.

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Pablo Felipe  Pérez Goyry

Freelance: Writer - Journalistic Analyst - Photographer Design Editor - CEO - Chemical Industrial & Analyst

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