Por Will Weissert.
The Associated Press
Publicado, 04.13.09.
LA HABANA -- Una campaña en el Congreso estadounidense para levantar todas las restricciones a los viajes a Cuba podría abrir las puertas a una invasión de turistas norteamericanos.
Y vale preguntarse si un país en el que los visitantes tradicionalmente se quejan de la mala comida, el deficiente servicio y una infraestructura pobre estaría preparado para recibir una cantidad de estadounidenses como no se ve desde los días de Al Capone.
Toda la capacidad hotelera de Cuba está copada por canadienses y europeos. Los expertos afirman que la llegada de multitudes de estadounidenses haría subir los precios y generaría una demanda de vuelos y cruceros que Cuba no estaría en condiciones de acomodar. Como consecuencia de ello, probablemente el gobierno se vería obligado a restringir las visas para contener la estampida.
"Hay una gran demanda contenida'', dijo Bob Whitley, presidente de la Asociación de Operadores de Turismo de Estados Unidos, que se opone a las restricciones a los viajes. "Tendrá que ser controlada de algún modo por las autoridades de Cuba, y los agentes de viaje de EEUU deberán asegurarse de que hay buena infraestructura''.
Las dos Cámaras del congreso analizan proyectos que eliminarían las restricciones a los viajes. El gobierno de Barack Obama ya levantó todas las restricciones a los viajes de los cubanoamericanos, que podrán visitar la isla cuantas veces quieran.
Cuba apostó al turismo internacional tras la debacle de la Unión Soviética y recibe cantidades de visitantes de Canadá, Gran Bretaña, Italia, España y Francia. El volumen de turistas aumentó un 9.3 por ciento el año pasado, en que llegó a los 2.35 millones de personas, generando $2,700 millones, un 11 por ciento más que en el 2007, según el gobierno.
A pesar de la crisis económica mundial, en enero y febrero el turismo aumentó un 4.5 por ciento en relación con los dos primeros meses del año pasado.
La llegada de estadounidenses podría generar escasez de alojamiento. El gobierno cubano estableció sociedades con empresas extranjeras como la cadena española Sol Meliá y dispone de 46,000 habitaciones de hotel, incluidas 17,300 en la playa de Varadero, 140 kilómetros (90 millas) al este de La Habana.
Cuba planea construir otros 30 hoteles mediante negocios con capital extranjero. Algunos ya están casi terminados, pero al mismo tiempo hay muchas instalaciones viejas que están siendo remodeladas, por lo que la capacidad hotelera se mantiene estable desde el 2006.
Los servicios que ofrecen estos hoteles no son de primera.
Incluso en los hoteles más caros de Cuba, con frecuencia cuesta encontrar cosas tan básicas como papel higiénico. En cuanto a extras, a lo más que puede aspirar uno es a manzanas, papitas fritas y cerveza, que a veces también escasean.
Y, como ocurría en Europa oriental en la década de 1970, los turistas extranjeros se quejan de la atención y de la comida.
"Hay unos cinco hoteles que uno puede considerar lo suficientemente buenos como para los estadounidenses, acostumbrados a cierto nivel de calidad. Pero si ya tienen un índice de ocupación de entre el 60 y el 70 por ciento durante la temporada alta, ¿adónde se va a alojar toda esta gente?", preguntó John Kavulich, del Consejo de Economía y Comercio entre EEUU y Cuba.
Muchos visitantes se alojan en habitaciones alquiladas en casas de cubanos. Pero el gobierno no permite que se renten más de dos habitaciones por vivienda.
"El que haya más demanda no va a cambiar nada si el gobierno no toma medidas'', declaró Concha Pérez, quien alquila habitaciones de su casa en el barrio de Plaza de la Revolución.
Viajar a Cuba desde Estados Unidos no es ilegal, pero gastar dinero allí sí lo es, salvo en casos excepcionales como periodistas o personas que va por negocios.
Se calcula que en el 2007, el último año del que hay cifras disponibles, unos 40,500 estadounidenses visitaron la isla, la mayoría a escondidas.
No está claro cuánta gente viajaría a Cuba si se levantan las restricciones. La American Society of Travel Agents (Sociedad Estadounidense de Agentes de Viajes) estimó en el 2007 que, si eliminasen las restricciones, 1.8 millones de estadounidenses visitarían la isla en los primeros tres años.
Para controlar la invasión, el gobierno cubano podría restringir las visas. Actualmente uno puede comprar tarjetas de turista en cualquier aeropuerto fuera de EEUU o en una agencia de viajes.
"El gobierno cubano podría decir: ‘El que ustedes digan que su gente puede venir no quiere decir que nosotros los dejemos entrar''', expresó Kavulich. "La gente se olvida de que EEUU no es el único que tiene algo que decir aquí''.
Cuba siempre ha recibido con los brazos abiertos a los turistas estadounidenses, haciendo pocas preguntas, y las autoridades dicen que no se están tomando medidas especiales con miras a un levantamiento de las restricciones de viaje.
La viceministra de turismo María Elena López dijo que Cuba sabe que tiene que mejorar algunos aspectos de la industria turística. Señaló que los hoteles sobre la playa necesitan ser remodelados y que casi no hay campos de golf.
Pero muchos turistas estadounidenses serán atraídos por la arquitectura de La Habana, por más que los edificios estén muy deteriorados, y por los autos de la década de 1950 que siguen recorriendo las calles de Cuba.
Los estadounidenses "van a querer ir todos al mismo tiempo a El Floridita y a La Bodeguita del Medio, donde no habrá espacio'', comentó Kavulich, aludiendo a dos bares que hizo famosos Ernest Hemingway.
Whitley especuló que la primera ola de estadounidenses podría llegar en cruceros y visitar La Habana unas pocas horas.
"Va a haber tanto interés en ver el país que a la gente no le va a importar si está en un hotel de cinco estrellas'' o no, expresó.
Whitley dijo que las aerolíneas estadounidenses podrían iniciar vuelos a Cuba en seis meses si se levantan las restricciones.
No sería de extrañar que una invasión de turistas estadounidenses haga subir los precios de los hoteles. Pero Elliot Feldman, de la firma de abogados Baker Hostetler LLP de Washington, indicó que el gobierno cubano podría fijar límites a los precios para no correr el riesgo de ahuyentar a la gente.
"Seguramente preferirán tener los hoteles llenos y hacer que la gente espere uno o dos años a aumentar los precios y hacer que disminuya el interés'', dijo Feldman, un especialista en disputas comerciales internacionales que ha viajado a Cuba. "El tener que esperar para ir hace que aumente la mística de un lugar'', aseveró.
Tomado: El Nuevo Herald
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