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Autor: PABLO FELIPE PÉREZ GOYRY   


©Pablo Felipe Pérez Goyry

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10 de mayo de 2011

Ocho mitos sobre la crisis alimentaria actual - Por: Vicent Boix

Ocho mitos sobre la crisis alimentaria actual

 
'Con el mercado hemos topado, amigo Sancho'
Por: Vicent Boix (*)
ALAI AMLATINA
Vicent Boix

Un accidente nuclear, unos bombardeos de la OTAN y un Bin Laden después, y sigue subiendo el número de hambrientos. De hecho, desde el verano pasado los precios de los alimentos no han dejado de crecer hasta alcanzar valores récord en 2011. El punto de ignición se originó con la disminución de las cosechas de cereales en algunos países exportadores, que se transformó en una reducción de la oferta que espoleó el incremento de los precios. Para garantizar su propio abastecimiento y poder defenderse del aumento, estas naciones limitaron sus exportaciones lo que constriñó más aún la oferta generando más tensión y alzas en el mercado, a la vez que el caos se iba expandiendo a otros alimentos.
Los primeros balances sociales consecuencia del terremoto de precios de los alimentos los dio a conocer el Banco Mundial a mediados de febrero, anunciando que durante este año el número de hambrientos podría crecer en 75 millones hasta oscilar los 1000 millones, a la vez que aumentaría en 44 millones el número de pobres extremos.
De esta forma se arriesga gravemente el primero de los Objetivos del Milenio, que se compromete a reducir a la mitad el porcentaje de personas hambrientas. El presente y el futuro no invitan al optimismo. Datos del “Índice para los Precios de los Alimentos”, que calcula la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), muestran que durante el mes de febrero se alcanzó el record en los precios, aparte de constituir el octavo mes seguido con una tendencia claramente alcista. Los últimos índices de marzo y abril mantienen la dinámica y perpetúan esta agónica situación, porque a pesar de la ligera reducción en los precios, éstos siguen un 36% más inflados respecto a los valores de hace un año.

Dos lógicas opuestas para diagnosticar un mismo problema

A efectos de este artículo, la cadena comercial alimentaria se podría dividir en tres eslabones. El primero lo componen los países exportadores; que comercian sus cosechas en el mercado internacional que es el segundo eslabón; para que puedan ser adquiridos por las naciones importadoras que conformarían el tercero.
Una vez hecho este matiz decir que la primera de las lógicas se denominará “humana”, porque antepone el estómago de las personas que debería prevalecer a cualquier otra premisa. La segunda es la “lógica del mercado” y es la que imponen con calzador los poderosos y sus políticos. Para ésta el centro del universo es el mercado, que debe ser totalmente libre de ataduras y obstáculos porque se basa en el principio metafísico de que el mercado es capaz de autorregularse, o como se dice metafóricamente, existe una especie de mano invisible que repartirá el pastel de forma justa y equitativa.
Para la “lógica humana” -defendida por el que escribe- el problema de la crisis de los precios tiene su origen en “manos visibles” del mercado cuyas operaciones bursátiles, sin ser armadas, son socialmente más criminales que las bombas del cadáver Bin Laden; por tanto, las soluciones deben encaminarse a frenar los abusos de este mortífero segundo eslabón de la cadena. Para la otra lógica, el mercado es un ente intocable que por dogma de fe debe ser libre a cualquier precio. Los idealistas creen las propiedades sobrenaturales de su autorregulación filantrópica, mientras que para los pragmáticos el mercado es una manera de forrarse y por eso no quieren regulación, salvo cuando les interesa para lucrarse más si cabe. Bajo la “lógica del mercado”, que es la que se ha impuesto, la causa del incremento de precios tiene su origen en los países exportadores e importadores (eslabones primero y tercero), es decir, en la humanidad misma.

Mito 1: Existe un desequilibro entre la oferta y la demanda de alimentos

O dicho de otra manera, el problema es que el primer eslabón de la cadena produce menos alimentos y el tercero consume más. Por el contrario, el papel del segundo eslabón (mercado) se ciñe a fijar inocente, salomónica y mecánicamente unos precios que en este caso son elevados porque la oferta de cereales es menor a la demanda.
Con datos de la FAO de este mes de mayo, para este ciclo 2010-2011 se prevé que el balance mundial entre la producción y el consumo de cereales arroje un déficit de 43,1 millones de toneladas. Pero las reservas, que oscilan los 483 millones, permiten hacer frente 11 veces al déficit estimado. Durante varios años en la última década fue peor la relación entre producción, consumo y reservas, pero nunca los precios ascendieron tanto como ahora o 2008. En 2003-2004 las reservas sólo cubrían 6 veces el déficit existente en aquel momento y los precios eran la mitad que ahora.
La propia FAO, en septiembre de 2010 repartía optimismo a través de un comunicado de prensa en el que afirmaba que “no hay indicios de una crisis alimentaria mundial” y que “el suministro y la demanda mundial de cereales se presentan suficientemente equilibrados (…) La previsión para la producción mundial de cereales en 2010 se sitúa en 2 239 millones de toneladas, tan sólo un uno por ciento menor que el pasado año y la tercera mayor registrada hasta hoy.”


El discurso sereno, paradójicamente se tornó en dramático dos meses después coincidiendo con la edición del informe “Perspectivas Alimentarias”, en el que se informaba de los cereales que “unos déficit imprevistos de producción debidos a fenómenos meteorológicos influyeron negativamente en las perspectivas para el suministro mundial de cereales…”. Se cuantificaba la nueva cantidad de cereales en 2216 millones de toneladas, frente a los 2239 de septiembre.
Y es que de no haber indicios de crisis y de un equilibrio del suministro y la demanda, en unas pocas semanas se pasa al alarmismo por 23 millones de toneladas menos (el 1% de la producción mundial) pero ¿realmente puede este 1% provocar tal desbarajuste?
Porque en una resolución de febrero el Parlamente Europeo mantenía que “…en la actualidad el suministro total mundial de alimentos no es insuficiente (…) son más bien la inaccesibilidad de los mismos y sus elevados precios los factores que privan a muchas personas de la seguridad alimentaria.” Entonces, si la crisis no es de escasez sino que se origina por el alza de los precios que impide la accesibilidad a los alimentos, pero este ascenso no surge de un desequilibrio real por una menor oferta y una mayor demanda, y si además se suma que durante años la situación fue peor pero los precios se mantuvieron equilibrados, entonces, indudablemente, hay un factor independiente al primer y tercer eslabón que está distorsionando gravemente los precios, que se llama especulación, que está incrustado en el segundo eslabón (mercado) y que según la Eurocámara es el causante del 50% de los incrementos en los precios.
Para más información decir que hay dos tipos de especuladores. Los fondos de inversión, de pensiones, de cobertura, etc. que según el Observatori del Deute en la Globalització “…compran y venden contratos de futuros esperando sacar beneficios en cualquiera de las transacciones, independientemente de que estos contratos se materialicen.” Después están los intermediarios (destacando las transnacionales agroexportadoras como Cargill, Monsanto, etc.) que manejan grandes cantidades de productos como el cacao, cereales, etc. lo que les confiere influencia en la oferta de alimentos, no dudando en almacenar grandes cantidades para desabastecer el mercado y forzar una subida de precios. Estos intermediarios también especulan con contratos de futuros.
Bajo la “lógica humana” habría que actuar sobre estos elementos transgresores para evitar más hambrientos, pero bajo la todopoderosa e imperante “lógica del mercado” debe ser el mundo quién se amolde a sus reglas y concretamente los países del primer eslabón que deben disponer más alimentos en el mercado en busca de su bendita autorregulación, aunque esté infestado de especuladores, aunque caigan más famélicos y aunque en realidad hay alimentos suficientes.

Mito 2: Los chinos y los indios comen más y mejor

En este supuesto son dos países del tercer eslabón quienes han desquilibrado la balanza, aunque con cifras de la FAO de noviembre, el consumo humano de cereales estimado para este año crecerá un 7,10% respecto a 2005 y el consumo de cereales para piensos lo hará un 2,24%. En cuanto a la oferta, la producción mundial de cereales prevista para 2011 será un 8,10% superior a la de 2005. Por tanto, los incrementos en los consumos de cereales para humanos y piensos, porcentualmente serán armónicos y proporcionales al crecimiento de la producción, tomando como referencia datos de 2005 y 2011.
Para el ciclo 2010-2011, el volumen de cereales para consumo humano y para piensos rondará los 1820 millones de toneladas (demanda) cuando se prevé una producción global de 2216 millones de toneladas (oferta). Alimentando estómagos y animales de granja sobrarían 396 millones de toneladas. El verdadero desequilibrio en la demanda de cereales es producido por otros consumos alejados de los esófagos, fundamentalmente agrocombustibles. Para 2011 se estima que se desviarán 433 millones de toneladas para estos usos, que respecto a 2005 supone un aumento del 44%. Los 396 millones de toneladas sobrantes, no sólo desaparecen sino que se genera un déficit de 37 millones.
Señalar los menús chinos e indios como posible causa de la crisis, aparte de ser tendencioso porque difícilmente pueda justificar el tenue desequilibrio en la demanda, tiene implícito dos mensajes subliminales hábilmente calibrados para confundir a la ciudadanía. Primero, mientras se acuse a los estómagos chinos e indios se librarán los especuladores y los coches europeos y norteamericanos. Segundo, con esta premisa, el sistema económico global basado en el libre mercado no sólo se deshace de cualquier responsabilidad por la crisis alimentaria, sino que se apunta el tanto de haber generado riqueza y progreso en países emergentes como China e India… que ahora comen mejor.

Mito 3: Los países exportadores e importadores han actuado irracionalmente

Se dice esto porque durante los primeros meses de la crisis, los primeros limitaron sus exportaciones y los segundos compraron grandes partidas de alimentos, ambos con el objetivo común y legítimo de poder garantizar el suministro de alimentos para sus poblaciones. Pues bien, para algunos organismos y expertos este comportamiento en el primer y tercer eslabón ha sido irracional, porque ha estrangulado más la ecuación entre la oferta y la demanda.
Es curioso que en la sociedad del supuesto comercio libre, los inversionistas -aprovechando esa “libertad”- especulen en el mercado con total impunidad sin que nadie diga o haga algo, mientras a ciertos estados se les critica y se les presiona cuando libremente compran y venden en el mismo mercado. Por ejemplo la FAO, en enero publicaba una nota de prensa en la que explicaba algunas de las actuaciones que realizó para frenar la escalada de precios durante los meses iniciales de la crisis en 2010. Se menciona en dicha nota que “La FAO entró en ese momento en contacto con los diferentes países exportadores, con la intención de evitar un fenómeno de contagio tras las restricciones a la exportación de trigo anunciadas por Rusia. Y lo consiguió, excepto en el caso de Ucrania, país en el que al menos logró retrasar la decisión durante varios meses.”
A los países importadores la FAO ha sugerido, a través del documento Guide for policy and programmatic actions at country level to address high food prices, que apliquen medidas económicas y comerciales regresivas para reducir el precio de los alimentos en sus territorios, como por ejemplo subvenciones directas, incentivos fiscales, reducción de impuestos como el IVA, reducción de los aranceles, etc. La FAO, además, ha organizado seminarios para dar a conocer estas sugerencias y considera esencial que los estados revisen sus opciones legislativas, supuestamente para incorporar estas medidas que, van encaminadas a que las opulentas ganancias de los inversores financieros sean costeadas por los estados soberanos, que verán reducidos sus ingresos arriesgando la financiación de sus programas sociales mientras incrementan su endeudamiento.
No ha sido posible localizar documento alguno en el que la FAO u otro organismo internacional hayan cabildeado a instituciones financieras para que frenaran la sangría especuladora.

Mito 4: Se trata de una crisis alimentaria mundial
Mito 5: Los agricultores salen ganando por el alza de los precios
Mito 6: Hay que liberalizar más los mercados agrícolas
Mito 7: Hay que aumentar la inversión y la producción
Mito 8: Hace falta una nueva revolución verde

(*) Vicent Boix. es escritor, autor del libro 'El parque de las hamacas' y responsable de Ecología Social de Belianís. Artículo de la serie “Crisis Agroalimentaria”.

Documento completo en http://alainet.org/active/46392

Foto: Internet

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Pablo Felipe  Pérez Goyry

Freelance: Writer - Journalistic Analyst - Photographer Design Editor - CEO - Chemical Industrial & Analyst

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