EFE-José Emilio Pacheco en el salón de su casa, en el barrio de la Condesa de la capital mexicana
Por Joaquim Ibarz
Entrevista al escritor mexicano José Emilio Pacheco
José Emilio Pacheco es una figura central de la literatura mexicana. Poeta, ensayista, traductor, novelista, periodista y cuentista, con la concesión del XVIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana se reivindicó su figura al reconocer la calidad de una obra extensa e importante. Iba a ser la estrella invitada en el acto celebrado el viernes pasado en la Casa de América en Cataluña y en el que se celebrará el miércoles en el Palau de la Música en el marco del Festival Internacional de Poesía, que este año llega a su XXV edición con Iberoamérica como protagonista, pero la crisis de la gripe le ha impedido viajar.
Además de haber publicado poesía y prosa y de ejercer una magistral labor como traductor, Pacheco ha trabajado como director y editor de colecciones bibliográficas y diversas publicaciones y suplementos culturales. Profesor en la Universidad nacional Autónoma de México (UNAM), de la Universidad de Maryland (College Park), de la Universidad de Essex, y de algunas otras de Estados Unidos, Canadá, y Reino Unido, forma parte del grupo de investigadores del Centro de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Ha sido reconocido con el Premio Nacional de Lingüística y Literatura en 1992, Premio José Asunción Silva al mejor libro de poemas en español publicado entre 1990 y 1995. También ha recibido los premios José Donoso (2001), Octavio Paz (2003), Pablo Neruda (2004), Ramón López Velarde (2003), Alfonso Reyes (2003), José Asunción Silva (1996), Xavier Villaurrutia (1973), y el García Lorca (2005).
De la etapa de los moluscos a la etapa de los vertebrados
Además de haber publicado poesía y prosa y de ejercer una magistral labor como traductor, Pacheco ha trabajado como director y editor de colecciones bibliográficas y diversas publicaciones y suplementos culturales. Profesor en la Universidad nacional Autónoma de México (UNAM), de la Universidad de Maryland (College Park), de la Universidad de Essex, y de algunas otras de Estados Unidos, Canadá, y Reino Unido, forma parte del grupo de investigadores del Centro de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Ha sido reconocido con el Premio Nacional de Lingüística y Literatura en 1992, Premio José Asunción Silva al mejor libro de poemas en español publicado entre 1990 y 1995. También ha recibido los premios José Donoso (2001), Octavio Paz (2003), Pablo Neruda (2004), Ramón López Velarde (2003), Alfonso Reyes (2003), José Asunción Silva (1996), Xavier Villaurrutia (1973), y el García Lorca (2005).
De la etapa de los moluscos a la etapa de los vertebrados
Según el editor y novelista Seatiel Alatriste, José Emilio Pacheco es un autor "que suscita gran entusiasmo en México, pero que en el exterior es un autor de culto, al que conocen pocas personas, pero a quien rápidamente se aficionan cuando tienen acceso a sus libros". Alatriste subraya: "José Emilio es un clásico de la lengua española, cuya visón, estilo, y compromiso, son los de un maestro, y que como él lo ha dicho de otros autores, yo me atrevo a afirmar que Pacheco es, en sí mismo, una literatura". La escritora Guadalupe Elizalde ha comentado que le interesa la obra de Pacheco porque "ha hecho el milagro de que nuestra poesía joven pase de la etapa de los moluscos a la etapa de los vertebrados".
Entre su vasta obra poética destacan los libros: Los elementos de la noche (1963), El reposo del fuego (1966), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Irás y no volverás (1973), Islas a la deriva (1976), Desde entonces (1980) y Trabajos en el mar (1983), todos ellos reunidos bajo el título Tarde o temprano. Algunos de sus títulos en prosa son: El viento distante y otros relatos (1963), Morirás lejos (1967), El principio del placer (1972) y el emblemático Batallas en el desierto (1981).
Pacheco pertenece a la llamada generación de los años cincuenta, integrada por Carlos Monsiváis, Eduardo Lizalde, Sergio Pitol, Vicente Leñero y los ya fallecidos Juan Vicente Melo, Juan García Ponce, Sergio Galindo y Salvador Elizondo.
-Se le considera un gran poeta, pero también es un destacado prosista, autor de novelas y cuentos que ya forman parte de la historia de la literatura mexicana. ¿Quién fue primero, el poeta o el narrador?
- Su valoración me parece generosa en exceso. No es fácil intentar todo al mismo tiempo. De manera inevitable unas personas conocen los versos, otras se interesan por la prosa. Hay tanto que leer: a nadie puedo exigirle que me siga en todos los libros. A diferencia de casi todos, escribí cuentos desde muy temprano y no traté de hacer versos hasta los dieciséis o diecisiete años.
-¿Qué peso tiene la narrativa en su obra?
- Un peso muy grande. Parte de mi trabajo periodístico podría considerarse también narrativo. Por desgracia, me embarqué en un proyecto que excede mis fuerzas y mis conocimientos. No puedo acabarlo y no me gustaría dejar nada más sus ruinas. El año pasado intenté no un poema sino un cuento en verso: "El señor Morón y La Niña de Plata, o Una imagen del deseo." En el siglo XX el verso fue vehículo casi exclusivo de la poesía lírica y renunció a dominios como el relato y el drama que siempre habían sido suyos. El verso frena por su naturaleza misma nuestra tendencia natural a la verbosidad. Es veloz y conciso. Pero nunca impondría como obligación de nadie lo que tal vez sólo funcione para mi mismo.
"AÚN PUEDO APRENDER, MEJORAR Y ESCRIBIR MEJOR QUE ANTES"
-¿Qué reflexión hace de su obra al cumplir 70 años?
- Prefiero dejar la reflexión a los demás. A esta edad ya no hay esperanza y sin embargo quisiera creer que aún puedo aprender y mejorar y escribir mejor que antes.
-¿Qué significa ser poeta, con tanto bombardeo de imágenes e información?
-La posibilidad del silencio, un diálogo íntimo entre dos personas que no se conocerán nunca.
-En un mundo tan globalizado, ¿qué representa la poesía?
- Una forma de resistencia contra todo.
-¿Qué tipo de lectores se interesan hoy por la poesía?
- Más de los que uno se imagina y menos de los que encontrarían un gran placer en su lectura si se acercaran a ella. De todos modos creo en lo que dice Francisco Brines: "La poesía no tiene público pero tiene lectores".
-¿La poesía puede dialogar hoy con las nuevas tecnologías?
-Dialoga muy bien. Es increíble la cantidad de poemas que hay en Internet. Es algo que pertenece por naturaleza a los jóvenes. No trato de ponerme al día. Para mí un poema es algo que existe en la página como un arte al mismo tiempo visual y auditivo.
-¿La figura de Octavio Paz eclipsó a los demás poetas mexicanos? ¿Qué relación tuvo con él?
-Octavio Paz no eclipsó a nadie. El problema es que somos veinte países, cada uno con una poesía propia. En este momento podría enumerarle por lo menos diez poetas importantes por cada división geográfica. Fuera de Hispanoamérica nadie puede pensar en 200 poetas de primer orden que escriben al mismo tiempo. No queda sino elegir uno, o cuando mucho dos, por país. En el caso de México fue y es Octavio Paz. Hay que hacerle justicia y señalar que él se empeñó en difundir la obra de los poetas mexicanos que le gustaban y no se conocen, cuando menos no se conocen como se debiera, más allá de nuestras fronteras: Ramón López Velarde, José Gorostiza y algunos otros. Soy objetivo porque nunca escribió un ensayo sobre mí, tampoco le rogué que lo hiciera. Con Octavio tuve una relación que duró 40 años. En algún momento fue inevitablemente más que difícil. Por fortuna, acabó bien y con una gran cercanía. En el último año de su vida hablábamos por teléfono todas las noches. Respecto a la dificultad ¿no cree usted que lo mismo me hubiera pasado con Neruda, si yo fuera chileno, o con Borges, en caso de haber nacido en la Argentina?
TRES LIBROS TRAS UN SILENCIO DE NUEVO AÑOS
-¿Cómo explica que durante nueve años haya guardado silencio editorial, y ahora se dispone a publicar tres libros?
- Guardé silencio en parte por el gran cambio que no esperaba y para el que no me preparé: las conferencias, las entrevistas, las reuniones internacionales de poesía. Todo es muy grato e interesante pero se lleva el tiempo y la energía indispensables para escribir. Por otra parte, nunca había trabajado tanto. "Como la lluvia", el primero de los tres libros en aparecer, consta en realidad de seis libros de extensiones normales y muy diferentes entre sí. No podría decirle ahora si habrá más. Dividido en cinco cuadernos, "Como la Lluvia" (editorial ERA) alude a un poema encontrado en las ruinas de Pompeya. Reúne en sus 200 páginas poemas breves, largos, en versículo, epigramas y haikú. "Como la Lluvia" iba a titularse "El Mar no Tiene Dioses", pero decidí cambiarlo al darme cuenta de que se repetía la palabra mar, ya utilizada en el poemario "Los Trabajos del Mar", de 1983. El segundo libro es "La Edad de las Tinieblas"; en 2010 aparecerá "Aproximaciones", una selección de las versiones poéticas que he hecho a lo largo de 50 años. Creo que es el último libro en la historia que se habrá llevado 50 años escribir.
-"La edad de las tinieblas" es un poema en prosa. ¿Por qué recurre a la prosa poética?
-"La edad de las tinieblas" consta de 50 poemas en prosa que intentan explorar todas las posibilidades de este género tan fluido: la lírica, la narrativa y hasta la que podría considerarse cercana a la ensayística. No recurro tardíamente a la prosa poética. La intenté desde los veinte años con "De algún tiempo a esta parte" (título robado a mi maestro Max Aub) que está en mi primer libro, "Los elementos de la noche".
-Se le reconoce como uno de los mejores traductores del inglés al español. ¿Hasta qué punto es valorada esta labor?
-Otra vez se pasa usted de generoso. Algunas traducciones han tenido buena fortuna, como las de Oscar Wilde (Epístola in Carcele et Vinculis: De profundis), que fue un encargo de Mario Muchnik, Harold Pinter (Viejos tiempos, Paisaje) y Tennesse Williams (Un tranvía llamado Deseo). En 1988 publiqué una primera versión de los Cuatro cuartetos de T.S. Eliot. La seguí trabajando durante veinte años y añadí casi 200 páginas de notas en una edición crítica que no existe ni siquiera en inglés. (Esto explica también por qué no he publicado nuevos libros en lo que va del siniestro siglo XXI.) Por razones ajenas a mi voluntad, este inmenso y gratuito trabajo nunca se imprimirá. Ha sido un trauma muy severo del que aún no me repongo, algo de lo peor que me ha pasado en la vida.
-¿Por qué no se ha publicado esa edición crítica de Eliot?
-Por un desacuerdo con Alianza Editorial, que es propietaria en exclusiva de los derechos de Eliot en español, el manuscrito con los poemas de Eliot (1888-1965) permanece guardado en mi escritorio. En 1990, la directora editorial Carmen Criado quiso publicar los Cuatro Cuartetos que traduje para la edición que publicaron el Fondo de Cultura Económica y El Colegio Nacional de México para celebrar el centenario del poeta. Me pidieron dos cuartillas de presentación. Pensé que mi admirado Eliot merecía más y me enfrasqué en una nueva versión. A medida que avanzaba quería saber más del poema, de la poesía inglesa, y del budismo... Aunque Criado salió de la editorial, siguí trabajando, consultando, revisando. Escribí más de 150 páginas de notas. Era un homenaje a Elliot por lo que significó para la poesía mexicana del siglo 20. Ni siquiera en inglés existe una edición crítica como ésta.
-¿Se puede llegar a algún acuerdo con Alianza?
En el pasado mes de agosto, la editorial me ofreció 1.500 euros por mi trabajo sobre Eliot por concepto de derechos de autor, pagaderos en un plazo de... ¡15 años! Ni contesté la propuesta porque la consideré insultante. Me sentí muy dolido. Puse mucho entusiasmo en ese trabajo, compré libros, me dediqué de lleno a Eliot. De todos modos, deseo llegar a un acuerdo con Alianza. Que Alianza haga su edición y otra editorial publique mi trabajo. O que se haga una coedición. Yo no culpa a Alianza de nada, ya que no me encargó mi exhaustivo trabajo sobre Eliot. Me pasó esto por estúpido, por entusiasmarme en exceso en mi trabajo.
GENUINO INTERÉS POR LA POESÍA CATALANA
Entre su vasta obra poética destacan los libros: Los elementos de la noche (1963), El reposo del fuego (1966), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Irás y no volverás (1973), Islas a la deriva (1976), Desde entonces (1980) y Trabajos en el mar (1983), todos ellos reunidos bajo el título Tarde o temprano. Algunos de sus títulos en prosa son: El viento distante y otros relatos (1963), Morirás lejos (1967), El principio del placer (1972) y el emblemático Batallas en el desierto (1981).
Pacheco pertenece a la llamada generación de los años cincuenta, integrada por Carlos Monsiváis, Eduardo Lizalde, Sergio Pitol, Vicente Leñero y los ya fallecidos Juan Vicente Melo, Juan García Ponce, Sergio Galindo y Salvador Elizondo.
-Se le considera un gran poeta, pero también es un destacado prosista, autor de novelas y cuentos que ya forman parte de la historia de la literatura mexicana. ¿Quién fue primero, el poeta o el narrador?
- Su valoración me parece generosa en exceso. No es fácil intentar todo al mismo tiempo. De manera inevitable unas personas conocen los versos, otras se interesan por la prosa. Hay tanto que leer: a nadie puedo exigirle que me siga en todos los libros. A diferencia de casi todos, escribí cuentos desde muy temprano y no traté de hacer versos hasta los dieciséis o diecisiete años.
-¿Qué peso tiene la narrativa en su obra?
- Un peso muy grande. Parte de mi trabajo periodístico podría considerarse también narrativo. Por desgracia, me embarqué en un proyecto que excede mis fuerzas y mis conocimientos. No puedo acabarlo y no me gustaría dejar nada más sus ruinas. El año pasado intenté no un poema sino un cuento en verso: "El señor Morón y La Niña de Plata, o Una imagen del deseo." En el siglo XX el verso fue vehículo casi exclusivo de la poesía lírica y renunció a dominios como el relato y el drama que siempre habían sido suyos. El verso frena por su naturaleza misma nuestra tendencia natural a la verbosidad. Es veloz y conciso. Pero nunca impondría como obligación de nadie lo que tal vez sólo funcione para mi mismo.
"AÚN PUEDO APRENDER, MEJORAR Y ESCRIBIR MEJOR QUE ANTES"
-¿Qué reflexión hace de su obra al cumplir 70 años?
- Prefiero dejar la reflexión a los demás. A esta edad ya no hay esperanza y sin embargo quisiera creer que aún puedo aprender y mejorar y escribir mejor que antes.
-¿Qué significa ser poeta, con tanto bombardeo de imágenes e información?
-La posibilidad del silencio, un diálogo íntimo entre dos personas que no se conocerán nunca.
-En un mundo tan globalizado, ¿qué representa la poesía?
- Una forma de resistencia contra todo.
-¿Qué tipo de lectores se interesan hoy por la poesía?
- Más de los que uno se imagina y menos de los que encontrarían un gran placer en su lectura si se acercaran a ella. De todos modos creo en lo que dice Francisco Brines: "La poesía no tiene público pero tiene lectores".
-¿La poesía puede dialogar hoy con las nuevas tecnologías?
-Dialoga muy bien. Es increíble la cantidad de poemas que hay en Internet. Es algo que pertenece por naturaleza a los jóvenes. No trato de ponerme al día. Para mí un poema es algo que existe en la página como un arte al mismo tiempo visual y auditivo.
-¿La figura de Octavio Paz eclipsó a los demás poetas mexicanos? ¿Qué relación tuvo con él?
-Octavio Paz no eclipsó a nadie. El problema es que somos veinte países, cada uno con una poesía propia. En este momento podría enumerarle por lo menos diez poetas importantes por cada división geográfica. Fuera de Hispanoamérica nadie puede pensar en 200 poetas de primer orden que escriben al mismo tiempo. No queda sino elegir uno, o cuando mucho dos, por país. En el caso de México fue y es Octavio Paz. Hay que hacerle justicia y señalar que él se empeñó en difundir la obra de los poetas mexicanos que le gustaban y no se conocen, cuando menos no se conocen como se debiera, más allá de nuestras fronteras: Ramón López Velarde, José Gorostiza y algunos otros. Soy objetivo porque nunca escribió un ensayo sobre mí, tampoco le rogué que lo hiciera. Con Octavio tuve una relación que duró 40 años. En algún momento fue inevitablemente más que difícil. Por fortuna, acabó bien y con una gran cercanía. En el último año de su vida hablábamos por teléfono todas las noches. Respecto a la dificultad ¿no cree usted que lo mismo me hubiera pasado con Neruda, si yo fuera chileno, o con Borges, en caso de haber nacido en la Argentina?
TRES LIBROS TRAS UN SILENCIO DE NUEVO AÑOS
-¿Cómo explica que durante nueve años haya guardado silencio editorial, y ahora se dispone a publicar tres libros?
- Guardé silencio en parte por el gran cambio que no esperaba y para el que no me preparé: las conferencias, las entrevistas, las reuniones internacionales de poesía. Todo es muy grato e interesante pero se lleva el tiempo y la energía indispensables para escribir. Por otra parte, nunca había trabajado tanto. "Como la lluvia", el primero de los tres libros en aparecer, consta en realidad de seis libros de extensiones normales y muy diferentes entre sí. No podría decirle ahora si habrá más. Dividido en cinco cuadernos, "Como la Lluvia" (editorial ERA) alude a un poema encontrado en las ruinas de Pompeya. Reúne en sus 200 páginas poemas breves, largos, en versículo, epigramas y haikú. "Como la Lluvia" iba a titularse "El Mar no Tiene Dioses", pero decidí cambiarlo al darme cuenta de que se repetía la palabra mar, ya utilizada en el poemario "Los Trabajos del Mar", de 1983. El segundo libro es "La Edad de las Tinieblas"; en 2010 aparecerá "Aproximaciones", una selección de las versiones poéticas que he hecho a lo largo de 50 años. Creo que es el último libro en la historia que se habrá llevado 50 años escribir.
-"La edad de las tinieblas" es un poema en prosa. ¿Por qué recurre a la prosa poética?
-"La edad de las tinieblas" consta de 50 poemas en prosa que intentan explorar todas las posibilidades de este género tan fluido: la lírica, la narrativa y hasta la que podría considerarse cercana a la ensayística. No recurro tardíamente a la prosa poética. La intenté desde los veinte años con "De algún tiempo a esta parte" (título robado a mi maestro Max Aub) que está en mi primer libro, "Los elementos de la noche".
-Se le reconoce como uno de los mejores traductores del inglés al español. ¿Hasta qué punto es valorada esta labor?
-Otra vez se pasa usted de generoso. Algunas traducciones han tenido buena fortuna, como las de Oscar Wilde (Epístola in Carcele et Vinculis: De profundis), que fue un encargo de Mario Muchnik, Harold Pinter (Viejos tiempos, Paisaje) y Tennesse Williams (Un tranvía llamado Deseo). En 1988 publiqué una primera versión de los Cuatro cuartetos de T.S. Eliot. La seguí trabajando durante veinte años y añadí casi 200 páginas de notas en una edición crítica que no existe ni siquiera en inglés. (Esto explica también por qué no he publicado nuevos libros en lo que va del siniestro siglo XXI.) Por razones ajenas a mi voluntad, este inmenso y gratuito trabajo nunca se imprimirá. Ha sido un trauma muy severo del que aún no me repongo, algo de lo peor que me ha pasado en la vida.
-¿Por qué no se ha publicado esa edición crítica de Eliot?
-Por un desacuerdo con Alianza Editorial, que es propietaria en exclusiva de los derechos de Eliot en español, el manuscrito con los poemas de Eliot (1888-1965) permanece guardado en mi escritorio. En 1990, la directora editorial Carmen Criado quiso publicar los Cuatro Cuartetos que traduje para la edición que publicaron el Fondo de Cultura Económica y El Colegio Nacional de México para celebrar el centenario del poeta. Me pidieron dos cuartillas de presentación. Pensé que mi admirado Eliot merecía más y me enfrasqué en una nueva versión. A medida que avanzaba quería saber más del poema, de la poesía inglesa, y del budismo... Aunque Criado salió de la editorial, siguí trabajando, consultando, revisando. Escribí más de 150 páginas de notas. Era un homenaje a Elliot por lo que significó para la poesía mexicana del siglo 20. Ni siquiera en inglés existe una edición crítica como ésta.
-¿Se puede llegar a algún acuerdo con Alianza?
En el pasado mes de agosto, la editorial me ofreció 1.500 euros por mi trabajo sobre Eliot por concepto de derechos de autor, pagaderos en un plazo de... ¡15 años! Ni contesté la propuesta porque la consideré insultante. Me sentí muy dolido. Puse mucho entusiasmo en ese trabajo, compré libros, me dediqué de lleno a Eliot. De todos modos, deseo llegar a un acuerdo con Alianza. Que Alianza haga su edición y otra editorial publique mi trabajo. O que se haga una coedición. Yo no culpa a Alianza de nada, ya que no me encargó mi exhaustivo trabajo sobre Eliot. Me pasó esto por estúpido, por entusiasmarme en exceso en mi trabajo.
GENUINO INTERÉS POR LA POESÍA CATALANA
-¿Qué referencias tiene de la poesía catalana?
-No se trata de referencias sino de un genuino interés, producto en parte de que toda mi vida he tenido relación con catalanes: Ramón Xirau, Vicente Rojo, con quien hice, en el plano más bien de un ayudante, una gran cantidad de libros, revistas y suplementos; Neus Espresate que ha editado en Era todos mis libros; Agustí Bartra, Martí Soler y varios otros a los que ingratamente dejo de mencionar. No hablo catalán ni aspiro a hablarlo pero sí intento leerlo con cierto conocimiento de causa. Hace muchos años, gracias a Miquel Riera, me compré en Barcelona mis diccionarios y mis gramáticas. Por desgracia, mis intentos de traducir han sido un fracaso. Lo único interesante es mi aproximación a Salvador Espriu. Espero continuarla. El problema es conseguir en México los libros de poesía catalana.
-¿Cómo valora la obra de Ramón Xirau?
-Ramón Xirau ha sido mi maestro y mi amigo. Le debo muchas cosas, por ejemplo el haber hecho no una sino tres reseñas de mi primer libro, el haberme permitido editar con él la revista Diálogos en su etapa inicial y haberme enviado a las universidades de Inglaterra y Canadá. Me alegra que al fin se le reconozca como uno de los grandes poetas catalanes. Su obra ensayística y filosófica es fundamental. Como crítico de poesía es uno de los que establecieron lo que podríamos llamar el canon mexicano. No puedo hablar de él sino con el mayor cariño y la más sincera gratitud.
-No se trata de referencias sino de un genuino interés, producto en parte de que toda mi vida he tenido relación con catalanes: Ramón Xirau, Vicente Rojo, con quien hice, en el plano más bien de un ayudante, una gran cantidad de libros, revistas y suplementos; Neus Espresate que ha editado en Era todos mis libros; Agustí Bartra, Martí Soler y varios otros a los que ingratamente dejo de mencionar. No hablo catalán ni aspiro a hablarlo pero sí intento leerlo con cierto conocimiento de causa. Hace muchos años, gracias a Miquel Riera, me compré en Barcelona mis diccionarios y mis gramáticas. Por desgracia, mis intentos de traducir han sido un fracaso. Lo único interesante es mi aproximación a Salvador Espriu. Espero continuarla. El problema es conseguir en México los libros de poesía catalana.
-¿Cómo valora la obra de Ramón Xirau?
-Ramón Xirau ha sido mi maestro y mi amigo. Le debo muchas cosas, por ejemplo el haber hecho no una sino tres reseñas de mi primer libro, el haberme permitido editar con él la revista Diálogos en su etapa inicial y haberme enviado a las universidades de Inglaterra y Canadá. Me alegra que al fin se le reconozca como uno de los grandes poetas catalanes. Su obra ensayística y filosófica es fundamental. Como crítico de poesía es uno de los que establecieron lo que podríamos llamar el canon mexicano. No puedo hablar de él sino con el mayor cariño y la más sincera gratitud.
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